Sobre el no o la abstención

Jue, 21/07/2016 - 14:26


“NO o ABSTENCIÓN”, he ahí el dilema. Este no es un asunto ideológico o de principios. Muy respetables la tesis sobre no legitimar el acuerdo; tiene un gran valor moral la pre
“NO o ABSTENCIÓN”, he ahí el dilema. Este no es un asunto ideológico o de principios. Muy respetables la tesis sobre no legitimar el acuerdo; tiene un gran valor moral la predica de la abstención. Pero el debate es sobre la táctica y nada más. El uribismo nunca le reconocerá legitimidad a un acuerdo del Estado que entronice a una banda criminal en la política. Por más que ganase el sí, resistiríamos la decisión; pondríamos en entredicho esa claudicación en el debate presidencial del 2018. La ley de plebiscito que aprobó el congreso es una simple ley de umbral. Ahí está la respuesta al dilema. Al declarar la Corte exequible la trampa del guarismo ridículo del umbral (4 millones 388 mil votos), le quitó cualquier opción a la táctica de la abstención. En cualquier caso Santos superará el umbral ridículo. Bastarán los votos cautivos de los partidos del gobierno, incluidos Polo Democrático y Verde, más unos cuantos votos que apoyan por convicción al Sí, y lo traspasan. De esa manera la abstención quedaría ahogada en un laguito de cuatro millones de votos. Uno concurre a los eventos políticos por activa o por pasiva. La forma pasiva en este caso, es decir, la “abstención activa”, es un instrumento táctico perverso e inútil si el combate no es contra un umbral alto (17 millones sería el umbral sin la trampa inventada por Roy Barreras). Ahí la abstención pesa porque no se le hace el quórum al enemigo. Los partidos anarquistas del siglo XIX y primera mitad del XX recurrieron a ella. No arriesgaban nada y siempre se hacían la ilusión de haber ganado. No había método científico para medirse frente al voto; y los promotores, por su nihilismo, nunca evaluaban el resultado. Pero cuando la abstención no tiene efectos frente al umbral, su resultado es monstruoso. Abre un boquete para el triunfo fácil del enemigo. La abstención predicada y defendida por partidos democráticos de derecha ha sido un desastre. Un ensayista español escribió el texto, “El no votar siempre ha fracasado demostrablemente en la historia como medio de protesta”. Y trae varios casos que son apabullantes. El de las elecciones de Jamaica (1983), que tuvo un 97,3% de “abstención activa”. La consecuencia fue que el 2.7% de los ciudadanos le dieron el poder a los corruptos por seis insoportables años. Venezuela, igualmente, apenas se está reponiendo del vacío que creó el retiro de la oposición democrática de las elecciones de 2005. Creo que en su fuero íntimo Uribe está decidido a dirigir el No. Lo vería fuera de base predicando la abstención contra un umbral de 4 millones de votos. Si algo tenemos para una campaña del No en un plebiscito, son las fortalezas nuestras y debilidades ajenas. El ciento por ciento del voto uribista es por convicción o por intuición. Es el voto de ciudadanos que creen en el mensaje, las consignas y la orientación de Uribe. Habrá escollos logísticos para movilizar la votación; pero nos haremos moler por sortearlos. Si nuestra esperanza de triunfo estuviese en los buses, tamales y billetes de 50 mil, estaríamos totalmente perdidos. Si nuestra esperanza estuviese en los comités de políticos profesionales o en el trámite de intereses y coimas, estaríamos perdidos. Este será un enfrentamiento Uribe versus la alianza Santos-Timochenko. Recuérdese que una vez se firme el acuerdo, las Farc trasladarán sus fichas a un campamento central desde dónde se moverán libremente por todo el país 60 forajidos forrados en billetes e infatuados con su sensación de “haberse salido con la suya”. Resistirlos a ellos, a los tenientes políticos de la Unidad Nacional y a Santos mismo; será una tarea para la que se necesitarán argumentos, convicciones, elocuencia, acceso a medios de comunicación y mucha decisión de trabajar. Creo que eso es lo que nos sobra. Las marchas del dos de abril deben ser el punto de referencia para medir nuestras posibilidades y no las elecciones de octubre, llenas de clientelismo e intereses. Y el acento, el énfasis, el esfuerzo principal se debe concentrar en las capitales y lograr que la conciencia, las ideas, las convicciones se conviertan en la fuerza material que mueva a los votantes. Contamos con la verdad, con la razón. Ese es nuestro principal respaldo. Contamos con el espejo de Venezuela. Con diez y siete años de sufrimientos de un pueblo que no supo resistir el ascenso de un criminal al poder. Ese es nuestro respaldo histórico para convencer a millones de colombianos de que no podemos hacer lo mismo. Y contamos con la superioridad intelectual y moral; el carisma del líder del No, Uribe. Al frente de un titán de la política habrá, guiando al sí, un inframoral, Timochenko y un presidente corrupto, ineficiente y sin principios. Veremos cómo el debate se convertirá en pedagogía y la pedagogía en decisión de movilización y la movilización en votos. El resultado del No es una incógnita. Incluso para Santos y Gaviria que están muertos del miedo. Lo de las “banderas negras” es una muestra gratis de su desespero, lo que los lleva a mentir tan descaradamente. En cambio el resultado de la abstención estaría cantado: ¡nada de nada. Por eso, precisamente, propondré al partido hacer campaña por el No.
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