El enemigo más grande del autodenominado ‘Estado Islámico’ es occidente. A eso reducen ellos casi todo contra lo que luchan. Una palabra: occidente. Las costumbres, la religión, la economía, la libertad incluso, todos esos ‘valores occidentales’ son, para los yihadistas radicales, el objetivo supremo de esa batalla sin cuartel que dan cada día contra el mundo.
No obstante, y quizás, paradójicamente, muchos de los ‘guerreros’ más duros y fanáticos de Daesh, son occidentales: europeos sobretodo. Hay, incluso, algunos estadounidenses engrosando las filas del grupo. Actualmente, el EI tendría cerca de 30 mil combatientes; de esos, algo más de 10% son occidentales.
Algunos de los atentados terroristas más espantosos que ha visto el mundo, desde que Daesh apareció, fueron en ciudades insignia de la cultura occidental, y se llevaron a cabo por jóvenes nacidos en esa misma tierra. Por ejemplo, el responsable del último ataque, en el concierto de Ariana Grande en Mánchester, fue Salman Abedi, de 22 años, nacido en la misma ciudad.
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En los atentados que vivió París, la noche del 13 de noviembre de 2015, y que dejaron 137 muertos, algunos de los atacantes también eran franceses: Bilal Hadfi, de 20 años, Brahim Abdselam, de 31 años. Otros dos eran belgas: Chakib Akrouh, de 25 años, y Abdelhamid Abaaoud, de 28 años. Mohamed Abrini, Belga, habría participado en los atentados en el aeropuerto de Bruselas en 2016.
Omar Mir Seddique Mateen, nacido en Nueva York, fue el responsable de la masacre de 49 personas en el club Pulse, en Orlando, Florida, en junio de 2016.
Internet les ha facilitado muchos las cosas. Mucho. Ese es, quizás, el principal medio que usa EI para reclutar gente de otros países. Se sabe que como parte de su estrategia para expandirse militarmente EI busca todo tipo de reclutas. Llama la atención que la mayoría de quienes responden a ese llamado son mujeres.
De acuerdo al Centro Internacional para el estudio de la radicalización, con sede en Londres, “hay unas 30 mujeres europeas en Irak y Siria que acompañaron a sus maridos yihadistas o se fueron con la intención de casarse con miembros de ISIS y otros grupos militantes. Eso puede ser menos del 10% del número de hombres occidentales que actualmente se estima que están luchando en Siria e Irak. El temor es que el número de mujeres involucradas pueda crecer más rápidamente".
Paradójicamente, muchos de los ‘guerreros’ más duros y fanáticos de Daesh, son occidentales: europeos sobretodo.Sin embargo, por la férrea ideología del Islam respecto a las mujeres, la atención de Ei sigue cayendo sobre los hombres. En un artículo de la revista Times se explicó que "el papel principal de la muhajirah [mujer inmigrante] aquí es apoyar a su esposo y su Yihad y [si Dios quiere] para aumentar esta ummah [comunidad islámica]. Ella sigue con una cita eliminada de un Sitio web de Salafist: Lo mejor de las mujeres son aquellos que no ven a los hombres, y que no son vistos por los hombres”. Después de la decapitación, documentada en vídeo, del periodista James Foley, por parte de un yihadista británico, en 2014, el mundo supo del verdadero tamaño de la participación de extranjeros en las filas del Estado Islámico. El responsable fue Mohamed Enwazi, ‘yihadista John’, un joven londinense de 26 años. [single-related post_id="416087"] De acuerdo con BBC, “se estima que entre un 30% y un 40% de los actuales combatientes extranjeros que pelean hoy por establecer un califato islámico en Siria e Irak proceden de países occidentales, como Francia, Bélgica, Reino Unido, Alemania y los países nórdicos”. El fenómeno de la radicalización de jóvenes occidentales es muy difícil de entender. Sin embargo, hay algunas características que tienen en común la mayoría de personas –hombres y mujeres– que engrosan las filas de Daesh. Son de ascendencia musulmana; tienen entre 18 y 30 años; se han convertido o practican el Islam.
“Generalmente los jóvenes yihadistas de Occidente pertenecen a la segunda o tercera generación residente en el país occidental de origen. Es decir, sus padres o abuelos son inmigrantes”, dijo BBC.Hay otro aspecto común en los ‘yihadistas occidentales’: trataron de integrarse a la sociedad que los acogió. No obstante, por sus raíces, les resultó muy difícil hacer parte de ese mundo y nunca encajaron del todo. Es como si fueran gente de ninguna parte: ni de aquí ni de allá. [caption id="attachment_693952" align="alignnone" width="1024"] Foto: Captura de pantalla[/caption] Luego del ataque a las Torres Gemelas, y de que la retórica del terrorismo islámico tomara fuerza alrededor del mundo, el rechazo hacía quienes practicaban la religión de Mahoma, o eran originarios de países musulmanes, ha ido creciendo y cada vez se le estigmatiza más. Esos jóvenes “sienten que hay algo que está mal, que sus padres fallaron en el esfuerzo. Porque no están completamente integrados y se sienten estigmatizados por ser musulmanes. Viven entre dos culturas: la del país de origen de su familia, dentro de casa, y la del país donde viven, puertas afuera. Estos jóvenes están decepcionados de Occidente. Utilizan el Islam como un medio para posicionarse contra su estatus de 'occidentales'. No obtuvieron lo que querían, no se sintieron en casa ni tuvieron un sentido de pertenencia”, explica la investigadora Milena Ulhman. El punto de partida para el reclutamiento es la desadaptación y la desilusión con los ‘valores occidentales’. El siguiente paso es el acercamiento a la religión por vía de parientes o conocidos. De acuerdo a BBC, “en el camino hacia una vertiente más radical del Islam, muchos de los futuros yihadistas viven una experiencia decisiva: conocen a un líder carismático, que los introduce y, en muchos casos, los convence”.
Entonces los jóvenes se sienten aceptados. Encuentran su sitio. El pago que deben dar a cambio es aceptar férreamente y sin dilación los principios de la religión que los ha acogido.Las redes sociales son otro poderoso instrumento de reclutamiento y radicalización. Uhlman comentó que “Las redes sociales tienen un gran papel porque ponen a personas en vías de radicalizarse en una posición susceptible a un contexto radical o ideológico. Mientras más se expongan a esta narrativa, más probable es que se permeen”. La facilidad y amplitud del internet logra que ese mensaje, el que los radicales quieren dar, llegue más fácil y más rápido a una mayor cantidad de gente. “Hay una retórica de deshumanización del enemigo, son perros e infieles, no tienen ningún valor como seres humanos, por lo que deben ser asesinados lo antes posible. "Es interesante la utilización de varias referencias de la cultura popular occidental en su propaganda. Con referencia a películas de Hollywood o incluso, humor. Las redes sociales han vuelto a los radicales menos jerárquicos, más efímeros”, explicó la experta.