¡Vaya cartillita!

Sáb, 06/08/2016 - 11:56
Desde hace un par de años el país ha vivido absorto en el debate de los diálogos de paz sostenidos en la Habana y, entre la firma de la paz y los posibles resultados del plebiscito, la mayoría de
Desde hace un par de años el país ha vivido absorto en el debate de los diálogos de paz sostenidos en la Habana y, entre la firma de la paz y los posibles resultados del plebiscito, la mayoría de los colombianos sólo hablamos de eso y sus posibles repercusiones en nuestro futuro. Los medios de comunicación y las redes sociales se han encargado de mantenernos tan inmersos en esta etapa histórica, (para bien o para mal) que era muy difícil que algún hecho o eventualidad despertara tanto interés, más allá de sentirnos esperanzados, desilusionados o indignados con el ya machacado tema de la paz. Pero este es un ‘país exótico’ y la discusión por la paz quedó a un lado, por un fuerte rumor que venía haciendo eco en algunos medios y redes; pues el rumor tomó tanta fuerza que en esta semana explotó: “El proceso de revisión y ajustes de los manuales de convivencia para los colegios públicos y privados.” ‘Señoras y señores’ (no quiero ser excluyente), si alguno (y me incluyo), alguna vez llegó al pensar en nuestra realidad, en la famosa frase del Chapulín Colorado: “¿ohhhh… y ahora, quién podrá defendernos?”; no conocíamos el instinto protector y el efecto que puede causar la furia e indignación de los padres colombianos, al ver como producto de una sentencia de la Corte Constitucional, se gestaba silenciosamente para la mayoría, los ajustes a los dichosos manuales de convivencia a manos del Ministerio de Educación Nacional y sus aliados en esta cruzada: UNICEF – Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia - el UNFPA -Fondo de Población de las Naciones Unidas- y el PNUD -Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo ,CISP -Comitato Internazionale per lo sviluppo dei Popoli y COLOMBIA DIVERSA – Organización que trabaja por la defensa y promoción de Derechos Humanos de personas LGBT. La determinación maternal y paternal para no ser tildado de excluyente, unió en un solo sentimiento a padres de todos los estratos, desde los colegios más exclusivos hasta la más humilde escuela pública, de todas las corrientes políticas , incluso creencias religiosas diametralmente opuestas en una sola cruzada y tuvo tanto eco, que, en cuestión de días (entre el 1 y el 5 de agosto 2016) el Mineducación en cabeza de la tristemente célebre Ministra que podrá tener fama de todo menos de humilde, ha tenido que salir al paso con dos comunicados escritos a la carrera, mal escaneados y firmados por su viceministro, Víctor Saavedra Mercado (el pararrayos) tratando de calmar los ánimos de las miles de familias indignadas ante la posibilidad de perder la potestad primaria de cómo educar a sus hijos en materia de sexo . Como a todo colombiano “hijo de padre y madre tradicional”, el tema no me es ajeno. Mi familia tiene muchos niños, a diario trato con muchos niños y niñas; casi todos mis amigos y compañeros de trabajo son padres y, siempre escucho y observo con mucha admiración la sacrificada y noble labor de criar, formar y educar a un ser humano, máxime si hay un vínculo de consanguineidad o aún sin tenerla. En un país tan polarizado como el nuestro, es mucho más difícil ser ajeno a las cosas que suceden. Muchas generaciones hemos crecido entre guerras, narcotráfico y violencia, con la ‘cultura traqueta’ respirándonos en la nuca, deslumbrando a más de uno e incluso, imponiendo estándares de belleza para nuestras niñas. Podemos ser un país de desigualdades abismales y polos opuestos, pero quedó demostrado que las preocupaciones y angustias de los padres en nuestro país son prácticamente las mismas y, una “cartilla” o “manual de convivencia” es claro ejemplo de esto. Interpretando un poco la angustia por esta situación me atrevo a afirmar que poco o nada ha afectado el reconocimiento de los derechos a la comunidad LGTB; esa no es la raíz de la polémica. Creo que para cualquier padre sensato, la intención de la norma es a todas luces buena y efectiva, ya que está dirigida a proteger, garantizar y tomar medidas ante el acoso escolar (bullying); acoso cibernético, discriminación y demás temas de suma importancia debido al incremento de casos de depresión, bajo rendimiento escolar e incluso suicidio; como en el caso de Sergio Urrego, quien con su dolorosamente y trágico final, fue en gran parte la acción desencadenante que forzó al Estado a tomar este tipo de medidas. ¿Cuál es la molestia de muchos padres, educadores e incluso colegios? No es la intención de la norma. Es el enfoque, su metodología de aplicación al incluir entidades para asesorar técnicamente al Ministerio en su tarea de cumplir con lo ordenado por la Corte, como Colombia Diversa, organización que trabaja por la defensa y la promoción de derechos Humanos de personas LGBT; excluyendo a asociaciones de padres de familia, educadores, especialistas en sicología y demás, para aportar al tema y entre todos estructurar los ajustes a los manuales. Eso deja la sensación de que el Mineducación, tiene intereses claramente sesgados dejando un tufillo que evidencia, que la balanza esta inclinada a proteger a la comunidad LGTB y no a todos los estudiantes o minorías en riesgo, porque no se necesita ser LGTB para sufrir de acoso, discriminación, racismo o simplemente pura y física maldad por parte de los compañeros de colegio. Parece que, en el afán desmedido por proteger a algunos, a los que tanto fomentan la inclusión, se les olvidó que la diversidad no es asunto sólo de género o sexo; ¿dónde quedan la diversidad de cultos, razas, creencias, lenguas, dialectos, idiomas, corrientes ideológicas, etnias y etc.? También se les iba olvidando, que por mucho que se pretenda proteger un derecho, nadie tiene facultades para vulnerar otros, como el que tienen los padres de elegir el cómo quieren educar a su hijo. Señores padres de familia mi más profunda admiración, ojalá el resto del país los tome como ejemplo para hacer causa común, basados en el amor a los hijos para defender sus derechos; el verdadero amor es capaz de unir el agua y el aceite. Si a cambio de los negociadores de paz que envió el Gobierno a La Habana, hubiese enviado una delegación de padres aguerridos y echaos pa’lante como ustedes, hoy la historia sería otra; porque en este país, ¡todavía se hace lo que los papás digan!
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