Ni un trago más

Vie, 25/05/2012 - 01:03
No calculé el grado de mojigatería que despierta en Colombia el tema de la marihuana. En la capital de los hippies, donde yo vivo, la marihuana médica es legal y fuera de eso todo el mundo mete. Pe
No calculé el grado de mojigatería que despierta en Colombia el tema de la marihuana. En la capital de los hippies, donde yo vivo, la marihuana médica es legal y fuera de eso todo el mundo mete. Pero no me di cuenta de la diferencia en la percepción entre ambas sociedades, nunca imaginé que iba a generar una reacción tan negativa. A mi mamá no le gusta que yo escriba esta columna. Cuento demasiado. No le mando el link de la columna los viernes cada quince días pero ella igual me lee. También me tiene prohibido que mencione a la familia en este espacio. Mi mamá siempre tiene la razón. Me equivoqué al hablar de mi antigua afición y a ella le ofrezco disculpas. Esta es la primera y última mención que haré de mi familia. Los pacatos que se escandalizaron y me tacharon con todo tipo de adjetivos me indignan. Cuando escribí en una ocasión que mi problema con el alcohol llegó en ocasiones al grado que tenía que beber por la mañana, no hubo ninguna reacción negativa. Al borrachito todo se le perdona. No hay estigma social. Solo cuando se llega a extremos como el ocasionados por el Honorable Senador de la República Eduardo Merlano se genera una reacción. Las consecuencias de sus actos fueron inimaginables. Se llevó por delante a un General de la Policía. Pero Lucho Garzón, por ejemplo, es solo un borrachito que protagonizó un simpático episodio en televisión insultando a Darcy Quinn. El alcohol es la sustancia que más daño causa si se combina el daño a la sociedad y al individuo. De acuerdo con un artículo publicado por la revista The Lancet, el antiguo zar anti drogas de Inglaterra, David Nutt prueba como, en un ranking de 16 drogas, el alcohol es de lejos la sustancia más peligrosa considerando el daño que hace al individuo y a la sociedad en su conjunto. Le siguen la heroína, el crack (basuco) y meth. La marihuana ocupa un modesto octavo lugar. Y que conste que nadie ha muerto de una sobredosis de cannabis. El alcohol es tóxico. Una sobredosis puede ocasionar la muerte. La dosis que tenía Luis Andrés Colmenares en su cuerpo era suficiente para ocasionar su muerte. El alcohol es terriblemente adictivo. Ocasiona un síndrome de abstinencia tal que solo lo quita tomar más trago. Por algo la cerveza es el mejor remedio para el guayabo. El alcohol causa muertos en la vía y es la principal causa de la violencia interpersonal y familiar ocasionando enormes gastos en salud. El 36% de las hospitalizaciones en el mundo están relacionadas con él. Este causa el 30% de casos de lesiones personales a terceros y el 21% de las lesiones a la persona misma. El alcohol produce daño en las neuronas, cáncer del esófago, estómago, colon, pulmón, páncreas, hígado y próstata. El síndrome de abstinencia del alcohol puede causar convulsiones y la muerte. Yo he tenido problemas con el alcohol. Las consecuencias han sido terribles en ocasiones. Recuerdo una vez que fui a hablar con Felipe López a su apartamento. Teníamos una discusión de negocios y para celebrar el buen término de la misma celebramos con un par de vodka tonics, a las once de la mañana. A la salida manejando le di a un carro parqueado a un lado de la carrera Séptima y seguí conduciendo como si nada. A los dos días vine a darme cuenta de la abolladura que le había causado a mi carrito. En otra ocasión había una comida en mi honor. Mientras me estaba arreglando me tomé un par de tragos para entonarme. Lo próximo que supe fue la despertada al otro día con un guayabo y una enlagunada tenaz. Nunca llegué a la fiesta. Me quedé dormida. Y el guayabo. Ese guayabo en que la cabeza estalla, la luz quema los ojos, seca la boca, la lengua es pastosa, las náuseas son horribles, duelen los músculos y con la edad produce un cansancio… Ese guayabo que causa vergüenza y arrepentimiento. Que hace que prometamos que nunca más vamos a tomar y lo próximo que hacemos es beber una cerveza para que se vaya la tembladera. No hay nada que me haga sentir peor que recordar los problemas que tuve con el alcohol. No hay nada que me produzca más orgullo que haber dejado el trago. No hay nada que me produzca más arrepentimiento que acciones que hice bajo los efectos del alcohol. Muchas decisiones equivocadas. ¿Será consuelo pensar que el alcoholismo es una enfermedad? Talvez. Pero me enardeció que me estigmatizaran por compartir un solitario bareto con mi marido los viernes por la noche cuando el verdadero enemigo del individuo y la sociedad es el alcohol.
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