Plegaria por una Venezuela vergonzante

Dom, 21/04/2013 - 01:08
Pobre Venezuela, aquella que aún confía en la democracia, pobre país vecino atracado por la casta chavi

Pobre Venezuela, aquella que aún confía en la democracia, pobre país vecino atracado por la casta chavista que asaltó la buena fe e impuso ferozmente su voluntad con desprecio a la mitad de la población, esa a quien el poder anclado acusa con cinismo de la triste muerte de quienes protestaron por esta violencia que generó la rabia del palpable abuso.

Mucho se escribe y mucho falta aún por decir y recalcar sobre el bochornoso caso de fraude de las elecciones en Venezuela. Podría uno remontarse muy lejos en estos catorce largos años “bolivarianos” de autoritarismo y tergiversación de la democracia; sin embargo para no alargarnos, limitémonos al lapso que comenzó en la engañifa premeditada que fraguaron los chavistas mientras su ominoso líder agonizaba en la Habana y que a todo precio intentaban ocultar; con gran desvergüenza anunciaban que la recuperación de su salud –gracias al milagro de la adelantadísima medicina cubana– era inmediata, que ya el moribundo había entrado en fase final (no supimos leer: final de su vida), fotos arregladas lo mostraban sonriente al lado de sus hijas, decretos firmados de su propio puño agonizante, el sátrapa estaba consciente y gobernando, anunciaban desde la nueva sede de gobierno venezolano: La Habana. Así lo querían posesionar, juramentar –en acto privado, eso sí–, exigían los encubridores. La oposición impotente y marginada exigía que terminaran con ese secretismo y ocultamiento, y como respuesta obtenían: traidores a la patria, oligarcas y enemigos del pueblo. Ni siquiera fue clara la fecha del deceso del mal émulo de Bolívar, pero todo apunta a que acaeció en la Habana ante los ojos de los dictadores Castro, aterrados de perder las prebendas con las que han hecho sobrevivir su anacrónico y despótico sistema comunista. Algunas fotos evidenciaron como el ataúd del comandante fue cambiado, el tiempo les fue suficiente para poner adentro el cadáver traído de la Habana, tan mal conservado que impidió el embalsamamiento eterno de este “gran prócer”. El futuro permitirá esclarecer tan burdo timo. Pero vengamos al presente y dejemos que la historia, ojalá pronto, desenmarañe estos hechos tan propios de los regímenes totalitarios que cualquier cosa se creen permitida con tal de no perder la cómoda poltrona en la que estacionan impunemente sus dictatoriales nalgatorios: en nombre del pueblo, por supuesto. Y para evitar que el poder se les escapara, el heredero –entronizado por Chávez antes del último viaje a Cuba, que él sabía sin retorno– se posesionó prontísimamente en el trono en el que ya ilegítimamente estaba instalado. La constitución venezolana, esa vapuleada cartilla azul que estos señores fabricaron a su medida, no les fue suficiente ni exhaustiva para las patrañas inimaginables; se contentaron ramplonamente con esgrimirla con fanatismo, populismo y orgullo simplista como prueba clave de su “democracia”. Esa misma cartilla que estipula como reemplazante del difunto al presidente de la asamblea, pero que el Tribunal Supremo de Justicia –un indudable apéndice del poder chavista– reunido en cónclave determinó lo contrario, y Maduro se quedó al frente del gobierno para hacer mejor su campaña, impedir que su opositor se expresara equitativamente, para desmedirse en el uso de lo medios oficiales que son casi todos los existentes, para utilizar indiscriminadamente los recursos del estado, y, claro, para manejar mejor los votos y el simulacro de campaña. Llegó el 14 de abril de 2013, el día de la votación y de la gran bufonada. Con el moderno sistema electrónico que adquirieron a no sé que imperio, tan solo bastaba hacer un clic informático para obtener un resultado inmediato de las gestas electorales. Como el resultado les fue adverso, tal parece, entonces los señores del Consejo Nacional Electoral –todos devotos chavistas– se encerraron durante más de 4 horas a deliberar. ¿Qué se dijeron? Es fácil imaginar la componenda a la que se libraron y que finalmente sin pudor anunciaron: Maduro había ganado por un margen de 260.000 votos. “Tendencia irreversible” la apellidaron como dogma bolivariano. Irrisorio, sin ningún control, ni auditoría. Ah, salvo la de Teodora, alias “Piedad Córdoba” que aseguró la perfecta normalidad del resultado. ¿Cómo lograría concluir tal cosa esta apasionada admiradora del comandante fenecido así como de las Farc? Los designios de los chavistas son inescrutables, acaso su líder no está a la diestra de dios desde donde ya hizo varios milagros, el más sonado nombrar al nuevo papa, y luego, cual espíritu santo, transustanciándose en pajarillo cantor para seguir dictando sus antojos, tanto le faltó por decir que ahora sus trinos serán eternos. ¿Será a esta democracia a la que se refiere William Ospina cuando sin empacho afirma que Chávez no solo inventó el socialismo del siglo XXI, sino también una nueva forma de democracia? Vaya, este escritor que tanto admiramos, lo hace mejor en sus ficciones novelescas que en sus fantasías políticas. Y Capriles, el opositor, el ganador de la contienda es ahora acusado de apátrida por osar desafiar la voluntad póstuma del nuevo santo, Chávez Frías, y de su triste legado que no es banal: desangre económico, social y político de nuestro vecino país, a lo que añadió, como si poco fuera, una de las peores inseguridades del planeta, incrementó y cambió de manos la corrupción, el nepotismo y el desabastecimiento de los productos básicos. A él, a Capriles, además de enlodarle su vida privada para mejor desestimarlo, le quieren hacer pagar su insolencia con cárcel. Clama este por un justo reconteo de votos, ese que nunca se hará porque el nuevo sátrapa ya está atornillado en el trono y de allí será difícil bajarlo, utilizará su arsenal de verborrea barata y de represión para imponer los dictámenes del más allá. Y entonces para avalar la “clara victoria” de Maduro se convoca a Unasur, ese organismo que Chávez, con la complicidad de su camarilla, parió para escapar de la OEA y de otras organizaciones “imperialistas”, y así para poder manipular mejor a Latinoamérica con sus petrodólares y sus amenazas armamentistas; y allí se hizo ungir con el beneplácito de todos. Colombia carga con esta vergüenza. Ahí Santos el gran experto en vaporización de ideas y problemas, y en remedo de lo que hizo cuando “destrabó” la relación con Venezuela creando a granel etéreas comisiones, todas ficticias e inoperantes, apoyó un reconteo de votos, eso sí cuidándose bien de no proponer el aplazar la posesión del usurpador hasta tanto este procedimiento arrojara resultados contundentes y veraces. Santos sabe que este reconteo nunca se hará, al menos con una auditoría necesaria e imparcial. Es que su propia reelección, en la que tanto se empeña y que ahora suplica solo por dos añitos más, depende de que su turbio proceso de paz salga adelante, y para eso necesita un chavista que le colabore con las Farc, las proteja, las aloje y les garantice impunidad. Pobre Venezuela que sufre dictaduras hereditarias mientras Santos, el "demócrata", felicita elecciones mal habidas y cierra cómplicemente ojos y oídos para que no se le desbaraten sus artificiales alianzas con sus nefastos "nuevos y mejores amigos". Triste el hecho y luctuoso el encubrimiento colombiano que además nos expone a una “aventura comunista que nos retrasará por décadas” como lúcidamente lo advierte Saúl Hernández en su última columna. Ante todo esto despropósito, burla y fraude, que se nos permita el paliativo del reír para no sucumbir en inconsolable llanto: Maduro declara, con su habitual brillantez mental “Hay una mitad mayoritaria y hay otra mitad que es minoría”. Recuerda bien a Cantinflas cuando decía: "Razones fundamentales que todo conglomerado debe entender son tres: La primera, la segunda y la tercera". Al menos este era gracioso y no fungía de Presidente....  Amén.
Más KienyKe
El alcalde electo de Medellín responsabilizó a la administración liderada por Daniel Quintero de vulnerar los derechos de la docente embarazada.
El Gobierno de Gustavo Petro y las principales EPS preparan un nuevo proyecto de reforma sanitaria tras el rechazo del anterior en el Congreso.
El presidente de Colombia, afirmó que la reforma pensional aprobada por el Senado mejorará la vida de millones de personas.
El reconocido y popular comediante estará nuevamente en el programa de RCN tras ser el séptimo eliminado.
Kien Opina