Peláez y el agarrón en “La luciérnaga”

Lun, 10/02/2014 - 15:55
En La Luciérnaga se divierten hasta el cansancio. Es el programa de humor político más importante de la radio colombiana hace 21 años. Ha afrontado sus crisis con éxito y Hernán Peláez se ha co
En La Luciérnaga se divierten hasta el cansancio. Es el programa de humor político más importante de la radio colombiana hace 21 años. Ha afrontado sus crisis con éxito y Hernán Peláez se ha consolidado por sobre todos los vientos huracanados, incluyendo un cáncer “que casi lo pone a viajar”. Los problemas han sido externos (presiones del gobierno y los políticos) y pocas las divergencias personales entre los miembros del equipo. Por eso resulta “interesante” el agarrón que hoy sostienen Gardeazábal y Claudia Morales y –especialmente- por la forma como toree la situación el director. Con el coro de sus once perros ladrando al fondo, Gustavo Alvarez Gardeazábal explica su incomodidad: “Es su estilo, la actitud. Ella califica y estigmatiza. No podemos ser la corte suprema alterna. Tiene un comportamiento periodístico que no es el que Hernán Peláez (el director) nos ha enseñado. ¿Hay una crisis interna en La Luciérnaga? No, no, no. Usted sabe cómo es Peláez. Yo repasé muchísimo lo que dije el viernes anterior. El tono en que lo dije era airado, inconveniente para el programa, aburridor. Pero vuelvo a dejar mi tesis: nosotros no somos Corte Suprema alterna. ¿Han tenido otras diferencias al aire? Sí, desde el primer momento de su llegada. Sin embargo, creo que el programa necesita equilibrios y los equilibrios lo dan los poderes y los antipoderes, los blancos y los negros, y eso es lo que ha querido Peláez que sea, pero no que se llegue a esos extremos. Y usted quiere a la contralora Morelli, mientras Claudia la odia... Aquí el problema no es por querer o no querer, es simplemente por razonar. Claudia Morales -en la otra orilla- explica sus diferencias con el escritor y periodista tulueño: En ningún caso hubo nada agresivo de mi parte contra él como nunca lo ha habido a lo largo de este año y un mes que llevo en el programa. No hay ningún agarrón, como usted lo señala. Hablar de estos temas es como si yo tuviera un problema con mi esposo en la casa y decidiera ventilarlo en público. Creo que este tipo de cosas cuando ocurren entre colegas de un mismo equipo de trabajo nunca deben plantearse públicamente porque nuestro fin primordial es debernos a los oyentes. Y les faltamos al respeto cuando ventilamos un conflicto interno o personal como en el caso de Gardeazábal conmigo al aire. ¿Tienen, entonces, un conflicto personal? Creo que él lo ha planteado de esa manera, al contárselo a la audiencia. El respeto obliga a plantear los problemas personales fuera de los micrófonos. La gente no tiene por qué darse cuenta que hay un problema adentro. La Luciérnaga tiene un director, Hernán Peláez, que ha hecho un programa exitoso en los últimos 21 años. Me vinculó a su equipo porque consideró que podía aportarle algo. Si a alguien del equipo no le gusta lo puede plantear en privado. Hernán nunca me ha criticado, nunca me ha censurado, nunca me ha dicho que yo me equivoco. Pero resulta que que ahora por encima del director hay otra persona que empieza a censurar mi manera de llevar el papel en el programa. Eso no lo entiendo muy bien. Peláez en ningún caso ha planteado que mi llegada haya significado un desastre para el programa, como lo ha planteado Gardeazábal. No pretendo que Gardeazabal se sienta feliz conmigo ni que me adore ni que yo le parezca lo máximo. No, está muy bien que no le guste. ¿Las diferencias surgen del respaldo que le ofrece Gardeazábal a la contralora? Yo digo las cosas por su nombre y en este país eso tiene un costo. No tengo agenda política propia, ni amigos en la política a quienes me dedico a defender. A Gardeazábal le ha molestado que diga que Emilio Tapia es un ladrón, que para mí lo es. Le ha molestado que yo hubiera cuestionado las acciones que tomó el gobernador Guerra Tulena cuando sacó de su bolsillo 700 millones de pesos para zafarse de una investigación por detrimento al Estado. Le molestó que un día, un juez que dejó libre a un bandido de las Bacrim, yo hubiera calificado a ese juez no recuerdo con qué palabra, y le molestó que dijera que la Contralora era una vergüenza al igual que el fiscal y el procurador por la pelea que han tenido, porque al final del día lo que hacen es poner en riesgo la credibilidad de la sociedad frente a la justicia. ¿Ellos todos serán amigos de Gardeazábal? No tengo la menor idea, yo no sé si son amigos o no. A él le parece que emito juicios sin darle la posibilidad a las personas de que se defiendan. Para mí es claro que un señor que colabora con la justicia contando cómo se robaron la plata del distrito, así no lo hayan vencido en juicio, pues es un ladrón porque claramente ha robado plata de su bolsillo y de el mío. Y si a él le molesta y le parece que es agresivo que diga que es un ladrón, tengo que decir que seguiré diciendo que es un ladrón. ¿A dónde va a parar esta discusión interna en La Luciérnaga? El director es Hernán Peláez y nunca me ha censurado. Puedo dar una lista importante de lugares donde he trabajado y nunca se me ha planteado un conflicto públicamente entre nadie de nosotros, de los que trabajamos. Seguiré haciendo mi trabajo como es, salvo que Hernán me llame al orden y diga que algo debe corregirse. Yo lo respeto a él, no tengo porqué seguir instrucciones de nadie más.
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