Más asertividad y menos eufemismos

Jue, 27/08/2015 - 15:06
Durante los últimos días hemos presenciado una cruel ofensiva de repatriaciones masivas, donde el presidente venezolano ha optado por expulsar de forma irregular a colombianos residentes cerca de la
Durante los últimos días hemos presenciado una cruel ofensiva de repatriaciones masivas, donde el presidente venezolano ha optado por expulsar de forma irregular a colombianos residentes cerca de la frontera. Todos estos compatriotas se encontraban en condición de vulnerabilidad y sin  posibilidades de defenderse y hacer reivindicar sus derechos. Después de una gran expectativa sobre la reunión entre las cancilleres María Ángela Holguín y Delcy Rodríguez,  no se presentaron soluciones alentadoras a esta situación. En la conferencia de prensa, las cancilleres  manifestaron la disposición de los dos países de cooperar en problemas como como las bandas criminales, el narcotráfico, el contrabando y el cambio de la moneda. Con respecto a los colombianos cuyas casas fueron allanadas, marcadas y demolidas, donde las familias fueron sacadas a la fuerza y separadas; la ministra Holguín se limitó a afirmar: “estamos preocupados por la situación de nuestros compatriotas en la frontera que han sido deportados y se sienten vulnerables”. Por su parte, la canciller venezolana aseguró: “Sobre los maltratos a colombianos deportados que se han denunciado, todo se trata de una manipulación mediática, los medios  han mentido al pueblo de Colombia y a la comunidad internacional”. A mí me cuesta creer cómo un gobierno compuesto por tecnócratas como el nuestro; no sea capaz de sobresalir y asumir una posición destacada frente a las evidentes violaciones de derechos humanos de un Estado débil y populista. Si se trata de un pulso de poderes, podemos afirmar que la representación diplomática de Venezuela, salió victoriosa de dicha reunión. No entiendo cómo es posible que Delcy Rodríguez nos niegue en la cara los evidentes abusos de las autoridades venezolanas, y nuestra canciller no exprese el más mínimo sentimiento de desaprobación frente a estos mismos. No es contrario a la diplomacia que quien representa los intereses de nuestro país en el exterior, haga extensiva públicamente la profunda indignación que sentimos todos los colombianos. Tampoco hubiese sido anti diplomático que en dicha rueda de prensa la canciller le recordara a su homóloga venezolana, las 451  quejas recibidas por la Defensoría del Pueblo tras el ingreso masivo de colombianos deportados desde Venezuela; los 113 casos de desintegración familiar, los 115 hechos de maltrato psíquico y verbal, las 52 declaraciones de demolición de viviendas, las 41 quejas de despojo de pertenencias y las 32  de retención de documentos. Hacer referencia a los principios de derecho internacional público y de derechos humanos que se están violando en este éxodo masivo, tampoco hubiera sido una expresión de hostilidad. Los razonamientos en base a criterios objetivos, jamás serán contrarios a la diplomacia, todo lo contrario, ayudan a encontrar soluciones reales y efectivas. Nuestra ministra de relaciones exteriores debería de forma clara expresar nuestro dolor y defender con vehemencia nuestros derechos. Aristóteles en la Ética a Nicómaco define la virtud como: “el justo medio entre el exceso y el defecto”. Considero que el lenguaje diplomático que corresponde ejercer en este momento, se debe situar en un punto intermedio entre dos conductas polares: la pasividad demostrada por nuestra canciller, al no rechazar públicamente los abusos de la Guardia Civil Venezolana; y la agresividad que podemos identificar en el lenguaje de Maduro y Uribe, donde no se puede referir el uno del otro sin calificativos peyorativos. Conseguiremos más objetivos en el ámbito internacional, teniendo un lenguaje más  asertivo, respetando y haciéndonos respetar, no teniendo reparos en expresar las injusticias, y actuando en el momento adecuado, con franqueza y sinceridad.
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