Liliana Bitar Castilla

Cordobesa. Senadora del Partido Conservador. Vicepresidenta de Comisión Tercera Senado. Economista, especialista en Gerencia. Más de 24 años trabajando en el sector público. Sus principales preocupaciones son el impulso del emprendimiento, así como el empoderamiento económico de la mujer.

Liliana Bitar Castilla

Sin agua y con riesgo de apagón

Nuestro hermoso país nos ha ofrecido por muchos años cantidades inconmensurables de riquezas naturales, de abundancia en fauna y flora; así como una diversidad de pisos térmicos. Algo muy característico de nuestro territorio, exaltado en el azul de la bandera tricolor, son sus ríos que alimentan los dos océanos, nacen en los páramos y recorren las montañas y valles, esparciendo el agua y la vida en la mayor parte la nación.

 

Fue esta abundancia ofrecida por las cuencas hidrográficas la que permitió que la matriz energética se desarrollara desde inicios del siglo XX con embalses para la generación hidráulica renovable, lo que representa cerca de 2/3 de la generación actual. Esto nos permitió también consolidar una ventaja estratégica para la autonomía energética nacional; pero, a la vez, una codependencia entre el agua y la energía eléctrica. Por ello, los momentos de estrés hídrico causados por situaciones climáticas como “El Niño” afectan por partida doble los recursos.

 

Infortunadamente, estas riquezas y bondades nos parecían eternas e inmutables y por tanto se imprimió en nuestra conciencia la idea de su infinitud, impidiéndole ver a la mayoría de los colombianos los peligros de perder estos recursos naturales y la necesidad de ahorrarlos o protegerlos.

 

Hoy en día, cuando la mayoría del país habla del riesgo de desabastecimiento de agua, el centro del país enfrenta racionamientos y las lluvias parecen no llegar como se pensaba. Además, las autoridades evalúan diariamente los niveles de los embalses, mientras se toman medidas eficaces y se hace un llamado a la ciudadanía a tomar conciencia.

 

En este punto resulta irónico mencionar que en Ecuador se tenga más certeza del riesgo energético al que está expuesta Colombia que nosotros mismos. La nación vecina ha estado sufriendo racionamientos desde octubre del año pasado y recientemente (en abril de 2024) debido al déficit de generación propia, la obsolescencia de las centrales térmicas y la suspensión de las exportaciones de energía desde Colombia, ordenada por el ministro de Minas y Energía el pasado 15 de abril.

Dos Colombias distintas

 

De manera paradójica, la abundancia de agua en la historia de nuestro país no le ha llegado a toda la gente. Según el DANE, cerca de 3,2 millones de personas no tenían acceso al agua potable en Colombia para el año 2023, de las cuales 2,6 millones viven en zonas rurales y 600.000 en cascos urbanos. Adicionalmente, si analizamos la desigualdad en el acceso, la Colombia rural y la urbana parecen naciones diferentes. Mientras en las cabeceras municipales el 97,4% cuentan con acceso, en las áreas rurales tan solo el 57,8% reciben el líquido, con una brecha de casi 40 puntos porcentuales.

 

Asimismo, si nos enfocamos en la problemática de energía eléctrica, de acuerdo con Promigas, 9,6 millones de habitantes viven en pobreza energética; de los cuales 760.000 no tienen ningún tipo de acceso a la energía y 5,4 millones de habitantes aún cocinan con leña u otros combustibles altamente contaminantes por carecer de electricidad o gas natural.

 

En contraste, mientras millones de personas no tienen acceso al agua, Colombia figura dentro de los países que más agua consumen. De hecho, nuestro país encabeza el ranking de las naciones OCDE, situándose en el primer lugar con 1.988m3 per cápita. Este dato clama una actitud de responsabilidad y ahorro, pero también de solidaridad, pues no solo se trata de evitar un desabastecimiento nacional, sino de considerar que todas estas personas excluidas del servicio podrían tener más oportunidades de beneficiarse si ahorráramos más.    

 

Las tarifas de energía siguen disparadas

 

Para nadie es un secreto que la generación hidráulica es más barata que la generada con fuentes térmicas. Sin embargo, aún dependemos de la disponibilidad de las generadoras térmicas en épocas de estrés hídrico y esto explica figuras tarifarias como el cargo por confiabilidad que aún hoy pagamos.

 

En momentos de escasez de agua, como el que vivimos, el porcentaje de la matriz se carga más hacia las termoeléctricas, las cuales pueden llegar a aportar hasta el 40% del total de energía, elevando aún más los costos de generación. De allí la importancia de ahorrar agua, primero para evitar un desabastecimiento o apagón y, segundo, para reducir o mantener estables los precios de la energía.

 

Para finalizar, somos conscientes que hay regiones en nuestro territorio que pueden tener menores preocupaciones en materia de agua o de energía debido a que sus características climáticas son más favorables. No obstante, hay otras regiones que hoy se encuentran en una situación crítica como el centro del país con la escasez de agua y la lucha que llevamos dando desde hace años en la región caribe por las altas tarifas de energía. Debemos hacer grandes esfuerzos como compatriotas, pues hacemos parte del mismo sistema interconectado nacional y, por tanto, cada una de las acciones individuales influirá en el bienestar general de todas las familias colombianas.

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Liliana Bitar Castilla
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