Partido dulce en Liverpool. Everton es el equipo que se mantiene a la sombra de los ‘Reds’, pero de no ser por la última campaña del equipo de Anfield, el juego de los ‘Toffees’ se tendría más en consideración. El equipo que hace de local en Goodison Park está al nivel de los más grandes y algunas veces, como la de hoy, los supera aunque no les gane.
El visitante de la tarde inglesa fue Arsenal, que regresó de un largo viaje a Turquía por Champions League entre semana. Por eso, los de Arsene Wenger plantearon un juego más especulativo y menos intenso, pensando en no desgastarse y lo pagó caro. Everton propuso todo lo contrario y con velocidad superó a los ‘Gunners’.
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El primer gol cayó de banda a banda. El que inició la jugada fue Leighton Baines que pasó a Barry y este de zurda le puso la pelota a Coleman en la cabeza para el 1-0. Everton fue mejor y era merecida la victoria que se suponía, despertaría a Arsenal. Pero no. El equipo londinense no se levantó de su letargo y antes que se enterara que perdía, recibió otro cachetazo.
Los ‘Toffies’ dieron una lección de contraataque y de la mano del belga Romelu Lukaku nació el segundo gol. Por derecha el delantero atacó a toda velocidad, luego frenó y le entregó el balón a Naismith, que estaba ligeramente adelantado pero que ante la venia del juez asistente, definió por entre las piernas del arquero Szczesny.
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Wenger puso a Giroud de entrada en el segundo tiempo y Arsenal tuvo reacción. Vaya usted a saber por qué el francés no arrancó, pero en 15 minutos tuvo tres claras, dos desviadas y una atajada por el estadounidense Tim Howard. Bajo la batuta y las ganas del francés, Arsenal empujó cada vez más. Se olvidó de la vuelta de la Champions ante Besiktas y metió un gol para apretar el juego.
Fue Aaron Ramsey, al que apuntan como el ‘maldito’ Ramsey porque cada vez que anota muere alguien famoso. El galés solo tuvo que empujarla porque antes Santi Cazorla hizo una jugada por izquierda y se la dejó servida al volante a menos de siete minutos del final.
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El milagro pareció posible y Giroud lo hizo realidad. Las oportunidades que tuvo antes el francés fueron con los pies, pero se le da mejor marcar de cabeza. Así que tuvo una en la testa, en el minuto 89, y con un cabezazo fortísimo, empató un juego que lo daban por perdido y del cual rescatan un empate.
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