Dicen que la primera recomendación es no hacer recomendaciones, sin embargo, el paísatraviesa en estos momentos un periodo de especial significación histórica, las posibilidadesreales de dejar la guerra atrás y para siempre es una realidad de a puño, por lo que me atrevoa hacer algunas recomendaciones “con el respeto de usanza”, como nos enseñó el fraternalmaestro Eduardo Umaña Luna: Pedirles a todos que salgamos a votar, mayores y jóvenes,
Mujeres, hombres y personas del tercer sexo, a respaldar con el SI, en el próximo Plebiscito Nacional, tengo sobradas razones para ello. Veamos:
En el año de 1964 cuando cursaba mis estudios médicos en la Universidad Nacional deColombia, fui testigo de excepción de un hecho, que para muchos estudiantes de esa época,nos marcó la vida. Estaba a punto de iniciarse lo que en el campus se denominaba “Laagresión a Marquetalia, El Pato, Rio chiquito y Guayabero”, regiones conocidas en formarimbombante como “Republicas Independientes” solo por el simple hecho de ser unas zonascampesinas donde sus moradores, con muchas dificultades y en forma autónoma, procurabansuministrarse a sí mismos sus formas de producción y vida propias, garantizándose susproductos de pan coger y de primera necesidad. No he entendido aun, a estas alturas de mi vida, porque dirigentes conservadores decidieron acabar a “sangre y fuego” a estos humildes campesinos y les declararon la guerra a muerte.
Dos sacerdotes católicos, el capellán de la Nacional y profesor universitario Camilo Torres Restrepo y el escritor e investigador Monseñor German Guzmán, vinculados a la academia y con mucho reconocimiento público, decidieron ir hasta el famoso Palacio de San Carlos, donde moraba y mandaba el Presidente de turno del Frente Nacional, Guillermo León Valencia, a solicitarle muy respetuosamente, que detuviera el ataque militar y más bien, le permitiera a esos campesinos obtener semillas buenas, aperos y créditos blandos para que incrementaransu menguada producción. Estos sacerdotes lo hacían impulsados por su amor cristiano, convencidos de que sus suplicas serian tenidas en cuenta por el primer mandatario. Pues no fue así, ocurrió todo lo contrario, el Presidente dio orden a las fuerzas militares para que los espacios rurales fueran ocupados a sangre y fuego, originándose la guerra insurreccional que ya suma 52 años y que tanto dolor, tragedia y muerte ha traído a la sociedad colombiana.
Es el peso de las decisiones tomadas que trazan un camino o mejor un destino, como lo podemos observar medio siglo más tarde. Hoy me atrevo a cuestionar: Si la decisión tomada hubiese sido otra, y el Estado en lugar de sangre y fuego decide acompañar a los campesinos a consolidarse en las zonas denominadas independientes, dotándolos de asistencia técnica, créditos, educación y salud, optando por un modelo de desarrollo y crecimiento agrario que mantenga el campesino unido a la tierra. Pero no, la decisión fue otra, incentivar la descomposición del campo que ya había iniciado con la violencia partidista: separar al campesino de la tierra para la supuesta modernización del campo con la introducción del capitalismo a este. Fue el reinicio de la violencia en un nivel más alto de confrontación de la lucha de clases, ya no como enfrentamiento entre dos fracciones políticas, sino el enfrentamiento Estado-campesinos armados. Este fue el surgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. Esta es la guerra que hoy queremos terminar!
Esta es la guerra que por fin, parece vamos a ser capaces de concluir para siempre con la votación positiva del Plebiscito. Corresponde reconocer al Presidente Santos y a los dirigentes de las Farc que han buscado y persistido en los caminos que nos conducen al fin del conflicto armado y la violencia. El gran esfuerzo del Plebiscito será para aprobar los Acuerdos firmados en La Habana, los que exigen: -No volver a usar las armas como forma de lucha en la búsqueda del poder político. -El Estado se compromete a acompañar a los campesinos en el desarrollo del campo con asistencia económica y técnica, así como con salud, educación y a hacer un frente común en la lucha contra los cultivos ilícitos. – Posibilitar las condiciones políticas para la participación ciudadana en a la construcción de Paz. En síntesis, son los tres grandes ámbitos que transforman los acuerdos de Paz, los que debemos apoyar y respaldar para dejar atrás la violencia, la marginalidad y la exclusión.
Estudiosos de la Universidad de Oxford manifiestan: Si realmente Colombia quiere superar el conflicto armado y no volver a caer en él, se debe trabajar muy seriamente dos variables. Una, el robustecimiento del crecimiento económico; y dos, la presencia de observadores y asesores de Paz extranjeros, quienes hagan un monitoreo puntual de las diferentes variables que se presentan en el postconflicto y ojala se mantengan por dos o tres décadas, en el país.
Como entender que esta es la gran oportunidad que toca a la puerta de cada colombiano, no solo para decir SI a la Paz en el momento de votar, sino además la gran ocasión para abrir nuestro corazón a todas aquellos comportamientos de Paz necesarios, instante a instante de la existencia, que dan cuenta de nuestra capacidad de vivir en armonía como: la escucha empática, la respuesta comprensiva, la búsqueda conjunta de soluciones a los conflictos cotidianos, en una palabra respuestas y construcciones NO violentas. Esta fue la gran respuesta que le brindaron a Mandela no solo el pueblo que lo seguía, sino además, el Apartheid ( sus contradictores de clase), fue la gran oportunidad de hacer la Paz y transformarse en la gran Nación de Sur África.
Bueno… Ahora ya es claro porque quiero recomendarles a todos mis amigos y conocidos que frente al Plebiscito debemos marcar, con fe y esperanza de nación, por el SI.
Ex. Embajador de Colombia en Europa.Vice. Presidente del Comité Permanente de Defensa de los Derechos Humanos.
28 de julio de 2016
