El ‘Padrino’ que hizo gigante el fútbol argentino

Jue, 31/07/2014 - 08:33
“Todo pasa”, es lo que decía el anillo de Don Julio Grondona. Así se manejaba, con la paciencia y la tranquilidad que de alguna u otra forma encontraría la solución para las tormentas que cada
“Todo pasa”, es lo que decía el anillo de Don Julio Grondona. Así se manejaba, con la paciencia y la tranquilidad que de alguna u otra forma encontraría la solución para las tormentas que cada cuanto se le avecinaba a este ferretero de Avellaneda. A los veinte años tomó control de su vida, cuando asumió la conducción de la ferretería de su padre, pero su ambición era otra. Sin saber usar ni una calculadora, su interés era manejar un equipo de fútbol. Como no tenía la experiencia para trabajar en uno sobre todo en Independiente, el club de sus amores, decidió fundar un club: Arsenal de Sarandí. Junto a su hermano Héctor crearon el club en enero de 1957 y se imaginaron algún día ser campeones de la primera división, algo que se dio con Grondona en vida. La inteligencia lo hizo subir rápido en la escala de dirigentes del fútbol argentino. En el año 1972 se integró como dirigente en el equipo rojo de Avellaneda y en 1976 alcanzó la presidencia. Solo necesitó dos años en el sillón presidencial para ser candidateado a máxima cabeza del fútbol argentino y en 1979 lo consiguió. La dictadura militar de Rafael Videla lo designó de manera unilateral como el presidente de la AFA el 6 de abril de 1979. Como la película ‘El Padrino’ de Francis Ford Coppola (basada en la obra literaria de Mario Puzzo) famosa mundialmente en la década de los 70, Grondona empezó a ganarse el respeto y la gratitud de todos los afiliados a la Asociación con favores a cada uno, dándoles en algún momento y cobrándoles en otro. Lo primero que hizo fue buscar el entrenador campeón del mundo e 1978, Cesar Luis Menotti, que renunció al seleccionado pero Don Julio lo convenció de seguir y dirigir a Maradona en el mundial de 1982. Julio Grondona Argentina fracasó en el campeonato de España y todo hizo pensar que el mandato de Grondona sería efímero. En 1983 se produjeron las primeras elecciones democráticas de presidente de AFA en mucho tiempo, pero para ese entonces ya Grondona era demasiado fuerte como para ganarle una elección. Se convirtió en presidente por elección y puso a Carlos Bilardo al mando de la selección albiceleste. Eran tiempos de vacas flacas del combinado argentino y desde la presidencia de la república, hasta la charla de café de cualquier kiosco, se pedía la cabeza de Bilardo antes de viajar a México 1986. Julio Humberto Grondona lo sostuvo y su cabeza también estuvo en peligro, pero la actuación de Maradona y el título mundial en el estadio Azteca fortificaron al Pope que desde ahí se transformó en uno de los hombres más influyentes del país gaucho. “De la AFA me sacan con los pies por delante”, fue la respuesta que le dio Grondona a una oferta que recibió en 1987 para ser intendente de Avellaneda e incursionar en la política nacional. Su firmeza hizo que en 1988 llegara una oportunidad para alcanzar todo lo que siempre quiso: la FIFA lo nombró Vicepresidente primero del ente mundial. También fue el encargado de los derechos de televisión a nivel global y llevó el fútbol a otro nivel de mercadeo. En Argentina, vendió los derechos de televisión a Torneos y Competencias en 1991, algo que no gustó en varios clubes en principio, por lo que diseñaron un golpe de estado colocando a Teodoro Nitti como su contendor por inédita vez en elecciones AFA con Grondona como presidente. La elección la ganó Don Julio de manera casi unánime con un solo voto en contra. Ni la presión de Carlos Menem por apoyar un recambio en la Asociación hizo temblar el sillón de Grondona. El presidente de la FIFA en aquella época, Joao Havelange, defendió a Grondona y por él, los estatutos de la FIFA hoy no permiten que los gobiernos estatales intervengan hoy en el fútbol. Su poder se siguió incrementando y desde su vicepresidencia de FIFA llegó a ser más poderoso que los mismísimos presidentes como Havelange y luego Joseph Blatter. Previo a Corea-Japón 2002 su participación consiguió algo histórico para la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), que consiste en tener cuatro cupos y un repechaje rumbo al mundial, algo que hasta la fecha se mantiene pero sin el ‘Padrino’, peligra que esta política continúe. Conforme envejecía, su relación con los entrenadores de la selección Argentina fue cada vez más tortuosa. Quiso que José Pékerman tomara la selección rumbo a Corea y Japón pero este, más en su labor de formador de divisiones juveniles, le dijo que no era su momento y le recomendó a Marcelo Bielsa. Con el tiempo y con diferencias entre ambos, el ‘Loco’ se alejó y Grondona convenció a Pékerman para asumir. Otra de las frases inmortales de Don Julio fue aquella que le dijo a Pékerman poco antes del mundial de Alemania en 2006. “Coloca 22 hombres en la lista, que uno ya está fijo”, Grondona se refería al Lionel Messi, por el que peleó para tenerlo en Argentina y que no jugara para la selección de España. No colocarlo a Leo en el partido ante Alemania en cuartos de final del mundial hizo que la relación entre Pékerman y Grondona se tensionara y el entrenador pegó el portazo. Julio Grondona Fue el turno de Basile y luego de Diego Maradona. El ‘Pelusa’ exigió la llegada de otro caudillo de la albiceleste, Óscar Ruggeri, a lo que Grondona se opuso. Al mandamás no le gustaba para nada la actitud sindicalista del ‘Cabezón’ Ruggeri y lo vetó de estar en todo el fútbol argentino. Por primera vez alguien le ganó el pulso a Maradona y ese fue Grondona, lo que abrió un camino de discusiones con el ‘Diego’. El fracaso en Sudáfrica derivó en la salida de Maradona luego que Grondona quisiera tocarle el cuerpo técnico. Fue el turno de Sergio Batista, que por un año estuvo al mando y luego de fracasar como local en la Copa América de Argentina, Don Julio tomó la determinación por única vez de despedir a un entrenador de la selección. Su esposa Nélida Pariani le sugirió que no perdiera la oportunidad de contratar a Alejandro Sabella y así lo hizo. La selección consiguió paz pero él en su vida personal entró en la decadencia. El año 2012 le arrebató a su hermano Héctor, con el que fundó Arsenal, y luego a su mujer, lo que lo hizo sumir en una profunda depresión. Con la muerte de su señora, Grondona se retiró su anillo entendiendo que perderla a ella era algo que le suministró un dolor que no se borraba nunca más. La última sonrisa se la dio Arsenal, el club del viaducto que fundó y que ganó el título local en aquel 2012. Sin embargo, Don Julio no cumplió la promesa de retirarse de AFA y siguió testarudo, sin poder coronar el título mundial en Brasil y ante no poder convencer a Sabella de continuar, disparó su última frase: “Qué rápido se cansan los técnicos hoy día”. Así, nostálgico y emprendiendo la búsqueda de un nuevo entrenador su corazón le dijo basta y su muerte produjo un vacio en el fútbol mundial que nadie sabe cómo se llenará pero que seguro de alguna manera sucederá, porque como el ‘Padrino’ del fútbol argentino decía: “Todo pasa”.
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