
Podría decirse que "Pancho" Ruiz cambió el bandoneón tanguero por el acordeón vallenato. Llegó a Valledupar por cosas de la vida, por amistades hechas en el mundo del arte, que poco a poco lo fueron atrayendo hasta el Valle de Upar. Comenzó a sentir el olor de la guayaba caribeña desde su época de estudiante de bellas artes, cuando apareció en Buenos Aires la primera edición de "Cien Años de Soledad", en 1967. "Tres meses después de ser publicada la novela, quien no la hubiera leído, estaba 'out' ", cuenta. Tras entablar amistad en México con Gloria Castro Maya, entonces directora de la Casa de la Cultura, Pancho aceptó su invitación para conocer el Cesar. "Me vine al Valle, me echaron al río Guatapurí, me bañaron y aquí me tiene, compañero, aun buscando la toalla después de casi 40 años".
Hoy vive entre Valledupar, Bogotá y su patria chica, Salta, Norte de Argentina. "Pero mi alma está aquí en el Valle", confiesa. Y a su tierra adoptiva le ha dedicado su alma y su empeño en el campo que domina: el de las bellas artes. Pancho logró reunir a 39 artistas plásticos vallenatos para realizar la primera muestra de arte colectiva de la historia artística del Cesar.
-Por qué estaban tan dispersos...?
"No se habían asociado por individualismo. No había sentimiento de colectividad. También por motivo de la violencia, que los hizo desparramar. La violencia hace eso: disgregar a la gente porque andar juntos es un problema".
"Pancho" y los demás promotores de esta muestra colectiva, tuvieron la suerte de encontrar una fundación que los acogiera y apoyara. Se trata de la Fundación Aviva, una organización sin ánimo de lucro que trabaja en la recuperación y preservación de patrimonio urbano de Valledupar. Aviva prestó tres salas de su sede para que se llevara a cabo la exposición y seguirá apoyándolos en el movimiento artístico que arrancó con esta muestra, al cual de han dado el nombre de " El Grito".
-¿Grito a quién? Contra quién?
"Es una protesta, una voz de alarma hacia las autoridades para que pongan más interés en el desarrollo de la cultura, en forma de inversión económica. ¿Cómo es posible que en la capital mundial del vallenato no haya un museo de bellas artes? Lo hubo; en la Biblioteca Departamental había una sala de exposiciones pero fue ocupada por ambientes burocráticos. Es un grito para que recuperemos un espacio físico para las bellas artes, para que haya salones de artistas y para que mejore la educación de nuestros jóvenes. Necesitamos traer a muchos profesores para que mejore el nivel de la formación".
El hecho de que la muestra coincida con el Festival Vallenato no es un acto de celos hacia la música, que se roba todos los laureles, sino "para mostrar que no solo música y poesía produce el Valle. También produce pintura escultura, cerámica, grabados, fotografía...". Estos 39 artistas reconocen a Jaime Molina como su pintor emblemático porque, a pesar de su escasa productor pictórica, su inspiración en la poesía de Rafael Escalona lo convirtió en emblema.
La muestra de los 39 artistas vallenatos estará colgada hasta finales del mes de mayo. Pero El Grito seguirá resonando por más tiempo, hasta que las bellas artes vallenatas tengan el lugar que se merecen.


