En diciembre de 1994, la portada de la revista Semana fue Guillermo Díaz Salamanca, seleccionado como El Personaje del Año. “El hombre de las mil voces” había revolucionado el humor político colombiano y con su ingenio contribuido a posicionar “La Luciérnaga” como el más escuchado programa de radio, por encima de “6 a.m. 9 a.m.”
Le compró a Caracol una emisora que convirtió en “La Deportiva” (después tuvo que devolverla), creó su propio programa en Radio Recuerdos, incursionó en televisión con “Los tenores del fútbol” y se multiplicó por diez para atender cientos de invitaciones (bien pagadas) para presentarse en los más encumbrados eventos nacionales.
Salió de Caracol. Entró a RCN con bombos y platillos y ahora dirige La Escalera, en El Minuto de Dios (que retransmiten otras emisoras), en un proceso bien difícil como empresario.
Su madre (la de Guillermo, doña Rosana) suele decir que nadie sabe la sed con la que otro bebe, y es cierto.
—Tal vez haberme quebrado dos veces, una en radio y otra en TV, me sirvió para darme cuenta que este mundo de los medios es un mundo irreal, fantasioso, lleno de deslealtades y de pocos amigos, que se pueden contar en los dedos de media mano.
La debacle empezó cuando un ejecutivo español instalado en su oficina le cobró una cifra que tenía 5 ceros. —Cómo la vas a pagar?, le preguntó. —Con mucha dificultad, atinó a responder Díaz Salamanca. Y así fue. Resultó muy difícil.
—Otro seguramente en esas circunstancias se habría tirado desde una azotea. Yo no. Después, mi espíritu de optimista me hizo revivir un programa exitoso de la televisión deportiva a un canal de cable nacional y ahí vino el segundo totazo, del que de a poco se va saliendo.
»Aquella mañana cuando abandoné las instalaciones de RCN radio, me paré unos instantes con las manos entre los bolsillos, rumiando pensamientos y diciendo: ¿Qué será de mí? Y al mejor estilo del Dr. Turbay, mí mismo me dijo: ¡trabajar que es lo que siempre ha hecho! Los Pava, de Radio Súper, me abrieron las puertas de su casa y comenzó La Escalera, un nuevo proceso en mi vida radial.
»Entendí que debía volver a subir la escalera. El primer día tuve un montón de sentimientos encontrados, una mezcla de nostalgia e ilusión. El reto era sumamente duro. Nos enfrentábamos a la exitosa Luciérnaga de Caracol, que ayudé en algo a madurar, y a El Cocuyo, que seguiría al aire por unos días más. Cuando más oscuro se pone el día es porque pronto va a aclarar. Y arrancamos.
Guillermo Díaz Salamanca fue las mil voces del humor político en la cúspide de su carrera en la radio.
»De a poco hemos ido conquistando radios, ganando oyentes. La radio es apasionante, alucinante. He conocido lo que se siente en la cúspide y pedaleando solo en el terreno llano.
»Mi familia, mi esposa y mis hijos han sido soporte y referente para sacudirme. Hoy, tres años después de haber comenzado este camino, he visto la mano generosa del Padre Diego Jaramillo, el sacerdote que lidera la organización Minuto de Dios y quien permitió que nuestra escalera se pasara del AM al FM. La Escalera hoy no es desconocida por lo menos para 135.000 personas, que cada tarde nos escuchan.
¿Qué recuerdos conserva de Caracol, La Luciérnaga, Peláez, Ricardo Alarcón?
Todo era camaradería. Jugábamos de memoria, especialmente cuando había funciones ante el público, dirigidos por Hernán, el 10 del equipo.
Mi relación con Hernán, con quien trabajé 14 años, siempre fue cordial, cálida. De hecho me permitió llevar de la mano a varios de los talentos que aún hoy permanecen en el programa. Y tan cordial fue que Hernán aceptó compartir micrófono con Iván Mejía en "El Pulso del Fútbol" primero y en "Los tenores del fútbol" después. Con el doctor Alarcón siempre ha existido respeto y admiración. Lo conozco desde sus comienzos y los pasos de su impresionante carrera profesional.
¿Y cómo recuerda a RCN?
De RCN tengo nítidos los intensísimos cuatro meses de participación en el FACTOR X.
No tengo motivos de incomodidad con RCN, al contrario plena gratitud. El trato recibido durante mi paso por allí, fue grato. Ellos son una familia.
Muchos de sus “trinos” son relacionados con Dios y su nueva espiritualidad. ¿Cómo es esta nueva etapa de su vida?
Hoy tengo completamente claro que Dios existe. No me cabe duda. Cuando El nos pasa por el trillo, o por el cedazo es porque nos está prestando atención, porque le interesamos. Cuando notamos que está distante o nos creemos superiores, o nos pasamos de listos, El aparece y dice óyeme, yo estoy aquí.
He aprendido, me he fortalecido, le he bajado la temperatura a la adrenalina, me he recogido en mi familia y me he encontrado con Dios, y eso es más grande que todo.
Bendigo todos los días a los que equivocadamente intentaron hacerme daño. No siento nada malo por nadie. No rumbeo como lo solía hacer, soy extremadamente casero. No miro a nadie por encima del hombro, porque la humildad es el estado del alma que da pie al verdadero crecimiento.
¿Ha llorado en algunos de estos episodios?
Sí, he sufrido, he llorado porque tengo sentimientos. Pero es bueno, es sano, descarga el alma, libra de las contaminaciones, lava el espíritu, transporta a una dimensión de paz. Aprendí que cuando estoy bajito de nota, busco a Dios y en su palabra encuentro las soluciones a todas mis inquietudes. Las terrenales y las que no lo son tanto.
No me rindo. Sigo en la búsqueda, porque como dicen las abuelas “el que busca encuentra”.
