Pacho

Mié, 06/05/2015 - 13:54
Hace diez años Pacho, como vicepresidente, asistió a la postura de la primera piedra de un edificio ofrecido generosamente a la ciudad por el Fondo de Cultura Económica de México: el Centro Cultur
Hace diez años Pacho, como vicepresidente, asistió a la postura de la primera piedra de un edificio ofrecido generosamente a la ciudad por el Fondo de Cultura Económica de México: el Centro Cultural Gabriel García Márquez, ubicado en plena Candelaria a pocos metros de la Catedral y de la Plaza de Bolívar, a unos pasos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y del Teatro Colón y con una magnifica vista a los cerros orientales. Fue un sencillo evento pero a la vez todo un suceso, algo mágico ocurrió ahí en ese momento tan particular y quienes estuvimos presentes alcanzamos a percibirlo: asistíamos a  la génesis de una obra maestra de la arquitectura. Se instalaba la primera piedra de un edificio que ya habitaba mi imaginación por haber tenido el privilegio de recorrerlo en los planos que me mostró su autor Rogelio Salmona, con ese entusiasmo tan propio de él, en su oficina de grandes ventanales desde donde divisaba su querida ciudad a la que le había dedicado inmensos esfuerzos, los que, para suerte de todos, la convirtieron en un lugar en el que podía habitar la poesía. Esa tarde a Pacho le correspondió decir unas palabras. Me sorprendió su discurso improvisado que contrastaba claramente con los de cualquier político. Y es que Pacho no es un político como cualquiera, ahí comencé a comprenderlo. ¿Por qué terminó haciendo política este personaje que encajaría perfectamente como editor y director de un gran periódico como lo fue El Tiempo del que era en parte propietario? Esa pregunta traté de respondérmela escribiendo un artículo titulado Enfrentaremos lo que venga, cuando Pacho era uno de los precandidatos a la presidencia por el Centro Democrático: Volviendo a esa especial tarde en donde acontecía ese suceso en un terreno lleno de historia -ahí estuvo el Claustro de la Enseñanza y luego el Palacio de Justicia incendiado el 9 de abril de 1948-, recuerdo muy especialmente un aparte del discurso de Pacho en donde anunciaba que sería vecino y que pasaría con frecuencia a tomar un café y visitar la librería en el centro cultural ya construido. Inmediatamente comprendimos sus palabras: ocuparía el Palacio Lievano como alcalde de la ciudad de Bogotá. Ya ha pasado una década y esa promesa está por volverse una realidad. Nos prometieron y cumplieron que la obra estaría concluida en dieciocho meses ¡Qué tiempos aquellos! Esta exquisita obra arquitectónica fue de las últimas de Rogelio Salmona, este genio de la arquitectura que dejó marca indeleble en la ciudad. En este edificio encontramos el eje desde el cual podemos ir del pasado al presente y visualizar el futuro. ¡Con qué acierto los mexicanos supieron escoger al diseñador! El Centro Cultural Gabriel García Márquez es un gran regalo para la ciudad. Gracias a esta obra contamos con un oasis dentro del calamitoso lugar en el que han convertido el centro histórico del país estas tres últimas nefastas alcaldías a las que hemos sobrevivido de milagro. Gracias al trabajo prometeico de Rogelio Salmona en la última década de su existencia, a pesar de estar agobiado por una terrible enfermedad, dejó grandes aportes a la arquitectura de Bogotá como este Centro Cultural, la Biblioteca Virgilio Barco, el Paseo de la Jiménez y el diseño de la ampliación del Museo de Arte Moderno que esperamos ver construido en la próxima alcaldía, la de Pacho,  junto a la terminación del Centro Jorge Eliecer Gaitán que en su abandono no deja de mostrar su encanto arquitectónico. Bien lo decía Rogelio Salmona: “sólo una buena arquitectura será una bella ruina, porque será juzgada por el tiempo. Si es mala arquitectura nunca será una ruina. ¡Desaparece!”. Repasar los momentos vividos hace diez años me obliga a ver el terrible contraste con lo que estamos viviendo ahora. Hace diez años comenzábamos a salir de la oscuridad gracias a unas políticas implementadas por Álvaro Uribe, su vicepresidente Pacho Santos y su equipo de ministros. Me es grato y a la vez muy doloroso recordar esos momentos tan esperanzadores cuando el país se ha ido al abismo por culpa de un gobierno en las antípodas de su predecesor. Pacho fue elegido vicepresidente en dos periodos consecutivos con votaciones inmensas que reflejaban el ánimo y la confianza de los colombianos y así mismo llegará a la alcaldía, de eso no tengo duda.
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