A veces olvidamos que los deportistas tienen caducidad y cuando por el paso de los años se acerca el final de su ejercicio competitivo, no podemos dejar de lamentar que se vayan y que solo podamos volver a verlos en la gran cantidad de imágenes que registraron sus instantes de gloria que los llevaron a la fama y ya retirados, a convertirse en leyendas.
Son muchos, pero a la vez pocos, comparados con los cientos de miles de deportistas que compiten a lo largo y ancho de planeta, los que logran dejar una huella tan grande en la historia.
Hace unos años tuve la fortuna de conocer a Carl Lewis. El inolvidable hijo del viento, múltiple campeón olímpico y récord mundial de los 100 metros. Verlo y escucharlo hablar de sus logros fue realmente emocionante.
Con Pelé estuve en varios programas de televisión invitado como periodista en diferentes eventos. Ahí, viéndolo tan cerca, era imposible no recordar la magia que tenía con el balón y que inspiró su leyenda. De él guardo una frase: “Siempre me he preguntado, ¿por qué yo?”
A Maradona lo vi jugar y fui testigo de su inigualable México 86 en donde condujo a la Argentina a su segundo título mundial. Varias veces estuve con micrófono en mano enfrente suyo.
Cito solo algunos, pero son muchos los que esta bendita profesión me ha dado la oportunidad de conocer y entrevistar.
Las leyendas del deporte se convierten en eso porque además de haber logrado lo que otros no consiguen, tienen algo mas que los hizo brillar por encima de los demás.
Nos ha tocado disfrutar en las últimas dos décadas, de la era Messi - cristiano, verdaderos genios del fútbol que marcaron entre los dos, cerca de mil quinientos goles y se repartieron los principales premios y honores durante todo este tiempo.
¿Quién fue mejor? La sola pregunta en pasado produce nostalgia de los años idos. No hay duda de que, aun jugando y haciendo goles, ya no están en sus mejores momentos y mucho menos en los equipos importantes que durante mucho tiempo integraron y disfrutaron de ellos.
Sin embargo, esa misma pregunta que se repite con insistencia desde hace años y que continuará haciéndose por los siglos de los siglos, no tiene una fácil respuesta.
Si es por logros, Messi ganó más, incluido un título mundial que ya no obtendrá cristiano, pero el polémico portugués ayudó a su País a ganar una Euro Copa de Naciones, que no llega a ser tan importante como un mundial, pero que también tiene su mérito. Además, supera a Messi en goles anotados.
Los dos ganaron e hicieron ganar muchos títulos. Messi fabricó y anotó cientos de goles, Cristiano supo explotar su gran condición física y sin tener la gambeta del argentino, se las ingenió para ser igual de letal, igual de definitivo.
Otra cosa son los gustos, que no admiten comparación. Y así como no hay explicación para que guste más un color que otro, o una comida más que otra, o una ciudad más que otra, en el fútbol, es lo mismo. ¿Un gambeteador? O un definidor, sin llegar a afirmar que el primero no pueda serlo, como efectivamente Messi lo fue.
Los vamos a extrañar y mucho, porque desde que decidieron dejar la élite, todos miramos para un lado y para el otro buscando quiénes serán los que sean capaces de llenar semejante vacío que ya se siente y ninguno con un nivel siquiera parecido. Hoy hablamos de Mbappé, de Vinicios, de Haaland ya estrellas consolidadas y de otros que apenas están comenzando a sonar y que pintan pero que nadie sabe hasta dónde serán capaces de llegar.
Dicen que lo que ganan Messi y Cristiano en Estados Unidos y en Arabia es tan escandaloso que se ha ocultado y mejor no saberlo. Pero justo es decir que ya eran millonarios cuando decidieron irse a jugar en esas ligas tan poco importantes para el mundo del fútbol y que lo hicieron porque ya estaban cansados de la presión que vivieron durante años de tener que ser figuras en todos los partidos, de tener que aparecer con sus goles en todos sus partidos, de tener que ganar todo lo que jugaban y cargar también con el injusto peso de las derrotas y de los objetivos no cumplidos.
Allá donde hoy están, aparte de abarrotar aún más sus voluminosas cuentas bancarias, no pasa nada si pierden, no pasa nada si no ganan títulos y cualquier jugador de fútbol podría envidiar tener un final de su carrera como el de estos dos inolvidables talentos.
Ya no volveremos a tenerlos en la misma cancha como tantas veces, a no ser que retirados, los empresarios que no faltan se inventen un partido de despedida en el que podamos volver a verlos enfrentados por última vez.
Pasarán años y la historia del deporte tendrá que seguir contando por siempre que hubo un Muhamed Alí, o un Carl Lewis y más adelante un Usain Bolt, o primero un Mark Spitz y después un Michael Phelps o un Michael Jordan o una época en que coincidieron Federer, Nadal y Djokovic o un Tiger Woods y que en el deporte de multitudes, Hubo un Pelé, después un Maradona y por supuesto, un Lionel Messi y un Cristiano Ronaldo.
