El fútbol es el deporte más lindo que muchas veces es injusto. Esa injusticia fue medir a Athletic Club de Bilbao con Napoli, una auténtica final con el único objetivo de entrar a fase de grupos de la Champions League. De hacerlo, los españoles jugarían por primera vez en mucho tiempo (en el nuevo milenio no lo pudo hacer). Los Leones de San Mamés salieron a la arena apoyados por una multitud que intimidaba.
La presión la sintió Napoli de principio a fin en el primer tiempo. Por derecha o izquierda, Athletic fue superior a los italianos que soportaron ante todo por el trabajo de Koulibaly, que en defensa fue el sostén del 0-0 en el primer tiempo. El equipo vasco se fue a las duchas con la sensación que mereció al menos algún gol y al no convertirlo podía costarle caro.
Los miedos se hicieron realidad porque de entrada, al minuto, Napoli convirtió el primer gol del partido casi que sin merecerlo. Hamsik controló la pelota en uno de los límites del área grande y con zurda, su pierna menos hábil, remató esquinado al palo izquierdo de Iraizoz y le dio un baño de agua helada a Athletic y todo su estadio.
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Con ese triunfo el equipo del sur de Italia clasificaba a la fase de grupos luego del 1-1 de la ida, y además tenía la garantía que si los bilbaínos lo empataban, forzarían solo al alargue. Esa condición hizo que lo bueno de Athletic se viniera abajo y el equipo empezara a jugar mal. Aún sin funcionar como equipo, en la pelota quieta tuvieron un as bajo la manga y en una jugada ensayada Aritz Aduríz empata el juego tras un tiro de esquina en el que Mikel Rico atajó su marca y el delantero pudo controlar y anotar.
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Les volvió el alma al cuerpo a los leones de San Mamés. Con la tranquilidad de la paridad, los de Bilbao volvieron a ser amos y señores del partido. Además, un error grosero entre Raúl Albiol y Rafael Cabral les simplificó las cosas. Entre defensor y portero no se pusieron de acuerdo, Aduríz fue más vivo y les robo la pelota para anotar el segundo gol a merced.
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Victoria merecida por lo visto en la cancha, pero si Napoli conseguía un gol más, sería quien clasificara y no Athletic Bilbao. Por eso, cayó de perlas el tercer gol con otra desatención defensiva del club italiano y Aduríz amagó a convertir pero fue finalmente Ibaí Gómez el que anotó ante el descuido de Maggio. Con el agua más allá del cuello, Rafa Benítez lo mandó a Duván Zapata al terreno para que oficiara de salvador.
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Pero la salvación no llegó y los locales celebraron una clasificación más que merecida. El estadio se puso de pie para aplaudir a los leones que regresan a la Champions League y sueñan con ser gigantes, como en décadas anteriores.
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