La soledad, un trago amargo

Sáb, 28/04/2012 - 01:03
Reseña crítica del libro “El vino de la soledad ” de Irène Némirovsky
 “Porque el se

Reseña crítica del libro “El vino de la soledad ” de Irène Némirovsky

 “Porque el ser humano, para vivir, necesita un mínimo de aire respirable, cierta dosis de oxígeno e ilusión” I. N.

Llega por estos días una nueva edición de “El vino de la soledad” de la conocida escritora franco-rusa Irène Némirovsky. El título anuncia per se el contenido de la novela: la soledad.

Soledad que es vivida y sufrida por Elena Karol, hija única del matrimonio judío de Boris y Bella. Esta última desprecia a su marido por considerarlo un ser ordinario y carente de la aristocracia de la cual ella se jacta de pertenecer, sin embargo persiste en la relación matrimonial porque le procura un gran bienestar material. En efecto, Boris Karol es un próspero hombre de negocios cuya máxima afición es la obtención de dinero a ultranza que Bella gasta a manos llenas. En este contexto “familiar” evoluciona silenciosamente Elena en total desamor y maltrato sicológico. La única persona que acompaña sus cuitas y que la ama es su institutriz Mademoiselle Rose quien para colmo de infortunio es despedida y que la escritora hace desaparecer de una manera magistral y poética entre la densa niebla de una noche invernal.

La escritora Irène Némirovsky es rusa de origen judío, nacida en Kiev en 1903 y eliminada a sus 39 años en Auschwitz, el temible campo de concentración polaco. Pocas publicaciones tuvo en vida, aunque las escasas fueron de gran acogida. Muchos años después de su muerte, su obra fue dada a conocer gracias a sus hijas quienes clandestinamente conservaron en un baúl los manuscritos de su madre. “Suite francesa” es su obra emblemática y por ella obtuvo, póstumamente, el prestigioso galardón francés de literatura: el premio Renaudot.

Mucho se ha especulado, y no sin razón, que esta novela es la más autobiográfica de su amplio repertorio de obras. En efecto, Elena sería Irène Némirovsky y Bella el vivo retrato de Fanny su madre: egoísta, frívola, derrochadora, inmadura y obsesionada por conservar su juventud. Coincide también el recorrido de la familia Karol de la novela con la Némirovsky: Rusia, Finlandia y finalmente París, huyendo de la revolución bolchevique.

Un padre obsesionado por el dinero, ya lo he dicho, a lo cual añade otras dos pasiones: el alcohol y el juego, quedándole así poco o ningún tiempo que dedicar a su hija. Siempre admirador de Bella, su mujer, prefiere cerrar los ojos para no ver a sus evidentes y múltiples amantes, incluso cuando uno de ellos, el muy joven Max primo de Elena, se instala por años en su casa con el pretexto de que hace parte de la familia.

Además de su interesante trama narrada en tercera persona, esta novela atrapa al lector también por su elegante prosa y su escritura poética; un aspecto relevante es la brillantez en la definición y creación de los personajes, los cuales son descritos en las poco más de 200 páginas, con gran lujo de detalles, desde sus aspectos fisonómicos hasta sus caracteres de personalidad. Y es por esto último que la novela se convierte en un escrito sicológico, que busca más indagar sobre la interioridad y el sentir de los personajes que sobre sus propias acciones.

Nos sorprende agradablemente la escritora en la narración con una soterrada crítica: ¿Cómo en medio de una gran revolución –la bolchevique, que eliminó la monarquía zarista e impuso un nuevo orden político y económico que imperó por muchos años y que de manera mitigada perdura hasta nuestros días– pudo esta familia y el medio adinerado y aristocrático ruso de la época, abstraerse de la palpable e implacable guerra y continuar viviendo en medio de lujos, servidumbre y derroches, y en algunos casos sacando beneficio económico de esa gran acción bélica que diezmó tantas vidas humanas? Dinero mucho dinero en medio de la guerra. Es aún de actualidad la indolencia aquí narrada.

Ese vino solitario se lo bebe Elena desde los siete hasta pasados sus veinte años, es el lapso de la narración. Ese vino amargo que engendró padecimientos y deseos de represalia contra su medio familiar y muy particularmente contra su madre y Max su amante. Así es que apenas Elena se siente en edad de seducir, trama cual Lolita atraer a Max el amante de su madre, lo que consigue con creces, causando así una gran zozobra amorosa. Venganza que también utilizó la escritora contra su madre en su magnífica novela “El baile”.

Difícil no sentirse hondamente touché por el estilo de prosa utilizado, veamos por ejemplo: “No hacía viento, aunque un relente helado ascendía de la tierra y se lanzaba gozosamente al asalto del negro cielo, de las estrellas que, envueltas en su hálito, vacilaban como llamitas en la brisa. Su brillo se atenuaba; temblaban como espejos empañados por la respiración. Después, ese aliento helado remitía, y las estrellas despedían un fulgor mayor, que iluminaba la nieve débilmente con una especie de resplandor azulado que parecía muy cercano. Bastaba con extender la mano... Los caballos iban a alcanzarlo, y la mano podría tocarlo... Pero no; el trineo seguía avanzando, y la tenue luminiscencia retrocedía y seguía espejeando burlonamente. “

Esta magnífica novela que recomiendo ampliamente es también un escrito desesperado, sicológico, poético, al tiempo que un sarcástico vapuleo a la vejez y un ensalzamiento a la juventud.

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