Bemoles – Noche de tríos

Publicado por: admin el Dom, 09/01/2011 - 08:38
Nuevamente el teatro Adolfo Mejía fue el escenario del segundo concierto del festival de Cartagena. Aunque la obra de fondo fue un estupendo quinteto, podríamos afirmar que ésta fue una noche de tr
Nuevamente el teatro Adolfo Mejía fue el escenario del segundo concierto del festival de Cartagena. Aunque la obra de fondo fue un estupendo quinteto, podríamos afirmar que ésta fue una noche de tríos que se inició con el Hob. XV: 27 de Haydn, continuó con una obra de Arnold Bax un compositor inglés del siglo XX y se completó con un trío vocal que fue la parte culminante de la cantata del café, si así como suena, de Juan Sebastián Bach numerada BWV 211 por quien clasificó sus obras. El público mucho más receptivo que en la noche inaugural. Al final una obra de cámara de envergadura,  el quinteto para cuerdas B 155 escrito  por el compositor Antonin Dvorak, el mismo de la Sinfonía Nuevo Mundo. Qué estupendo fin de concierto nos ofrecieron Elina Vahala una bella rubia finlandesa en el primer violín, Allifranchini a quien ya habíamos escuchado en el doble concierto de Bach, como segundo violín, la canadiense Nicole Divall en la viola , Kristina Reiko Cooper veterana del festival quien interpretó el chelo y el pianista   Frederic Chiu . Tal como afirman las notas de mano la composición” es considerada como obra maestra dentro de las creaciones de todos los tiempos para el formato de quinteto”. La primera gran ovación del festival fue el justo premio a este grupo de finos artistas que lograron una interpretación tan detallada, que parecería formaran parte de un conjunto estable y por si fuera poco el sonido de dos instrumentos Stradivarius recreaba aún más la interpretación. Si Neruda hubiera escuchado el andante del  segundo movimiento se habría inspirado con esta versión. Así sonó como un poema, en el que se destacó el trabajo de la viola. Dvorak nos recrea con un tratamiento de los temas que muestra la maestría de este polifacético compositor, algunos de los cuales en este caso corresponden a melodías populares regionales eslavas. Vigorosísimo y profundo el primer movimiento como si los músicos trataran de imponerse a las condiciones acústicas de la sala. Me gusta asistir a todo tipo de representaciones musicales en vivo pues la música llega fresca, a veces con pequeños errores o desafinaciones y eso enriquece un poco las grabaciones perfectas en las que el editor hace un gran trabajo. Eso no sucedió en el trío de Haydn en el que Jennifer Frautschi en el violín, Gary Hoffman en el chelo y Anton Nel en el piano, dieron una lección de buena música de cámara. Aquí también dos instrumentos de cuerda de la época de oro de Cremona. Nel quien por lo escrito en la partitura que data de 1794 es quien lleva la parte principal ofreció una admirable demostración de lo que es tocar el teclado en un grupo de cámara. Jenniffer y Hoffman con sus instrumentos de la época de oro de Cremona, nos proporcionaron un abrebocas de su talento con su perfecto acompañamiento. La primera pregunta que quienes asistimos regularmente a eventos de este tipo es quien será fulanito cuando encontramos el  nombre de un compositor desconocido. Pues así sucedió con Bax, de quien los organizadores programaron un hermosísimo trío que nos dio la oportunidad de conocer a uno de los tantos talentos colombianos que andan por el mundo, el flautista Gabriel Ahumada formado en el conservatorio de la Universidad Nacional en Bogotá. Es profesor del conservatorio Feldrich, Austria y jefe de grupo de la orquesta de Konnstanz. Ahumada compartió escenario con la arpista Elizabeth Hainen y la violista Divall, que también actuó en el quinteto. Bella combinación de sonidos en los cuales el arpa dio las bases para  los idílicos diálogos y dúos de flauta y viola. La cantata del café, cuyo título tratándose de Bach sorprendió a más de uno es una obra en la cual un narrador, en este caso el tenor colombiano  Hans Mogollón, complementa a dos personajes (la soprano Yulia van Doren y el barítono Christoferen Nomura) hija y padre que discuten por la adicción de la niña al café. Fino acompañamiento de cuerdas y dirección Stephen Farr al clavicémbalo quien se desempeña en Londres como director musical de la iglesia de San Pablo La obra termina en un festivo trío muy bien logrado que desafortunadamente terminó en punta por falta de un “ritardando” final muy necesario.  Faltó para información de los asistentes la traducción del alemán que hubiera permitido seguir la trama de la disputa entre padre e hija. Muchos aplausos al final.