Junto con la guerra, la corrupción es otro de los males terribles a los que por décadas nos hemos tenido que enfrentar. Sus largos tentáculos alcanzan casi todo. Con el Proceso de Paz de La Habana el conflicto con la guerrilla terminó. Sin embargo, el problema de la corrupción sigue, rampante e imparable, propagándose tanto en la esfera pública y en la privada.
Odebrecht, el Carrusel de la contratación, la Parapolítica, la malversación de fondos en la Guajira, Agro Ingreso Seguro, son apenas algunos de los que más han retumbado en los medios. Pero no son los únicos: Interbolsa, Reficar, Invercolsa, el desfalco de Saludcoop, Colpensiones, el Proceso 8000 también hacen parte del prontuario de esa Colombia corrupta.
De tal dimensión resulta el problema, que no se sabe, en realidad, cuánto pierden los colombianos. Los cálculos de algunas autoridades apuntan a decir que serían 50 billones de pesos al año ¡50 billones! La procuraduría ha dicho que la corrupción se lleva, al menos el 4% del PIB.
¿Qué hacer con ella?
Ante la dimensión del problema, y a pesar de la gravedad, no hay del todo claridad sobre cómo o qué hacer con los corruptos. Cristhian Martínez, magister en psicología sociocognitiva de la Universidad Nacional, explicó que “inicialmente las personas tienden a rechazar los actos corruptos, pero se inclinan a aprobarlos rebajando su severidad cuando existen justificaciones socioculturales relacionadas con la cultura de la ilegalidad, la corrupción de las instituciones públicas y la supervivencia”.
Es hasta ahora, luego de que el panorama cambiara con el Acuerdo de La Habana, que el tema pasó a ser el principal de la agenda. Por ejemplo, la precandidata presidencial Claudia López, junto con la representante Angélica Lozano, lideran una consulta popular para endurecer las sanciones contra los corruptos.
La Consulta busca, entre otras cosas, reducir el salario de los congresistas, endurecer las penas, hacer más transparentes los procesos de contratación con el Estado, más claridad en la gestión de los presupuestos, verificación y rendición de cuentas de los congresistas, y que se haga pública la declaración de renta de los políticos.
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No obstante, Marcela Anzola, abogada y experta en lucha anticorrupción, escribió en Razonpublica.com que “no es muy seguro que las medidas propuestas, así como los sectores y acciones identificadas sean las más adecuadas. En efecto, al observar las siete medidas que enumera la consulta, se comprueba que ellas están dirigidas a tres áreas donde la corrupción es más visible: las corporaciones y servidores públicos de elección popular, la contratación pública y el manejo del presupuesto”.
¿De dónde son los corruptos de los casos más recientes?
Sáb, 19/08/2017 - 02:00
Junto con la guerra, la corrupción es otro de los males terribles a los que por décadas nos hemos tenido que enfrentar. Sus largos tentáculos alcanzan casi todo. Con el Proceso de Paz de La Habana