Virus y visitas peligrosas

Mié, 23/01/2013 - 09:01
Acabo de llegar de vacaciones en la Costa: Barranquilla en su perfección de enero y febrero, Cartagena llena de colombianos y no colombianos con algunos ingleses, importantes en lo que vamos a narrar
Acabo de llegar de vacaciones en la Costa: Barranquilla en su perfección de enero y febrero, Cartagena llena de colombianos y no colombianos con algunos ingleses, importantes en lo que vamos a narrar. La mezcla de población nativa y extranjera es un caldo de cultivo para diversas enfermedades y problemas. Queremos recordar algunos detalles de historia cartagenera por la frecuente ignorancia de turistas y colombianos sobre la historia de la costa caribe. En una conversación de playa mencioné a Blas de Lezo y alguien, cachaco sí pero a fin de cuentas colombiano, añadió: Ah sí, el de los zapatos viejos ¿no? Imagino que había visitado Cartagena en un plan de todo incluido como en la recién estrenada “El Paseo 2” y lo llevaron por el monumento al Tuerto López rumbo al Castillo de San Felipe. Un poco surrealista la confusión dado que el Almirante Patapalo, sobrenombre de don Blas, era cojo, manco y tuerto pero no poeta. López de seguro habría escrito un divertido soneto con esta anécdota. Ahora, también en España se ha olvidado la historia del marino español que humilló a Inglaterra (ABC. 26/10/2012). Pero ¿quién en verdad humilló a Inglaterra, don Blas o los zancudos cartageneros? Se puede consultar el tema en un excelente libro de J.R. McNeil, “Mosquito Empires” (Cambridge University Press, 2010). El autor es hijo de William McNeil, célebre historiador quien hace más de treinta años publicó un clásico, “Plagues and Peoples”, que alimentó mi juvenil interés en la historia de la medicina y las enfermedades. McNeil “junior” discute las enfermedades ecológicas en el Caribe entre 1620 cuando empeoran los desequilibrios ambientales que causan mortales epidemias de fiebre amarilla y 1914 cuando se inaugura el Canal de Panamá, histórico triunfo de la medicina tropical. Narra el autor que Vernon llegó a Cartagena en marzo de 1741 con planes de realizar el mayor ataque por desembarco en la historia militar anterior al de Normandía por los aliados, en 1944. Contaba con unas seis semanas antes del inicio de la temporada de lluvia para conquistar la ciudad. Los españoles, comandados por Blas de Lezo y refugiados en las poderosas defensas de la ciudad, retrasaron el sitio hasta mayo cuando las lluvias eran casi diarias. Los ingleses se retiraron a Jamaica tirando cadáveres al mar, se cuenta, y Vernon “gritó a los vientos: ¡God damn you, Lezo” (ABC). Desde el punto de vista de la ecología médica la explicación es sencilla: un pequeño número de cartageneros resistentes a la fiebre amarilla por epidemias anteriores fueron visitados por un gran número de anglosajones sin inmunidad a la enfermedad, los mosquitos locales del género Aedes transmitieron el virus a los biológicamente inocentes ingleses y norteamericanos (el hermano de George Washington entre ellos), y ganaron la batalla. Quizás entonces si quisiéramos conmemorar la hazaña el monumento al marino vasco en Cartagena podría ser reemplazado por una gran estatua de bronce del Aedes Aegypti. Claro que este mosquito no lo merece pues ha matado a millones de seres humanos en la historia y sigue haciéndolo en la actualidad por su habilidad para transmitir el virus del dengue. Contra la fiebre amarilla hay vacuna mas para el virus del dengue solo podemos intentar controlar al vector, el mosquito. En el caso del dengue también son importantes las visitas amigables o no entre humanos. Este aspecto es subrayado en un excelente artículo de Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (31 de diciembre, 2012) El autor principal del artículo es un entomólogo médico, Steve Stoddard, incidentalmente casado con una inteligente caleña. Steve y colaboradores estudiaron el problema en Iquitos, Perú. Describen cómo las visitas entre casas, algunas lejanas, explican gran parte de la dinámica de transmisión del virus del dengue. Sencillamente el mosquito no se aleja mucho del área doméstica, hasta 100 metros dice Stoddard, y los humanos somos los que llevamos el virus de grupo familiar a grupo familiar. Entonces es importante no solo el movimiento del vector, los zancudos, sino también el movimiento del huésped, los humanos. En otras palabras, en el caso de Cartagena en el siglo XVIII nos visitaron los ingleses y se llevaron el virus de la fiebre amarilla o en colombiano coloquial: ¡tome pa´que lleve! Si nosotros los hubiéramos visitado, por ejemplo, sitiando Jamaica base de la armada de Vernon, les hubiéramos llevado probablemente el virus al cual estábamos acostumbrados por nuestras epidemias locales. En el caso del dengue, según el artículo de Stoddard y colaboradores, pasa algo parecido hoy. Las visitas con virus en el cuerpo, zancudos en el aire y además bacterias en las manos son arma de dos filos.  Parece esto ir en contra de una de las clásicas obras de misericordia, pero no exagere el visitar enfermos: no debe uno ir al cielo enfermando a los demás. O viceversa como dijera aquella célebre paisita.
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