¡Qué asco!

Mar, 12/02/2013 - 01:03
Hay cosas que se hacen y son legales en el sentido de no infringir ninguna norma, pero son amorales porque ofenden a la sociedad. Eso es lo que pasa con el señor Procurador cuando hace despliegue de
Hay cosas que se hacen y son legales en el sentido de no infringir ninguna norma, pero son amorales porque ofenden a la sociedad. Eso es lo que pasa con el señor Procurador cuando hace despliegue de poder y derroche de dinero en el matrimonio de una de sus hijas. Esa muchacha tiene todo el derecho de casarse por la religión que quiera, de recibir la bendición del más alto prelado y dar la misa de cabeza, si así se le viene en gana. Es su prerrogativa y nadie puede criticarla por eso; pero su padre, defensor del bien público, máximo vigilante de la honestidad y el cumplimiento de las normas, hace mal, muy mal presentándose como un reyezuelo ante el cual tienen que arrodillarse gobierno, cortes y políticos. La fiesta de matrimonio de la hija del Procurador es un mal ejemplo y un pésimo precedente, además de una ostentación desvergonzada que resulta una burla para las gentes humildes y un escandaloso desafío a una opinión pública ya asqueada de su clase dirigente. En primer lugar ese contubernio que al calor de la champaña mezcló al investigador con sus investigados con la disculpa de un evento social, no le hace honor a la rectitud que debe prevalecer en la justicia. Se dirá que una reunión social de carácter privado no se le niega a un amigo, pero si la conducta de ese amigo está siendo revisada por la procuraduría, ¿cómo así que llega en corbatín o en pieles a saludar con venia y regalo al jefe de esa Procuraduría?. Eso da asco. En segundo lugar, la presencia de algunos magistrados que deben su nombramiento a los buenos oficios del Procurador, refuerza el sentimiento que se ha creado de que tenemos una rama judicial politizada, tomada por el clientelismo y los favores mutuos entre Ordóñez y las Cortes. Y esto también da asco. En tercer lugar, el despilfarro. Según la columna de Daniel Coronel en Semana, la reunión costó alrededor de 90 millones de pesos. ¿Será que el Procurador y la alta dirigencia de Colombia no se dan cuenta que ese derroche ofende a quien no tiene ni un pan duro para comer? Claro que Ordóñez puede hacer lo que le plazca con su plata, puede tirársela en una fiesta ridícula, en viandas y champaña, pero nosotros tenemos derecho a rechazar esa farsa social de un hombre que se dice católico, que reza con devoción, pero se da el lujo de despilfarrar en una cuantas horas recursos que un colombiano  del común no conseguirá en toda su vida laboral. Eso sí que da asco. Y finalmente, la farsa religiosa, una ceremonia traída de la caverna, ejercida por sacerdotes que se pasaron por la faja las enseñanzas de Juan Pablo II y con la que se burlan de los más elementales principios católicos que ellos mismos dicen profesar: humildad y pobreza. Ay, señor Procurador, después de este show social no nos venga a dar sermones de moralidad a las mujeres, a la población LGBTI, a los descreídos de Dios, etc. Porque eso también nos da asco. Su hija, desposada, tenía derecho a su fiesta, pero con sus amigas y amigos y usted la metió, no sé si con el consentimiento de la muchacha, en una farsa política que para lo único que sirvió fue para decirle a la “dirigencia” de este país, que usted está por encima de ellos. Afortunadamente este evento nos está permitiendo verle las orejas al lobo y darnos cuenta que tipo de gobernante sería usted, algo más parecido a un faraón que a un presidente, si es que llega la mala hora de que se decida a ser candidato. ¡Dios libre a Colombia de tan nefasta influencia!, porque eso daría asco, mucho asco. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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