La solución viene de arriba

Jue, 02/10/2014 - 16:05
Hemos oído decir desde que somos niños que matrimonio y mortaja del cielo bajan. Este refrán pretende significar lo poco que sirven los propósitos humanos cuando se trata del casamiento o d
Hemos oído decir desde que somos niños que matrimonio y mortaja del cielo bajan. Este refrán pretende significar lo poco que sirven los propósitos humanos cuando se trata del casamiento o de la muerte, según el Instituto Cervantes. La consideración de la filosofía y la sabiduría popular indica que el refrán advierte que de los tres o cuatro asuntos más importantes de la vida del hombre escapan a nuestra voluntad y que únicamente Dios (que es el Señor que todo lo puede y a quien debemos obediencia) es quien dispone sobre nuestros proyectos y sobre el momento de nuestro último adiós. Añade el pensamiento coloquial que no son pocos quienes van por la vida con una vela encendida, prometiendo y rogando por un buen matrimonio; o porque el plazo que les ha sido concedido de vida sea lo más amplio, lo más placentero, lo más saludable posible. Con la menor cantidad de penurias, penalidades y contrariedades posibles. Otros más exigentes le suman solicitudes no sólo para suplir necesidades básicas, sino que ruegan por temas suntuarios. Y otros aun más arrojados no sólo lo piden con devoción, sino que se lo exigen a Dios sin dar nada a cambio. En la política pasa parecido y podemos aplicar el mismo principio del refrán que hoy he traído a estas líneas para desarrollar la idea principal de esta nota. Las promesas de campaña, la ilusión de los electores, el juego maniqueo con las esperanzas de quienes creen en los que prometen bienestar a los que tanto lo necesitan y en general el engaño de candidatos -no sólo en Colombia-, a cualquier corporación o dignidad pública, hacen que el pueblo cada vez sea más escéptico y que hasta los que hemos participado directa y activamente de la política empecemos a ver con ojos muy críticos las mentiras y los desastrosos resultados de quienes administran la cosa pública. Ejemplo de lo anterior fue el frustrado matrimonio Uribe-Santos, quienes se juraron amor entero frente al altar y tribunal del pueblo que legítimamente les dio la bendición política y constitucional para desarrollar sus designios insoslayables. Hoy esa unión humana la tenemos que padecer los asociados como uno de los peores enfrentamientos entre líderes políticos que hayamos tenido que soportar y que tenemos que padecer a diario. El Congreso de la República ha venido perdiendo su esencia y su destinación. Ese recinto que se supone que es donde la democracia encuentra su refugio seguro para representar a los colombianos, se ha convertido en un verdadero campo de batalla por intereses particulares entre bancadas que siguen y apoyan a uno y otro de los contrayentes. Es así como se dejan de lado temas tan de fondo como la salud, la educación, la infraestructura, etc, que se han cambiado por insultos y reclamos airados entre Uribistas, Santisitas y Cepeditas, por mencionar sólo algunos. El egoísmo y la sed de poder y protagonismos de los precitados es tan grande que les importa un bledo que afuera los ancianos enfermos sigan haciendo filas desde las 3 de la mañana por una ficha para un turno de atención médica, que se mueran niños esperando atención por la precaria red hospitalaria, que se violen sistemáticamente los Derechos Humanos de los reclusos por la precariedad del INPEC, que no haya acceso para la educación de calidad de niños víctimas del conflicto y así mil ejemplos y todo esto porque lo que importaba era llegar al Congreso a dar una pelea, que en gran medida fue generada por el mal concebido Proceso de Paz. La justicia de los hombres es finita. La gente se cansa y esto cada vez va más mal. Las administraciones locales (caso Bogotá) y la nacional no son más que una trinchera de guerra donde buscan resguardarse los agresores y los agredidos, mientras que los asociados, siguen inermes en medio de esta guerra política sucia e ilegitima que los revictimiza. No nos digamos mentiras la cenicienta de este paseo es el elector engañado o comprado. Así como van las cosas, con un país que se encarga a través de sus representantes de desdibujar el Estado Social de Derecho al desconocer las instituciones, su naturaleza y destinación, vamos directo a un hoyo negro del cual va a ser muy difícil de salir si no hay realmente un cambio. Llámese reconciliación, oposición legítima, definición de roles o como sea que se le llame, pero que traiga bienestar común. Quienes hemos creído también nos estamos cansando de tratar desde nuestra orilla de proponer sin encontrar eco, sino simplemente viendo cómo los intereses particulares agazapados y disfrazados en propósitos humanitarios y benéficos no son más que otra mentira. Esto no quiere decir bajo ninguna circunstancia que renunciemos a nuestra misión. Misión que viene de arriba así como la solución, porque acá difícilmente la encontraremos. La solución definitivamente viene de arriba pues los designios de Dios son inescrutables y la sabiduría del hombre limitada para comprenderlos.  Recomiendo Romanos 8:31 Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?  Abrazo cálido. Seguimos trabajando. @colconmemoria presidencia@colombiaconmemoria.org 
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