José Antonio* tiene 53 años y trabaja como vendedor de Vive 100, bebida energizante que se ha tomado todos los rincones de Colombia. En una esquina del norte de Bogotá y si las piernas le dan, por lo general, comienza su jornada laboral a las 7:30 a.m. y la termina a las 5:00 p.m. Desde hace cuatro meses le apuesta a este empleo ya que fracasó en el intento de hacer un capital vendiendo almuerzos en el centro de la ciudad.
“Aunque no tengo un contrato en el que se diga que debo laborar ocho o más horas al día, aunque no tenga derecho a mis prestaciones de ley y a un seguro médico, debo trabajar los siete días de la semana para llegar con dinero a la casa”.
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José asegura que el tiempo que se trabaja depende de lo que quiera ganar. No importa si llueve o hace sol, para él es indispensable cumplir con una meta personal con tal de darle de comer a sus dos hijos.
A la esquina donde se acomoda le llama su “oficina” de trabajo. Lo primero que hace cuando llega es hacer la limpieza del lugar donde va a dejar sus dos neveras con más de 190 botellas. “Cuando sale el sol, mi mejor amigo, le agradezco a la vida porque entre más calor haya, más productos vendo", dice. La botella grande se vende a $2,000, de lo cual a este vendedor le dan $300 de ganancia; por la bebida pequeña que vale $1,500, se gana $250.
Por lo general acaba a las cinco de la tarde, pero si el día está lluvioso tiene que quedarse hasta las 6 de la tarde. A esa hora entrega lo que le quedó del producto. Ha conocido casos en los que los vendedores reciben los dos carros con nevera y no regresan, dice que el éxito de este negocio está en ser honesto.
Sale con un overol que le presta el distribuidor, su gorra con la marca visible de Vive 100 y una bayetilla para limpiar el producto que venderá a sus clientes motorizados.
Dice que si llega a faltar un día o si no usa el uniforme completo, puede ser sancionado, pues al día siguiente le dan menos surtido. En un buen día, entre semana, vende un promedio de 100 botellas; un fin de semana, de 250 a 300 botellas. Cuando el día es pésimo, logra vender apenas 50, y en un fin de semana con lluvia reparte cerca de 60, más o menos. Su ganancia promedio es de $30.000, y descontando los cuatro transportes que toma y el almuerzo, llega con $19.000.
¿Cómo sabe cuántas botellas pedirá para cada día? Sencillo: se despierta, ve el cielo y calcula.
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En medio del trajín diario, socializa con los conductores de bus y de vehículos particulares. Poco a poco ha hecho clientela. “Hay un señor que me compra dos o tres veces por semana; me compra cerca de 10 botellas. Tengo éxito por la atención que le brindo a la gente”, cuenta.
José Antonio es uno de los casi 500 vendedores callejeros que comercializan este producto en la capital colombiana. No firmó un contrato, no tiene prestaciones ni seguridad social. "Acá en las calles uno se juega la vida, papá”.
¿Quién es el responsable de esta tercerización laboral? ¿Qué dicen el Distrito y el Gobierno Nacional sobre esta modalidad de contratación y sobre la disposición del suelo? Kienyke.com consultó a la Defensoría del Espacio Público para hablar sobre el uso de las calles con un beneficio comercial; al Ministerio de Trabajo para saber sobre el tipo de contratación de estas personas y con Quala SA, multinacional de consumo masivo que distribuye por toda Colombia el producto Vive 100, para conocer datos sobre su responsabilidad en este tipo de comercio informal.
El uso del espacio público con fines comerciales
A través del Decreto 456 expedido por el exalcalde Gustavo Petro, desde octubre del año pasado el Distrito les exige a los ciudadanos y empresarios responsabilidad con el uso del espacio público. En conversación con Kienyke.com la directora de la Defensoría del Espacio Público (DADEP), Blanca Inés Durán, dijo que esta normativa permite el uso comercial temporal o permanente del espacio público, bajo una reglamentación clara, a cambio de una retribución económica que garantice su mantenimiento y cuidado.
Por otra parte, mientras se integran a la formalidad, los vendedores ambulantes están siendo ubicados en zonas determinadas, delimitadas y reglamentadas denominadas ZAERT, destinadas para las actividades temporales de aprovechamiento económico.
Teniendo en cuenta que este es un proceso de transición, el Instituto para la Economía Social (IPES), que pertenece al Distrito, a través del trabajo adelantado con los vendedores informales, identifica dentro de la población a aquellos que se encuentran en condición de vulnerabilidad, priorizando su participación dentro de las ZAERT.
“Sin embargo, es importante entender que las ZAERT mitigan la problemática, pero no la desaparece”, comenta Durán.
La responsable del espacio público capitalino dice que la reubicación de las personas en situación de vulnerabilidad está directamente ligada a la precariedad laboral, la cual es determinada por factores como los trabajos mal remunerados, la inexistencia de contratos laborales, la no afiliación al sistema de seguridad social, inestabilidad laboral, entre otros.
En cuanto al caso de los vendedores callejeros de productos como el Vive 100, la Dadep dice que aunque la vinculación laboral que tengan estos vendedores con la respectiva empresa debe ser regulada por el Ministerio de Trabajo, las empresas que quieren realizar venta al menudeo en el espacio público tendrán que pagar la retribución al administrador del espacio público donde se va a realizar la venta, ya que estas empresas realizan posicionamiento de marca y venta de producto.
En relación a la sanción a estas empresas que se amparan en la contratación de distribuidores tercerizados para ahorrarse la carga prestacional, haciendo claro uso comercial del espacio público, Blanca Inés Durán dice que el Distrito podrá sancionar a quienes incumplan el marco regulatorio, frente al uso sin permiso del espacio público y el no pago de la retribución.
Quala, como a otros interrogantes, no ha respondido si paga o no por el uso del espacio público.
El Ministerio de Trabajo responde
Kienyke.com pudo establecer las formas de distribución del producto, que son tres. Los puntos de venta en almacenes de cadena, Quala vende el producto a través de un distribuidor autorizado y, tres, un vendedor ambulante que comercializa el producto en las calles después de adquirirlo a un distribuirdor autorizado, relación que no implica un contrato laboral.
¿Quién controla la subcontratación? María Patricia Marulanda, directora de Inspección, Vigilancia, Control y Gestión Territorial del Ministerio de Trabajo, dice que en el caso de los trabajadores de Vive 100 no es posible emitir un juicio de valor, toda vez que para llegar a una conclusión frente a los hechos mostrados, se haría necesario adelantar una investigación administrativo laboral.La experta dice que es necesario analizar si los vendedores ambulantes de Vive 100 realmente están siendo vulnerados en sus derechos y garantías laborales ante la presunción de existencia de un contrato y determinar de igual forma que no se encuentren amparados por algún otro tipo de relación reglamentada por ley, como pueden ser el uso de figuras comerciales válidas y muy comunes en este tipo de actividades.
El caso de Vive 100 podría resumirse en una red de pequeños tenderos que venden el producto a los vendedores ambulantes después de recibir las bebidas de Quala. Pero la pregunta que queda en el aire, y que la multinacional tampoco respondió a KienyKe.com, es si la compañía desconoce este proceso y ¿por qué, si la práctica se hace a espaldas de Quala, los vendedores tienen vestimentas y neveras con la imagen del producto?
María Patricia Marulanda del Mintrabajo dice que para que se configure la existencia de un contrato laboral es necesario que haya una subordinación o dependencia del trabajador respecto del empleador, que le permite a éste exigir el cumplimiento de órdenes, en cualquier momento, en cuanto al modo, tiempo o cantidad de trabajo, e imponerle reglamentos, lo cual debe mantenerse por todo el tiempo de duración del contrato, además de un salario como retribución del servicio.
La encargada de los asuntos relacionados con la inspección y vigilancia laboral dice que en caso de que la multinacional Quala utilizara este tipo de canal de distribución fomentando una clase de trabajo informal, evitándose el pago de derechos laborales de sus trabajadores directos, sería competencia del Ministerio del Trabajo intervenir en procura de la defensa de los derechos laborales.
“De igual manera, sería objeto de intervención, si tal situación se presentara por la utilización de formas de tercerización que no implicasen un control directo por parte de la empresa contratante del cumplimiento de las obligaciones laborales por parte de sus subcontratistas”.
El ministerio aclara que su función en estos posibles casos de infracciones cometidas por los empleadores es sancionatoria, pero un posible reconocimiento de la condición de contrato del trabajador y las correspondientes consecuencias para la empresa en el reconocimiento de los derechos laborales, será competencia de la Justicia Ordinaria Laboral. ¿Cuánto deja de recibir el Gobierno por todo lo que se ahorra una multinacional en relación a impuestos y prestaciones? El Ministerio de Trabajo considera que es muy difícil calcular el monto de dinero por el presunto uso de este tipo de figuras, ya que se debe hacer una revisión general de las obligaciones laborales dejadas de cancelar, el número de personas afectadas, así como la revisión de nuevos aspectos normativos que se han producido recientemente en materia de parafiscalidad.Andrés Gómez, economista de la Universidad Nacional y experto en temas laborales, dice que el salario mínimo lo evaden las microempresas y algunos sistemas de contratación laboral.
Explicó que este tipo de evasión salarial, al igual que la pobreza, se viene disparando por la crisis registrada en la mitad de la década del 90 y se ha vuelto a moderar ligeramente pero sus niveles siguen siendo altos.
Quala no responde Desde el pasado 25 de marzo KienyKe.com ha tratado de comunicarse con la Multinacional Quala con el fin de resolver todas las dudas concernientes al sistema de vinculación con personal externo, manejo de las ventas, uso del espacio público con fines comerciales y la dignificación laboral y formalización del empleo. A la fecha, y luego de haber intentado hablar con un vocero de la compañía, los representantes del equipo de comunicaciones no han dado una respuesta.Mientras la multinacional responde, José Antonio aspira algún día ser un trabajador de planta en una gran empresa como Quala. “Por ahora me seguiré haciendo mi clientelita y aunque la plata esté en la calle, me gustaría vender estas bebidas en un local de Vive 100”.
*Nombre cambiado a petición de la fuente. En Twitter: @cahurtadokyk