Olímpicos y otras formas de actividad física

Dom, 21/08/2016 - 09:41
No es fácil abstraerse de pensar en el significado del deporte competitivo en estas semanas en que el mundo entero se vuelca sobre lo que está sucediendo en las justas deportivas en Río.  A pesar
No es fácil abstraerse de pensar en el significado del deporte competitivo en estas semanas en que el mundo entero se vuelca sobre lo que está sucediendo en las justas deportivas en Río.  A pesar de que algunos no son francamente aficionados —como Borges que, aborrecía el fútbol por considerarlo un deporte poco inteligente, y Oscar Wilde, quien escribió que su deporte favorito era ver pasar los entierros de los amigos deportistas—, la mayoría de la humanidad se interesa, o mejor, se apasiona con la magia de las competencias.  El campo de batalla de las Olimpiadas, en el que participan más de 200 naciones y cerca de 10 000 atletas, no deja cadáveres sino medallas, triunfos y emociones. Las cifras de los Olímpicos son impresionantes: 42 deportes diferentes, 300 pruebas entre el 6 y el 21 de agosto, repartidas casi por igual entre hombres y mujeres, más de 6 millones de entradas. Entre los competidores estarán figuras ya legendarias como Michael Phelps, ganador de 19 oros (más 4 nuevos ya conquistados en Río); Usain Bolt, la estrella jamaiquina con 6 oros y record mundial en 100 y 200 metros; la tenista Serena Williams, ya eliminada; el tenista Novak Djokovic; el gimnasta japonés Kohei Uchimura y la gimnasta Simone Biles., para mencionar solo algunos. Discurramos primero sobre el significado de las competencias entre atletas de altísimo rendimiento, y luego examinemos otras formas de “mover el esqueleto”. Los juegos son otro de los grandes aportes que dejó Grecia a la humanidad, junto con la filosofía, el teatro, la democracia y la historiografía, para mencionar algunos. Las primeras competencias tuvieron lugar en la ciudad de Olimpia, unos 700 años a. C., y se suspendieron algunos siglos después, para reaparecer en su forma moderna en las postrimerías del siglo XIX, en Atenas. Nos relata Andrés Felipe Hernández[i] cómo la política ha acompañado el devenir de los Juegos y cómo estos han sido ganados por las grandes potencias, así: Estados Unidos ha sido triunfador en 15 ocasiones, con 2681 medallas de las cuales mil de oro; mientras la Unión Soviética ganó siete olimpiadas, con 1010 preseas; seguida del Reino Unido, con 740 medallas, y un triunfo y de China, que ha cosechado 473 medallas y triunfó en la última contienda. Estados Unidos no participó en las Olimpiadas de Moscú ni la URSS se presentó a las de Los Ángeles en 1984. Cuba, bajo la tutoría de la antigua Unión Soviética, se convirtió en uno de los mejores competidores de América Latina, con 208 medallas, seguida de Brasil con 108 y Argentina con 71. Pura política internacional. Se pregunta uno si existe alguna correlación entre poder económico y poder deportivo, y tal vez la respuesta debe ser afirmativa, porque preparar miles de atletas de alto rendimiento es una tarea compleja y de elevados costos.  Sin embargo, otra hipótesis es que las grandes potencias, además de ser superpobladas y contar con más atletas, se preparan mejor porque entienden y aprecian el significado político de ganar unos Juegos Olímpicos. China, con su reciente crecimiento económico, apunta a la primera explicación; pero Cuba, pequeña y pobre, se sale de la regla. Colombia viene creciendo en materia deportiva, y en Río podría conquistar entre cinco y diez medallas; en el 2000 María Isabel Urrutia nos dio la primera de oro, y en las pasadas justas nuestra representación se “alzó” con ocho. La delegación colombiana en Brasil es de casi 150 atletas clasificados, con figuras como Óscar Figueroa, quien ya obtuvo un oro; Catherine Ibargüen, la campeona mundial del salto triple con otro oro; la invencible en BMX, Mariana Pajón; y Yuri Alvear, quien ya obtuvo una presea de plata; sin hablar de nuestros ciclistas y futbolistas que figuran entre los primeros a nivel mundial. ¡Qué magníficos embajadores! Detrás del evidente progreso deportivo hay un esfuerzo institucional del país y personal de los deportistas, que comienza con la creación de Coldeportes hace medio siglo y del Comité Olímpico Nacional, con la organización de ligas deportivas en algunos departamentos como Valle o Antioquia y en Bogotá y con el desarrollo de centros de alta competitividad. De otro lado, la participación de nuestras delegaciones, no solo en los Olímpicos sino en los campeonatos mundiales de cada deporte, en certámenes regionales y en los Juegos Nacionales, constituye una preparación importante para nuestros deportistas. Así como hoy contamos con cerca de 50 futbolistas profesionales en los mejores equipos de Europa y más de una docena de ciclistas compitiendo en los grandes eventos de Francia, Italia y España, tenemos los mejores patinadores del mundo y varios atletas de primer orden en otros deportes. Si continuamos el trabajo de preparación deportiva con tesón, regularidad, persistencia y sacrificio, en las siguientes décadas pondremos muy alto la bandera deportiva de Colombia. Ahora unas reflexiones sobre otros niveles de trabajo corporal, que se inspiran en las grandes ligas deportivas, pero constituyen el deporte no competitivo y terminan en la simple actividad física. Lamentablemente, las estadísticas muestran que más de la mitad de la población colombiana es sedentaria, es decir, realiza mínima actividad, convirtiéndose en personas con alto riesgo de enfermar, llegar a la obesidad o discapacitarse prematuramente.  Muchos niños, desde temprana edad, se orientan hacia la televisión, el celular o los juegos en computador, haciéndose candidatos para entrar en la categoría de sedentarios, inactivos. Entre los adultos, el sedentarismo y la quietud son más críticos. Afortunadamente, entre personas jóvenes, se observa una mayor afición por algunos deportes, particularmente ciclismo, fútbol y media maratón, para lo cual han contribuido muchos establecimientos educativos, los medios de comunicación, las ciclovías, los campos deportivos y los gimnasios. El nivel básico es la actividad física menor, que, aunque no es intensiva, produce resultados increíbles en el organismo. Los expertos señalan que basta caminar a un ritmo normal durante 30 a 40 minutos, unas cinco veces a la semana, para lograr efectos positivos como son el control de peso, la disminución en el registro de tensión arterial, mejoras en la función cardiorrespiratoria, cambios en el ánimo y hasta disminución en la incidencia de algunos tipos de cáncer. Si no somos atletas de alta competencia, por lo menos salgamos a caminar un rato. [i] Hernández, A. (2016, 8 de agosto). Colombia en los Juegos Olímpicos. Razón Pública. [Disponible en http://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/9639-colombia-en-los-juegos-ol%C3%ADmpicos.html ].
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