Fontibón, la novena localidad de Bogotá, es conocida por ser un centro industrial y comercial, además de ser uno de los referentes de transporte más conocidos de la ciudad. Así mismo, es común ver fábricas y bodegas, es la cuna de las máquinas de la capital.
Al parecer no hay lugar para la moda, pero Nomadas, un local de ropa urbana, se abrió paso entre los residentes de clase media que habitan el lugar. El local es acogedor y diferente, un contraste brusco para la oferta que allí se encuentra. Los precios son bajos.
Yesid, propietario del negocio le abrió las puertas a KienyKe.com, y como él lo indica este proyecto fue hecho a pulso. Sus padres, fueron vendedores ambulantes y ese es el recuerdo que él tiene, "cuando era muy pequeño veía a mis papás caminar por las calles de Fontibón". La misma calle principal en la que día a día vende prendas exclusivas.
Desde ese momento nació el emprendimiento en su familia, además de él, sus cuatro hermanos tienen la misma vocación, comerciantes. Su familia vivía en Kennedy, otra popular localidad de Bogotá, pero la distancia no importaba, su mamá que vendía fantasía (aretes, cadenas, etc) diariamente llegaba a trabajar. "La tradición viene de mis padres, de mi abuela, de familias incluso desplazadas por la violencia que llegaron a Bogotá a trabajar, algunos venían de Boyacá, por parte de mi papá y por parte de mi mamá de Cundinamarca".
Hijo de tigre sale pintado
Yesid terminó su bachillerato, fue un artista pero siempre tuvo la influencia de su familia de negocios. Soñó con ser músico pero la influencia le ganó. "Decidí que no quería que me pagaran mi educación si no que yo mismo lo iba a hacer", dijo. Salió a trabajar, su primer negocio lo montó a los 17 años, "trabajé en la calle, aventuré en el comercio y me apasionó el tema, por eso me quedé", comentó. Aunque empezó a ahorrar para supuestamente estudiar, nunca lo hizo. La guitarra para Yesid se quedó sin estrenar. [single-related post_id="921116"] Coincidencialmente sus primeros pinos los plantó en Fontibón; luego del primer intento, que también fue de artesanías como el de su mamá, pasó por la venta de zapatos, celulares, piercings, etc. Pero antes de las artesanías montó un carrito con perros calientes."No me fue para nada bien, pero traté de hacerlo, vendí como 10 perros en toda la noche" (risas).Fue ese fracaso el que le permitió emprender, un familiar vio su impulso y decidió ayudarlo. Le dejó un negocio que ya no quería tener más, el de artesanías.