Trumpmanía

Impresiona al viajar por los Estados Unidos cómo el tema de Donald Trump ocupa los medios de comunicación y las conversaciones entre los ciudadanos. Nada de lo que diga el precandidato republicano pasa desapercibido. Los otros aspirantes intentan, sin mucho éxito, llamar la atención con sus propuestas pero sólo obtienen cortos titulares. Trump, sin ser un político, ha logrado sintonizarse con dos temas que sin lugar a dudas atraen a los votantes: la inmigración y la lucha contra los aparatos políticos. El tema de los migrantes ilegales es cada día más delicado. Y no es sólo en Estados Unidos. La estabilidad de la Unión Europeo está en juego producto de las olas de migración masiva procedentes del Medio Oriente, Norte y Centro de África e incluso desde naciones como la China o la India. En muchos de los países miembros de la Unión los partidos de extrema derecha, con agendas abiertamente racistas y xenófobas, han ido ganando popularidad. En medio de una profunda y prolongada crisis de empleo, el extranjero es un blanco fácil y es señalado como culpable de todos los males. A ello ha contribuido la asociación entre terrorismo, inseguridad e islamismo que obsesiona hoy a los europeos después de los recientes atentados. En Estados Unidos, el tema migratorio se está concentrando en los latinos, que son hoy el grupo de ilegales más significativo. Su demografía más dinámica, sumada al flujo reciente de nuevos desplazados como argentinos, brasileños o venezolanos, inquieta por razones diferentes a las que mueven la xenofobia europea. Los latinos se integran mal por el bajo nivel de educación pero sobretodo por dificultades de idioma. En cualquier medio de comunicación dirigido a la comunidad latina abundan las ofertas de cursos de inglés lo que ratifica que este es un serio obstáculo para la integración de las personas que llegan en la edad madura. Los latinos viven, sin importar su nivel de ingreso, en comunidades cerradas donde se habla español, se come como en nuestros países, se baila con otro ritmo y se vive pendiente del fútbol. Trump considera, de forma injusta, que los latinos son una amenaza para la unidad de la forma de vida estadounidense. Trump también es el candidato contra las maquinarias políticas tradicionales. Un multimillonario, que debería ser estigmatizado como elitista y privilegiado, es hoy el campeón de las reformas democráticas al interior de los partidos. Tanto en su partido como en el demócrata, las clientelas dominan los procesos de elección de candidatos, los presupuestos de publicidad y las agendas temáticas. Trump, muy confiado en su popularidad, exige que las normas sean cambiadas para tener en cuenta la opinión del electorado. Algo similar pide Bernie Sanders enfrentado a la candidata del clientelismo demócrata, Hillary Clinton. La democracia no es un sistema perfecto. Que Donald Trump domine la agenda temática de la campaña de los Estados Unidos o que los extremistas racistas europeos tengan el viento electoral a favor, confirma que están tocando temas que los ciudadanos consideran válidos así las soluciones propuestas parezcan extremas y peligrosas. En Colombia cada vez hay más desencanto con la corrupción, el clientelismo, la mermelada, la impunidad y el fracaso del Estado. Pronto aparecerá un Trump que ofrezca soluciones simplistas a problemas complejos que no queremos resolver. Asesor económico y empresarial migomahu@hotmail.com