En este proceso de la Fiscalía algunos están pasando de agache y no les queda bien. Se trata de los integrantes de la Honorable Corte Suprema de Justicia. Fueron ellos los que por más de un año nos tuvieron en vilo sin escoger fiscal de las ternas presentadas por el gobierno de Álvaro Uribe; primero con el argumento de que los nombres presentados no eran elegibles y luego al recomponerse la terna, con la imposibilidad de lograr el consenso de al menos 16 votos para obtener la mayoría calificada que ordena el reglamento interno.
El país entero y en especial los medios de comunicación seguimos este proceso con el mayor interés confiados en la sabiduría de la Corte. Era claro el enfrentamiento con el Gobierno, en un pulso que dentro del aparente respeto de los fueros de cada uno de los poderes, terminó ganando la Rama Judicial. A regañadientes Uribe recompuso la terna pero ni aún así se pudo elegir Fiscal y tuvo que producirse el cambio de Gobierno para que apareciera una nueva terna y se diera la rápida solución a una interinidad larguísima y perjudicial para la justicia colombiana.
Los magistrados cambiaron el reglamento interno de la Corte, por una sola vez, y eligieron a Viviane Morales y todos contentos. Pero, ¿quiénes habían creado el problema? Ellos, los magistrados, que fueron los mismos que para resolverlo no se pararon en pelos y se contradijeron a sí mismos, en una votación que dejó muy mal parada la institucionalidad de la Corte. No fue sino conocer las actas de las audiencias en las que se votó para cambiar el reglamento, y entender que se estaban acomodando, presionados tal vez por una opinión pública ansiosa de resolver el tema, pero cediendo a lo que apenas unos meses antes planteaban como intransable: la mayoría calificada.
Y ahora es el Consejo de Estado el que tumba esta elección en un claro choque de trenes. Aunque la Corte Suprema parece no darse por enterada, la verdad es que le están llamando la atención, en un regaño público contundente. Pero eso no parece preocuparles, por el contrario, hasta dan la impresión de estar contentos por haberse desembarazado de una fiscal polémica. Algunos como el presidente de la Corte Suprema hasta insinuaron con la mayor indiferencia, como si no fuera con ellos el tema, que este choque de trenes se podría resolver con otro choque si la Fiscal hubiera acudido a la acción de tutela para defender su derecho a seguir en el cargo.
A todas luces en este episodio bochornoso, la que se rajó es ni más ni menos la más alta instancia de la legalidad en el país y si eso pasa con la Corte Suprema, si semejante resbalón procedimental ocurre con los más prestigiosos abogados investidos de la más alta función judicial, ¿qué podemos esperar de sus subalternos? ¿Cuál es el mensaje que se les pasa? Muy sencillo: señores jueces, señores fiscales, señores investigadores, si las leyes no les permiten hacer algo, pues cámbienlas o acomódenlas. No sé a ustedes, pero a mí esto me deja un muy mal sabor y una razonable desconfianza sobre la seriedad de nuestros magistrados.
Viviane Morales no es culpable de nada, si acaso para algunas personas de haberse casado mal casada por segunda vez, pero en cuanto a su labor como Fiscal, a su elección en el cargo y a su retiro, no tiene la menor responsabilidad. Que se juzgue a la Corte y a nadie más. Que respondan los magistrados y nadie más, porque no podemos los colombianos tragarnos el cuento de que en algunos caso, así sean muy emblemáticos, los honorables juristas podrán en cualquier momento cambiar las reglas del juego, eso no es legal y ellos están allí para guardar la legalidad.
Entonces, honorables magistrados, no guarden silencio porque el que calla otorga. O ustedes salen a defender y explicar lo que hicieron o deberían renunciar todos, aprendiendo la lección de la doctora Morales que si tuvo la dignidad de renunciar cuando se hizo insostenible su permanencia.
