Pastrana y Uribe: inaudito

Lun, 19/09/2016 - 02:43
Vivimos épocas de reconciliación. Entre menos peleemos, mejor. Hay que evitar confrontaciones inútiles y polémicas estériles para poder dedicarnos a la causa de la reconciliación. Lo que están
Vivimos épocas de reconciliación. Entre menos peleemos, mejor. Hay que evitar confrontaciones inútiles y polémicas estériles para poder dedicarnos a la causa de la reconciliación. Lo que están haciendo el gobierno del Presidente Santos y las Farc es tan grande que requiere un clima de tranquilidad, deponer odios, renunciar a la venganza, alcanzar sentidos propósitos de enmienda y lograr e impartir perdón. Pero hay circunstancias, hechos, actitudes, que no pueden dejar de comentarse so pena de contribuir al desajuste institucional y a la mala interpretación del momento. El expresidente Pastrana logró con Manuel Marulanda y su gente de las Farc el compromiso electoral de abrir un proceso de paz si ganaba las elecciones. Ganó y cumplió abriendo una negoción en El Caguán, para lo que dispuso de 50.000 kilómetros cuadrados. Tuvo un diálogo de tres años, a lo largo del cual incluso fue a visitar a los jefes guerrilleros  a sus cuarteles. Fueron nulos los resultados de ese esfuerzo, pero el doctor Pastrana tuvo todas las oportunidades  y recibió toda clase de apoyos nacionales e internacionales. El doctor Uribe llegó a la presidencia con el compromiso de derrotar a las guerrillas. Ejerció durante 8 años y cumplió su palabra de perseguir a los subversivos sin descanso. Pero también trató de encontrar espacios de reconciliación, especialmente con el Eln, con quienes habló ampliamente en Cuba. También tuvo contactos con Farc. En la guerra logró triunfos importantes y al final las guerrillas terminaron golpeadas pero campantes. Con estos antecedentes pocos comprenden las razones por las cuales dos Jefes de Estado, de los que se espera que al término de sus mandatos sigan comprometidos con el país y con el pueblo, estén tan radicalmente opuestos al proceso de paz de La Habana. Lo mucho que hubiera servido su solidaridad. Pero, bueno, en democracia hay que respetar las distintas actitudes y posiciones de la gente. Allá ellos con su equivocación. Pero resulta inaudito  que este par de expresidentes se hayan dirigido a los Jefes de Estado del mundo para solicitarles que no vengan a Colombia a la firma de los Acuerdos con las Farc, porque eso significaría inmiscuirse en la política interna de Colombia. ¡Absurdo! Y con cuanto desparpajo lo expresaron a todos los niveles de la alta diplomacia solo con el prurito de perjudicar  y de quitarle valor político al acto solemne, anhelado hace 50 años, de las firmas del doctor Santos y de Timochenko. ¡Hasta donde se llega en materia de odios! Tienen que estar muy fanatizados para no entender que a partir de ese momento se acaban las Farc. Si, hubo un amplio diálogo y acuerdos y se hicieron unos reconocimientos y vendrán unas reformas constitucionales y legales, pero no habrá más guerrilla de las Farc y todo se hará acuerdo con la Constitución y el respaldo de las legítimas autoridades. Es un logro extraordinario,  pero como no lo alcanzaron ellos seguramente no quieren que los demás de su estatura política se den cuenta. ¡Increible!.        
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