Ya esto se salió de madre

Con el macabro plan de llevar a la cárcel a Álvaro Uribe se rebosó la copa. Resulta que para hacer el mandado completo el gobierno tiene que cumplir lo ofrecido a los narcoterroristas en La Habana: poner en prisión a quien desde hace décadas es su mayor enemigo. ¿Cómo es la cosa? nos preguntamos los colombianos y al no hallar respuestas claras pasamos al campo de la especulación: ¿Qué podemos suponer frente a lo que está ocurriendo justo en este momento? ¿Qué Santos, el emperadorcito con su corrupta corte, en su afán de complacer a sus amigos de las FARC y a los Castro, les dice que se abstengan de cometer un acto de barbarie, como por ejemplo un carro bomba o quién sabe qué con tal de asesinar a Uribe que es lo que más quisieran, se encargará de hacer el trabajo en forma menos sucia metiéndolo a la cárcel? Permítame preguntarle a usted, apreciado lector uribista o antiuribista, si no es lo primero que se le viene a la cabeza. Supongo que la respuesta es sí teniendo en cuenta que quien nos previene de esta situación es nada más y nada menos que el mismo Procurador General de la Nación. Santos se encarga del trabajito para que las FARC no vayan a cometer alguna torpeza que convierta su falsa paz en una terrible guerra atentando contra Uribe. Muy sagazmente anunció hace año y medio que “si atentan contra una figura importante explota el proceso de paz” y desde que lo dijo sabíamos perfectamente a quien se refería con lo de ‘una figura importante’. Pero esa declaración la dio ya hace un buen tiempo y ahora las cosas han cambiado. Santos se considera en una posición más fuerte habiendo pisoteado los ‘escollos’ puestos por un Senador de la Republica, uno más entre muchos a los que tiene acostumbrados a un servilismo atroz. Un senador y cuatro gatos, como nos han querido denominar, o perros que ladran o, lo que se le ocurrió recientemente al perfecto mediocre, los terroristas del futuro, son quienes han tenido el coraje de oponerse a quienes detectan el poder y a sus aliados que pretenden imponernos otra Colombia. ¿Se habrá visto algo así en la historia de la humanidad? Por supuesto que sí. No es sino repasar las biografías de ciertos tiranos que se iniciaron como serviles subalternos para luego, a través del engaño y la traición, hacerse al poder coronándose luego con todo y su rabo de paja pero con una capacidad inmensa de causar daño a su pueblo. Ante lo que se está planeando en la sombra a la espera del momento oportuno para dar el gran golpe, lo que se requiere es la osadía de enfrentarlo y con mayor razón cuando los ataques se dan de manera descarada en donde la maldad se expresa sin tapujos y se ejecutan con saña. ¿Por qué van por Uribe? La pregunta parece innecesaria porque conocemos hace mucho tiempo la respuesta: para tomar venganza sobre quien con valentía y efectividad los ha enfrentado para poder ofrecer a sus compatriotas una paz que siempre les ha sido esquiva. Van por Uribe para eliminar a quien con fortaleza y liderazgo ha impedido, durante años, que Colombia sea tomada por las FARC. Y también van por Uribe para colocarle las cadenas definitivas a un pueblo que se verá humillado al ver a su líder caído en desgracia. De nuevo aparecen las falsas acusaciones a las que ya estamos acostumbrados. Pueden inventar lo que sea que para eso han prostituido a la justicia, para hacer de ella una cortesana que satisface todos los deseos de los que detectan el poder. ¡Cómo si no supiéramos ya de juicios amañados que desvían la atención de los ciudadanos y crean cortinas de humo para seguir actuando en sus malévolos planes! Santos se ha hecho todo un experto en shows mediáticos y ya conoce a su bobalicona audiencia compuesta por unos cuantos miles acá y unos pocos incautos afuera. Cuando el país debería tener los ojos puestos en unas elecciones regionales que se han visto marcadas por el dinamismo de un naciente partido, demostrando en esta campaña que no todo está perdido, el presidente con un fiscal corrupto y su corte de locos se ponen en la tarea siniestra de atacar a sus opositores y esta vez de frente a quien los lidera.