Se difunden con rapidez, la web es un excelente medio. Los mensajes a los celulares no se hacen esperar. Son los textos que previenen a la ciudadanía sobre nuevos métodos criminales. Puedo parecer loco, o fuera de la realidad, pero cada vez que me llega uno de estos mensajes lo borro, rápidamente y sin contemplaciones.
Los mensajes generalmente son sobre nuevas o viejas formas de robar en un cajero automático, en la calle al peatón o al conductor cuando el carro está en el semáforo. También advierten de los apartamenteros, de los timos por teléfono, pero la verdad es que hasta ahí sé, ya que sigo haciendo "delete, delete" como dicen los muchachos. Así vaya en contra de la lógica general, de la razón. Mis sentimientos me impiden leerlos.
Comprendo la buena voluntad de quien los envía. Las intenciones son las mejores, evitar un daño, muchas veces incluso corporal. Son verdaderos ya que han sucedido. Sin embargo, no comparto su difusión.
Es el temor quien nos hace enviar, recibir, leer y pasar al siguiente ser, su contenido. Es el miedo a que nos suceda un impasse, quien nos impele a actuar.
Pero, ¿qué sucede si seguimos la cadena? Primero viene el desasosiego, concomitante con la rabia de que algo así le haya sucedido a alguien, o simplemente por el hecho de que sea una realidad, de que exista la maldad y los malos. Yo diría sufrientes, pero eso es motivo de otro escrito.
Luego se instaura la sensación de impotencia. Nos sentimos incapaces de lograr que dejen de existir estos hechos, creemos a lo sumo que podremos prevenirlo, aunque múltiples ejemplos nos muestran que hasta el más cauto, tiene sus momentos de ausencia de lucidez y cae en la trampa. A mi esposa le sucedió en un cajero automático, las apariencias le hicieron ver jóvenes como el hijo que le iban a ayudar, cuando en realidad eran unos ladrones.
La desesperación no se hace esperar, si finalmente nos llega a nosotros o a un allegado. Nos culpamos, pudimos advertirle más, pudimos haber reaccionado diferente, pudimos estar más atentos a lo que sucedía a nuestro alrededor. ¡Qué desespero que a pesar de todo haya sucedido!.
Por supuesto, evitar algo, nos hemos llenado de miedo, de sentimientos negativos, de desesperanza. Hemos alimentado nuestra mente y el inconsciente colectivo con desasosiego, impotencia, culpa, rabia y desesperación o con las emociones que no quisiéramos en la vida. Esta es una de las razones para borrar los mensajes. No quiero ayudar a perpetuar un mundo que vive sumido en el temor, cuando los actos de bondad son los que imperan, los que están a la vista, si aprendemos a mirar.
No sé hasta que punto este mismo mensaje reviva momentos dolorosos en quien lo lea. Tengo la confianza y la fe de que si logramos centrar nuestra atención en lo positivo, el mundo un vuelco dará.
