Marta Lucía: por el centro, pero no democrático

Mar, 03/11/2015 - 14:18
Superadas las especulaciones, las frustraciones y las fanfarronerías poselectorales comienza la otra carrera. Y para arrancar en forma hay que observar seriamente lo que sucedió en realidad el pasad
Superadas las especulaciones, las frustraciones y las fanfarronerías poselectorales comienza la otra carrera. Y para arrancar en forma hay que observar seriamente lo que sucedió en realidad el pasado 25 de octubre. Colombia mostró esta vez que se pueden derrotar las maquinarias, que los partidos ni siquiera con mermelada tienen la última palabra y que en algunas ciudades importantes no se ha logrado corromper del todo el voto independiente. En Bogotá particularmente se demostró que es una ciudad donde el voto independiente manda la parada. Haber derrotado a esa izquierda a la que se le dio tres veces el voto de confianza y que defraudó a los bogotanos, ora por corrupta, ora por populista, ora por ineficiente, indica que los bogotanos han madurado electoralmente. El triunfo de Enrique Peñalosa en Bogotá refleja que los ciudadanos quieren un cambio para recuperar a Bogotá pero no a cualquier precio. Derrotar ampliamente a la derecha encarnada en Pachito Santos con la sombra del expresidente Alvaro Uribe significa que los electores no quieren apostarle a las extremas. Que le juegan a la paz pero no a la mamertería, que quieren soluciones técnicas más que políticas y que por sobretodo mantienen su capacidad de enderezar el rumbo así se hayan equivocado principalmente las dos últimas veces que le negaron el respaldo a Peñalosa. Ahora, que aterricen los de Cambio Radical. Peñalosa recibió complacido su apoyo pero no va a quedar en sus manos. Por encima de todo es peñalosista, entendido en el buen sentido de la palabra, él es quien tiene su proyecto propio y lo va a defender a capa y espada. Por eso el triunfo de Peñalosa es de los bogotanos más que de un partido. Fue oportuna y decisiva la participación de Cambio Radical pero no hay que olvidar que Peñalosa ya había arrancado con sus firmas y que los bogotanos lo que querían era voltear la torta. Si Carlos Fernando Galán y David Luna no se autoctritican y se juntan con el candidato que desperdició inpunemente Alianza Verde, tal vez le habría tocado un poquito más difícil pero Peñalosa ganaba de todas maneras. El apoyo de Cambo Radical ponía pero quitaba. Los apoyos de las maquinarias hacen eso. No es sino ver cómo perdió Peñalosa hace cuatro años por cuenta del abrazo de la maquinaria uribista. Por eso resulta inocua la disputa de quién se cree o va a ser el dueño de Peñalosa. El alcalde va a gobernar con todos pero con ninguno en particular. Peñalosa es dueño de sí y eso es lo mejor para gobernar. Por esa razón, de cara a las elecciones presidenciales, que prácticamete ya comenzaron, no vale la pena ni intentar manipular la opinión con la idea de que Peñalosa pertenece a tal o cual maquinaria. No se desgasten. Él es independiente y su compromiso es sacar adelante a Bogotá. Sus baterías no se enfilarán para ver qué candidato presidencial utiliza su alcaldía como trampolín o tarima de campaña. En ese sentido quien más ganó y quedó mejor posicionada fue Marta Lucía Ramírez, que le dio su apoyo pero no se cobró la alcadía bogotana como un triunfo conservador. Y quienes eligieron a Peñalosa respetan esa actitud respetuosa. Ella apoyó la mejor opción aún en contra de los conservadores que por la mermelada se fueron con Rafael Pardo. Se hizo a un lado de Uribe y optó por hacer causa común con los que quieren recuperar a Bogotá por encima de las ideologías. Pardo tuvo la opción de haber salido por la puerta grande si hubiera aceptado la fórmula que le propuso Peñalosa para que hicieran la medición y buscaran una alianza de centro con quien ganara las encuestas. Pero le pudo más su ego que la sensatez y ahora muy pocos le perdonarán haber persistido y puesto en riesgo lo que los bogotanos querían, es decir, nada con Gustavo Petro ni con lo que se le pareciera. Ahora le tocará recomenzar pero en déficit de credibilidad frente a los ciudadanos que apoyaron candidaturas independientes en todo el país. Y bastante difícil le quedará a Pardo liberarse de los liberales y de la mermelada para iniciar su nuevo camino hacia las presidenciales. En cambio, Marta Lucía Ramírez quedó bien ranquedada, primero porque no cedió a la tentación de ser candidata a la alcaldía a sabiendas de que había un candidato de la talla de Peñalosa en el escenario y, segundo, porque no salió a reclamar el triunfo como una ganancia conservadora. Su contundente apoyo sumó y poco se puede decir que restó. Ahora Marta Lucía puede arrancar primero que sus contrincantes. Sobre todo si aprendió la lección del 25 de octubre: que le va mejor como candidata independiente y por el centro que si se atiene a que los conservadores la nominen. El camino de las firmas es hoy mucho mejor que el de los sellos partidistas. Ahora que ya se desmarcó de Uribe y que logró movilizar un importante sector de la opinión para recuperar a Bogotá debe pensar en que le puede ir mejor por el centro, pero no el Centro Democrático, que ya comienza a ir de capa caída. Ojalá arranque su campaña independiente ya que ella pertenece aún a esa foto de los quíntuples. Con Antanas Mockus y con el sueño de contribuir a la Colombia en paz que se avecina, y para evitar que se abran paso las ideas extremas, se necesitarán cabezas mas centradas que en las orillas. El escenario cambió y los líderes que interpreten el momento se despegarán rápidamente del pelotón.
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