Belisario Betancur: un poeta que sorteó la adversidad

Vie, 07/12/2018 - 11:20
Quienes tuvieron la fortuna de conocer de cerca al expresidente Belisario Betancur dicen que falleció no un político sino un poeta, porque esa fue siempre su vocación,  la que le permitió ven
Quienes tuvieron la fortuna de conocer de cerca al expresidente Belisario Betancur dicen que falleció no un político sino un poeta, porque esa fue siempre su vocación,  la que le permitió vencer las duras pruebas que la vida le puso desde niño y que al narrar cómo transcurrió su infancia en medio de la pobreza, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1983, logró ponerla de pie al recordar en voz alta como su padre, un arriero de Amagá, Antioquia, no tenía recursos para comprarle siquiera unas alpargatas, lo que hizo que sus pies permanecieran siempre reventados hasta arrancarle las uñas. Al día siguiente de contar su historia en la ONU, su relato fue noticia de primera plana en el New York Times que tituló: “Un Colombiano pone de pie a las Naciones Unidas”.  Su hazaña le dio la vuelta al mundo. Foto: Naciones Unidas Con una mente privilegiada aprendió en medio de la adversidad a defenderse solo.“Entré en la lectura, a los cuatro años de edad, guiado por maestros semianalfabetos que entretenían al niño en posadas de arriería a la luz de un candil, mientras mi padre ataba a su hijo a la retranca de la enjalma para trepar por los caminos sinuosos, y cuidaba la mulada y las muchachas de las fondas”, recordaba Belisario Betancur en conversaciones con sus más cercanos amigos, como Carlos Caballero Argáez, uno  de sus biógrafos autorizados,  Su otro gran amigo, el Nobel Gabriel García Márquez, le dijo, en la celebración de sus 70 años, que haber llegado a la Presidencia de la República constituía una 'infidelidad a la poesía'. “A partir de entonces, la historia no habría de darle un minuto de tregua. Y menos aún, como bien lo sabemos, en la Presidencia de la República, que fue tal vez su único acto de infidelidad a la poesía. Ningún otro gobernante de Colombia tuvo que enfrentar al mismo tiempo un terremoto devastador, la erupción de un volcán genocida y dos guerras sangrientas, en un país prometéico que hace más de un siglo está matándose por las ansias de vivir. Creo, sin embargo, que sí logró sortearlo todo no fue sólo por su hígado de político, que lo tiene, y muy bien puesto, sino por el poder sobrenatural de los poetas para asumir la adversidad”. Dijo Gabo en su discurso. Y efectivamente como lo describió el nobel colombiano, el gobierno de Belisario Betancur fue un “terremoto devastador”. Debió enfrentar situaciones difíciles e incluso imposibles de resolver. Además de la tragedia de Armero, ocurrida el 13 de noviembre de 1985, en la que se calcula murieron 25.000 personas, una semana antes la toma sangrienta del Palacio de Justicia por parte del M-19, que cobró la vida de más de cien personas, entre ellos la de once magistrados de la Corte Suprema de Justicia y que dio pie a una de las investigaciones contra algunas de las cabezas del Ejército por la retoma que hizo y por la que fueron enjuiciados por la desaparición de varias personas, en su gobierno fue asesinado el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, ordenada por Pablo Escobar, se vivió la guerra de los carteles contra la institucionalidad del país y el intento fallido de llegar a un acuerdo con la guerrilla de las Farc, el M-19 y EPL. A pesar de los fracasos su apoyo por los procesos para lograr la paz fue siempre evidente.
El eslogan de la campaña que lo llevó a la Presidencia fue “Sí se puede”, pero  tal vez lo que realmente le tocó hacer durante su gobierno fue buscar “qué se podía hacer” ante la adversidad que le tocó sobrellevar en su cuatrienio.
[caption id="attachment_995332" align="alignnone" width="1024"] Foto: KienyKe[/caption] La popularidad del presidente que gobernó entre 1982 y 1986 quedaba cada vez más maltrecha con los hechos críticos que se sucedían, pero probablemente lo que lo llevó a los límites más bajos fue la decisión de declinar que Colombia fuera la sede de la Copa Mundial de fútbol en 1986. En la que ha sido, tal vez, la alocución más corta de un presidente en Colombia, Betancur le informó al país que no se realizaría el evento y calificó de extravagantes las pretensiones de la FIFA. El país ha sido el único en la historia de la Copa, hasta el momento,  que ha renunciado a ser sede del mundial. “Como preservamos el bien público, como sabemos que el desperdicio es imperdonable, anuncio a mis compatriotas que el Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia, previa consulta democrática sobre cuáles son nuestras necesidades reales: no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas qué hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios. García Márquez nos compensa totalmente lo que perdamos de vitrina con el Mundial de Fútbol", dijo Betancur en su alocución al país.

Elección de alcaldes

La descentralización fue una de sus banderas y entre  los logros más significativos de su gestión fue el de convencer al Congreso -gracias a la gestión de un avezado político, Jaime Castro como Ministro de gobierno- de la necesidad de aprobar una Reforma Constitucional para a la elección popular de alcaldes y que abrió el camino para que más adelante también se aprobara la elección popular de gobernadores. La internacionalización del país fue otro de los puntos a favor de Belisario Betancur, integró a Colombia en el Movimiento de Países No Alineados, NOAL, cuya finalidad era la de conservar una posición neutral frente a las superpotencias y levantarse como tercera voz. La decisión no fue bien recibida por el gobierno de Estados Unidos y por la derecha colombiana, porque la vieron como una alineación con la Cuba de Fidel Castro y como enemiga del país del norte. En el libro ‘La pasión de Gobernar: La administración Betancur 10 años después’, (compilación de varios autores hecha por Carlos Caballero Argáez), le reconocen al expresidente cómo, a pesar de haber recibido del gobierno de Julio César Turbay una economía en grave situación en “términos del déficit de la balanza de pagos, del desequilibrio en las finanzas públicas y del resquebrajamiento del sector financiero”, su gobierno le entregó a su sucesor Virgilio Barco una mejor economía, gracias a “los esfuerzos del ajuste de los últimos dos años incluyendo la corrección del desequilibrio cambiario y la devaluación real de 1985, y a la buena situación externa de 1986, y que, de cierta manera, al ex presidente Betancur le estaba pasando lo mismo que le ocurrió al ex presidente López Michelsen: que los mejores meses de sus gobiernos fueron los primeros del siguiente.

Reclamo a Reagan

En diciembre de 1982 en la visita relámpago, de solo cinco horas, del presidente Ronald Reagan a Colombia, se reafirmó la idea de que el país se estaba alejando de su principal aliado, más aun cuando en su discurso en el encuentro de la Casa de Nariño le hizo varios reclamos públicos y le dijo que estábamos cansados de ser “el patio trasero de Estados Unidos”. Su posición, sin embargo, tendría reconocimiento años después, porque lo dicho en voz alta a su homólogo estadounidense, sembró una semilla de respeto a la autodeterminación de Colombia en sus asuntos internos. Su vasta cultura provenía de su pasión por la literatura y el arte, en su casa los libros ocupaban espacios enormes y los cuadros colgaban del techo al piso en las paredes que dejaban libres su selecta biblioteca. Entre infinidad de tesoros mostraba con orgullo una copia, de las muy pocas que se hicieron, de una libreta de apuntes de Pablo Picasso. “Además de notas cotidianas para recordar la compra de café, vino o quesos, el genial artista pintaba bosquejos de figuras fácilmente reconocibles en sus valiosas obras”, contaba a los visitantes y pasaba las hojas con verdadera devoción por el tesoro que tenía en sus manos. El Palacio de Nariño se llenó de obras de arte, algunas aún se conservan y el famosos Salón de los Gobelinos se convertía frecuentemente en una sala de conciertos o en un auditorio para escuchar a los más famosos poetas de la época. En la sede de las Naciones Unidas, al día siguiente de su famosa intervención, inauguró el mural de Alejandro Obregón, “Amanecer en los Andes”, que María Paulina Espinosa, siendo primera secretaria de la Embajada de Colombia ante ese organismo, logró incluir como la primera obra de un colombiano al convencer de su valor a Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General."Queremos, a manera de contraprestación, que cada vez que alguien mire esta pintura, piense en Colombia; piense en que nuestro país tiene artistas capaces de inventar cosas bellas, de hacer perdurar emociones y, robándole el título al cuadro de Obregón, de producir creadores capaces de ayudar a que todos los días haya un nuevo amanecer, no solo en los Andes, sino en toda América Latina: un amanecer de paz y de justicia”, dijo Betancur en la ceremonia de entrega de la obra del pintor cartagenero. Su pasión por la cultura, el valor de una buena pintura y la posibilidad de tener un interlocutor erudito, siempre fueron una constante, pero contrastaba con la austeridad de su gobierno, al punto que solo vino a conocer la Casa de Huéspedes de Cartagena cuando fue invitado por los presidentes que lo sucedieron, siempre le pareció excesivo que el Jefe del Estado tuviera una “casa de recreo” en la heroica y optó por no caer en la tentación de pernoctar en ella. Posiblemente su alma de poeta, a pesar del buen hígado de político que decía Gabo tenía Belisario Betancur, fue el que le dio la sabiduría para permanecer alejado de los temas partidistas desde cuando terminó su presidencia,  a pesar de ello siguió vigente, pero por aspectos que tenían que ver con lo académico y  lo cultural tanto en Colombia como en otros países. España le concedió segunda nacionalidad y en 1983, le otorgó el Premio Príncipe de Asturias​ de Cooperación Internacional, como reconocimiento “al compromiso de toda su vida con los valores permanentes del espíritu y de la cultura, a los cuales dedicó los mejores esfuerzos plasmados en un reconocida obra​ intelectual; su vigorosa y esforzada vida pública dirigida constantemente a la defensa de las instituciones democráticas colombianas".
En 2007 recibió por unanimidad el XXI Premio Internacional Menéndez y Pelayo por su labor como valedor de nobles causas, en particular de la educación y la paz.

Recibió el título de honoris causa de las universidades de Georgetown, Colorado, en Estados Unidos, de la Politécnica de Valencia, en España, y de la Universidad Nacional de Trujillo, de Perú.

Fue miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes, de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, de la Academia Colombiana de la Lengua y también de la misma academia de México, país que siempre lo acogió.

Descanse en paz querido poeta, recordado maestro y también señor expresidente, sobre todo por esa última tarea al frente de esta complicada patria que le tocó gobernar. Su recuerdo seguirá vivo para siempre en la memoria de quienes tuvimos la fortuna de conocerlo de cerca.

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