Cielo González Villa, gobernadora del Huila que acaba de ser destituida (por uno de los muchos episodios de saqueo a Neiva), era un tímida abogada al servicio del Instituto de Bienestar Familiar, obligada a saltar a la política por “un problemita familiar”.
Del anonimato pasó a ser Diputada y después alcaldesa de la capital, donde –con descaro– se dedicó al pillaje de los dineros públicos, que ocultó muy bien en su condición de “heroína”, así llamada reiteradamente por el Presidente Uribe, que la visitaba con frecuencia.
Su hermano Carlos Julio (de profesión sicólogo) hacía campaña para ascender del Concejo de Neiva a la Asamblea del Huila, cuando estalló un escándalo que indignó a la muy conservadora y pacata sociedad huilense.
El asunto tenía que ver con el matrimonio de Juan Carlos Villany y la entonces gerente de Aguas del Huila, la muy bella Ángela María Cuéllar, asunto muy publicitado por la importancia de los personajes y sus familias.
Dos o tres meses después, la señora Cuéllar salió a contar que seguía siendo señorita porque su marido no cumplió con sus obligaciones conyugales. Y propaló la versión de que había encontrado a su cónyuge en un “trencito” sexual con otros dos señores de Neiva.
El padre de la frustrada y ofuscada esposa, el exmagistrado Cristóbal Cuéllar Quevedo, escribió dos columnas famosas en el Diario del Huila sobre el tema. En una dijo que “un bisexual ahora descubierto, apostó y ganó a un amigo también de costumbres raras, que llevaría al matrimonio a una dama, y lo alcanzó”.
En la otra manifestó: “…Estas manías enervantes y actuaciones que son expresión de la mayor hipocresía y desviación moral, son ayudadas a ocultar por algunos seudoasesores sicológicos que cubren u ocultan similar y asqueante ropaje de vergonzosa desviación sexual y moral”.
Carlos Julio declinó sus aspiraciones y cedió el turno a su hermana, que rápidamente fue conocida a través de una agresiva y costosa campaña publicitaria, que se convirtió para la picaresca opita en motivo de chistes por el poco parecido entre la modelo de los avisos y la joven en campaña.
Pasó por la Asamblea, mientras Carlos Julio se hacía elegir Representante a la Cámara. Ella en la alcaldía promovió con ostentación a su hermano al Senado y éste la comenzó a mencionar como futura gobernadora.
Las Empresas Públicas de Neiva, en manos de John Ramos Araújo, cambiaron su estructura jurídica para convertirla en la caja menor de los González, donde se hicieron los mayores “torcidos”, que ahora investigan penalmente las autoridades competentes.
Según la Contraloría General, en su momento, miles de millones de pesos fueron ejecutados en forma directa y fraccionada, sin una debida planeación. “Se capitalizó una empresa que ha demostrado ser ineficiente, con unos excesivos gastos de administración, presunta nómina paralela y una gran cantidad de litigios y demandas”.
El día de las elecciones para el Senado 2006, el radioaficionado y veedor público Carlos Peinado grabó las comunicaciones que durante toda la jornada sostuvieron funcionarios de la Alcaldía. Durante ocho horas desfiló casi toda la administración municipal en el trabajo no de cuidar el proceso sino de conseguir votos para Carlos Julio.
La Procuraduría de entonces no encontró legal ni importante el asunto, pero a Peinado le lanzaron una granada que explotó al interior de su vivienda.
Hubo otro escándalo (la lista es larga), al margen de los múltiples hechos de corrupción, en tiempos de la alcaldesa González:
César Augusto Perdomo, conductor del carro que transportaba a Carlos Julio González Sánchez (el padre de la funcionaria y el entonces senador) resultó muerto. El patrullero de la policía Luis Edwin Cubillos, gravemente herido, logró pedir auxilio para salvar al anciano. El Huila se conmovió y realizó marchas de solidaridad.
Tras intensas y rápidas investigaciones, quedó claro que “el viejo pati-caliente” tenía novia, Johana Sánchez Moreno, a quien visitaba en el momento del atentado. La mujer fue detenida por presuntos vínculos con la guerrilla.
El hecho destapó una oleada de denuncias contra el padre de la Alcaldesa, quien tramitaba puestos en la administración y acosaba quinceañeras. El mismo González había sido sancionado años atrás con suspensión de la tarjeta de abogado por hechos que van desde faltas a la debida diligencia profesional hasta el extravío de títulos valores.
Sin embargo, “el hábil”, negociante y temible de la familia es otro. Se llama Celiano. Y merece –algún día– historia aparte. Una acalorada tarde política en Neiva, frente a muchas personas, me mostró su pistola que cargaba al cinto.
“Y soy capaz de usarla”, me dijo.
