Los errores ajenos

Muchos de los más populares dichos y aforismas están referidos a los errores. Referencias a errores que pueden servir para aprender, para disculparse o simplemente, para evadir la responsabilidad. “Nadie tropieza dos veces con la misma piedra” explica que una equivocación dolorosa nos hace cautelosos y ayuda a reconocer los obstáculos para no caer otra vez. “Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” lo que señala, en cambio, es la tozudez de las personas que no reconocen sus grandes yerros pero alegremente magnifican las equivocaciones de otras. “Desde que las disculpas fueron hechas, todo el mundo queda bien” es una forma de mostrar cuánto nos cuesta aceptar fallas o equivocaciones. En materias públicas se ve permanentemente como se utiliza una combinación de estos tres dichos para evitar finalmente enfrentar las responsabilidades. Se utiliza también y más de lo recomendable lo que llamamos “espejo retrovisor” para acusar a las administraciones anteriores de fallas, en especial cuando no se plantean soluciones prontas y adecuadas a los hechos presentes y futuros. ¿Quién no ha oído a un alcalde o a un gobernador estrenando despacho, asegurar que le dejaron la olla raspada o que las obras quedaron mal hechas? Por supuesto a nivel nacional las cosas son del mismo tenor. Con las negociaciones de paz a menudo se hacen comparaciones con otros procesos. Y no es que las comparaciones no sirvan o sean importantes para no tropezar con la misma piedra, pero utilizadas como argumento político llegan a desgastar y terminan reducidas a peleas personales. Ralito para no ir más lejos sale a colación cada día. Los santistas señalan sus fallas para deslegitimar las críticas de los uribistas y los uribistas lo ignoran para seguir señalando la paja en el ojo de los santistas. Que si en la negociación con los paras se hizo esto o aquello, que si en La Habana se van a cometer estos errores u horrores… Unos y otros se enfrascan en disputas sobre lo que ya pasó o en lo que no ha pasado para no discutir con sensatez y espíritu democrático lo que está pasando. Un aforismo sensato podría servir más que las disculpas “quien no conoce la historia, está condenado a repetirla”. La historia de nuestras múltiples negociaciones de paz, porque en este largo medio siglo de guerra muchas veces se ha intentado la paz, por las buenas y por las malas. Nunca la hemos conseguido ni con un método, ni con el otro; tal vez porque nunca una situación es igual a la anterior, las circunstancias cambian, los protagonistas cambian y el entorno por supuesto también cambia. Así es ahora, Colombia año 2015, con un entorno internacional más activo en la sanción a las violaciones de los derechos humanos, con una guerrilla enriquecida por el negocio más próspero del momento y con una comunidad hastiada de la guerra. Esta es una situación única que no puede copiar fórmulas, ni de Sudáfrica, ni de Sarajevo, ni de Guatemala, ni de Guatepeor. Y mucho menos de Ralito. No tengamos miedo a las fórmulas creativas que se están buscando y no nos desgastemos tanto en dar excusas por las equivocaciones. Seguramente hay y habrá errores, lo que es inevitable, pero de cada situación habrá que sacar conclusiones, revisar propuestas, inclusive comparar con hechos anteriores pero no para persistir en la equivocación o para echarle la culpa a alguien más, sino para sacar adelante este anhelado proceso de paz. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus