Sexo Precolombino

Mié, 26/09/2012 - 09:02
Nada más parecido al Paraíso que el continente nuestro donde evas y adanes viringos solo debían estirar la mano para obtener comida y no trabajaban sino estrictamente para suplir necesidades primar
Nada más parecido al Paraíso que el continente nuestro donde evas y adanes viringos solo debían estirar la mano para obtener comida y no trabajaban sino estrictamente para suplir necesidades primarias. El tiempo para la molicie que es el tiempo para disfrutar de cuerpos, amores y sexo era infinito sin lunes a viernes en la América de la preconquista. Hermosas mozuelas deambulaban por selvas y ciudades americanas luciendo a Dios y a los hombres sus atributos morenos y permitiendo ser poseídas sin más requisitos ni ambigüedades que el impulso del deseo, hasta que los morbosos hispanos barnizaron de malicia la desnudez y entonces se cubrieron pero siguieron siendo sensuales, tal vez más sensuales. De Malinalli Tenépatl, o doña Marina o Malintzin o Malinche, cuya hermosura llena quinientos años de millares de páginas dice Moratín en Las Naves de Cortés destruidas “Reina parece de la indiana zona varonil y hermosísima amazona” Arte Erótico Precolombino La hechicera Leonelda, la india Catalina y muchas otras beldades prehispánicas trascendieron por su encanto los siglos, porque la América indígena tuvo también venus y afroditas entre sus hembras como las griegas y las romanas, que igualmente fueron esculpidas para la inmortalidad, tan sensuales que hirieron el pudor de frailes inquisidores y las destruyeron, afortunadamente bajo las piedras de las ruinas mayas, aztecas, chibchas, caribes, incas, algunas figuras que emanan erotismo y sexo sobrevivieron a la barbarie civilizadora. Del arcano subsiste la costumbre sexual de parejas motilonas con exquisito concepto de lo sensorial que copulan al vaivén de la hamaca, sin moverse, disfrutando de cada leve bamboleo durante horas y horas, sin que nadie los interrumpa ni acose. Los aztecas consideraron que la cópula era exclusivamente para fecundar y pecaminoso el placer sexual con fines diferentes al de la procreación, sin embargo crearon una diosa que unía al amor profano y al amor sagrado: Xoxhiquetzal, la deidad que vestida simbolizó a las novias y desnuda a las prostitutas. Los pintores aztecas trataron el tema sexual tan discretamente, que las escenas entre parejas se ocultaban tras sus vestidos, en cambio los mayas, comerciantes y sacerdotes, nos dejaron obras en las cuales predomina el sexo entre dioses y mortales, las pinturas sobre papel de higuera que se han encontrado en Guatemala y México (Códice Borgia) son explícitas en la unión carnal entre seres mitológicos y mujeres mayas. Sexo Prehispánico Al igual que en las culturas europeas el falo se repite con frecuencia como representación erótica en las culturas prehispánicas, los mayas le rinden tributo como instrumento creador y tallado en piedra se utilizó de adorno en fachadas y construcciones, destruidas casi todas en la conquista por el celo puritano de los frailes de doctrina y por los capitanes fundamentalistas que llegaron con ellos. En la Sierra Nevada de Santa Marta, también se rindió tributo al falo y se le talló en madera, piedra y cerámica, incluso como asa de la vasija ceremonial; y en la cultura Tumaco, la más rica en vestigios eróticos, subsiste un universo de arcilla lleno de figuras dedicadas al sexo y al amor, parejas tomadas de las manos, abrazadas, entrelazadas, hombres jaguares con el pene erecto y cabezas humanas con forma fálica. Los indígenas que habitaron el territorio del departamento de Nariño dejaron vestigios de cerámica y orfebrería con parejas copulando, completamente vestidas, como si el frío del altiplano las cohibiera, mientras que en el museo Larco Herrera, de Lima, en el Perú se aprecian figuras eróticas pertenecientes a la cultura Mochica, desinhibidas en diferentes actividades sexuales, en ella son curiosas las referencias de animales como objeto sexual, especialmente de burros y ratones. El comportamiento sexual y el concepto de lo erótico variaban de tribu a tribu, los muiscas, al contrario de los aztecas, permitían a la mujer gozar de libertad sexual antes del matrimonio, pero una vez casada era condenada a muerte si cometía adulterio. Al matrimonio llegaba la mayoría de nuestras indígenas con bastante experiencia, de ahí que no sorprende el relato de Michel de Cuneo, compañero de Colón en su primer viaje, quien recuerda que antes del oro los conquistadores encontraron y se saciaron abusivamente con las hermosas mujeres de estas tierras. Desde el primer desembarco de Colón en América se capturaron indígenas para ser mostrados ante sus monarcas de Castilla y se presentaron episodios de violencia sexual contra mujeres indígenas. Michel de Cúneo cuenta cómo capturó a una mujer, cuya "propiedad" le fue confirmada por el Almirante y con la que mantuvo relaciones sexuales forzadas: “Mientras estaba en la barca, hice cautiva a una hermosísima mujer caribe, que el susodicho Almirante me regaló, y después que la hube llevado a mi camarote, y estando ella desnuda según es su costumbre, sentí deseos de holgar con ella. Quise cumplir mi deseo pero ella no lo consintió y me dio tal trato con sus uñas que hubiera preferido no haber empezado nunca. Pero al ver esto (y para contártelo todo hasta el final), tomé una cuerda y le di de azotes, después de los cuales echó grandes gritos, tales que no hubieras podido creer tus oídos. Finalmente llegamos a estar tan de acuerdo que puedo decirte que parecía haber sido criada en una escuela de putas”. Twitter @mariojpachecog
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