Un piano en las montañas: el sueño hecho realidad de una familia en Medellín

Jue, 30/06/2016 - 06:57
La canción “La Casa en el Aire” se queda corta cuando se ve entre las montañas que cubren todo el Valle de Aburrá,un piano sobresale en una de ellas y , al mismo tiempo, se sostiene en el air
La canción “La Casa en el Aire” se queda corta cuando se ve entre las montañas que cubren todo el Valle de Aburrá,un piano sobresale en una de ellas y , al mismo tiempo, se sostiene en el aire. La mega construcción que supera los estándares de originalidad tiene nueve columnas que soportan los sueños de la familia Zuluaga Rivera. Doce hermanos han aportado con su amor, dedicación y vocación al arte, a que su escuela Musicreando le rinda homenaje al piano, instrumento que marcó sus vidas. "Todos en la familia tenemos un piano en la casa, esto nos recuerda la época en que éramos pequeños y mamá y papá llegaban de trabajar, nos reunían alrededor del piano para oírlos, verlos tocar y cantar, esa era la despedida para irnos a dormir y darnos las buenas noches. Cuando cumplimos cinco años, nuestros padres nos entraban a la Escuela Popular de Arte y cada uno escogía si quería cantar, bailar, tocar un instrumento, pintar u otra manera de vincularse al arte”, cuenta muy emocionada Clara Zuluaga Rivera, una de los 12 hermanos y Directora de Musicreando. Debido a sus múltiples facetas como artistas, la familia decide crear un coro con el que empezaron a realizar presentaciones en diferentes lugares de Medellín. “Este coro familiar nace en 1987, las personas disfrutaban mucho de nuestras presentaciones y cuando comenzamos a ver que la gente se quería vincular y aprender, nos encaminamos por desarrollar más extensiones artísticas y contribuir con la educación no formal y el desarrollo infantil y juvenil”, afirma Clara. El arte, bienestar para los niños María Piedad Zuluaga Rivera es la responsable de que Musicreando que, además de ser un centro educativo que forme en competencias artísticas, también guarda un espacio para los más pequeños, que durante tiempo recibieron clases gracias a ella y el programa Preescolar Buhitos, dedicado a la formación integral de los niños. Casa Piano-01 María Piedad, que es maestra de piano y graduada de educación preescolar, dedicó 26 años de su vida al servicio de los jóvenes. “Cuando muere mi abuela yo le pido el apoyo a mi mamá para que usemos la casa en donde ella vivía como centro de preescolar. Esto lo hice porque mis hermanitos estaban pequeños, uno de dos y otro de tres años, quería educarlos porque tenía todo el amor y la experiencia, yo comencé a trabajar como maestra desde el segundo semestre de la carrera”, cuenta María Piedad, quien además se puso a la tarea de examinar a los exalumnos de Musicreando, “lo hice porque empecé a notar que las personas que se nutrían con el arte se destacaban en sus vidas, por ejemplo, la mayoría fueron personeros, líderes y magníficos estudiantes que ahora son excelentes padres y traen a sus hijos para continuar con las buenas bases que deja el arte”. Homenaje en vida para sus padres Cuando las dos hermanas hablan de sus padres, se les hace un brillo en los ojos que se resume en una palabra, “amor”, “lo más bonito que nuestros padres nos enseñaron fue a expresarnos como nosotros queríamos, a ver la vida de manera positiva y sobre todo a amar lo que hacemos. No se trata solo de meter a un hijo a que aprenda a tocar un instrumento, sino a que sienta que por medio de la música puede expresarse y aportar a un mundo mejor”, cuenta María Piedad, y Clara afirma su respuesta, añadiendo que, “decidimos hacer el homenaje a nuestros padres en vida, porque finalmente son ellos los encargados de iniciar hace más de 34 años este proyecto”. Con un piano en una montaña, de dimensiones robustas y dos esculturas en hierro, se le rinde homenaje a Antonio Zuluaga de 84 años y María Piedad Rivera 77, padres de los 12 hermanos. El encargado de plasmar este homenaje en vida para Antonio y María Piedad es el arquitecto Mario Quiceno, quien entre risas dice, “casi no me dan trabajo de arquitecto por no saber tocar piano”. Él, además cuenta cómo está distribuida esta pieza musical, “la montaña no se perjudicó para nada, por eso el piano se ve en el aire, ya que está sostenido desde la parte de atrás. La réplica se pensó para que fuera tan exacta, que en la banca del piano se encuentran las oficinas, o sea los que están sentados. Por dentro, la distribución se da en cuatro amplios salones adecuados para que cada arte se pueda realizar de manera correcta. Finalmente la parte de la tapa es destapada para que sea un escenario de actos cívicos”. Dentro de la construcción del piano, que alberga a 430 alumnos, también participaron los ingenieros y miembros de la familia, Juan Esteban Mora, quien finalmente dio el aval para la edificación de la obra, y Juan José Rivera, que sacó la idea del piano de cola que tiene en su casa.
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