Diana García nació y creció en Montería, una ciudad famosa por su cultura ganadera. La gastronomía, sello inconfundible del Caribe y producto de la fusión de ingredientes, sentimientos y pasión por la región, hacen parte de su ADN.
Desde muy pequeña se dejó contagiar de ese amor por la cocina y hoy es imposible no tenerla como referencia a la hora de hablar de los chefs más reconocidos de Colombia. Es la menor de seis hermanos y desde muy pequeña, o como dice ella, desde su primer día de vida, estaba entre las ollas.
“Desde mi niñez tengo todos los olores del mundo de la cocina. Eso fue gracias a que mi abuela era una gran cocinera, le gustaba la pastelería y la panadería. Tenía una casa con un gran jardín y un horno de leña muy grande. Ahí hacía ponques para vender”, recuerda Diana.
Pero la inspiración no solo llegó de su abuela. Su madre y sus tías también eran grandes cocineras, lo que demuestra que para su familia, la gastronomía era algo sagrado y fundamental. De hecho, los momentos alrededor del comedor eran un acontecimiento importante por ser de unión familiar.
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Cuando tenía nueve años, sus padres abrieron una pastelería que a su vez funcionaba como una casa de eventos. El negocio se encontraba dentro de la casa pero poco a poco fue creciendo y el horno no dio abasto. Debido a esto tuvieron que inaugurar un local al lado de su vivienda. Su madre, quien atendía la pastelería y se dedicaba a cocinar, le enseñó pequeños trucos de cocina y fue así como aprendió poco a poco de este oficio.
Diana también recuerda con mucha nostalgia que la primera receta que preparó fue la del pionono, un pequeño pastel que se compone de dos partes: una fina lámina de bizcocho enrollado formando un cilindro y algún tipo de líquido muy dulce que le da una textura agradable. Su madre siempre necesitaba ayuda enrollándolo y eso se convirtió en la tarea de la futura cocinera. Cuando terminó el bachillerato se mudó a la capital colombiana, y aunque siempre pensaba que sería cocinera, en ese entonces decidió estudiar administración de empresas. Cuando terminó cuarto semestre en una de las universidades más prestigiosas del país, decidió dejar todo parar ir tras su sueño.
En diálogo con KienyKe.com afirmó: “Un día, mientras veía un programa de televisión sobre la escuela donde yo estudié (Instituto culinario de América en Nueva York), me di cuenta que tenía que eso era realmente lo mío”.
Poco a poco se empezaron a dar las cosas y aplicó para poder estudiar en dicho instituto. Su padres la apoyaron completamente porque sabían que la cocina corría por sus venas. Sin embargo, a todos sus compañeros de la universidad, les parecía ‘exótico’ dedicarse a la gastronomía.
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El primer trabajo que tuvo fue en el Hotel Hilton, donde logró llevar a la práctica lo que aprendió en Nueva York y explorar sus habilidades para la comida internacional.
Hoy Diana García lleva 33 años en este mundo, aunque hace 16 años decidió incursionar en el mundo de la cocina caribeña y así formar un gran equilibrio entre la técnica que aprendió durante sus años de estudio y la influencia de sus raíces.
“En el 2002 empecé a trabajar en un lugar al norte de Bogotá que se llamaba el Institutional Food Service y ahí había un resturante en el segundo piso. Un día cualquiera decidí hacer una posta negra con arroz con coco y ensalada solo por probar y a la gente le encantó. Y lo que pasó ahí fue que la gente empezó a ordenar esa receta”, narra Diana.
Luego de ganar más experiencia, la chef abrió su propio local en el 2005. Era un lugar muy pequeño, contaba con 30 sillas y no era ni la quinta parte de lo que ahora es su restaurante, ubicado en la carrera 7 # 70-94 al norte de Bogotá.
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“Los clientes llegaban y me preguntaban si tenía arepa de huevo... Fue allí cuando incursioné más en la cocina caribeña. Tomé la gastronomía tradicional de la costa y creé una relación con la comida y la técnica internacional”, manifestó la chef.
En su carta se evidencia el equilibrio que existe entre ambos mundos. Es variada y para todos los gustos. Quienes vayan a su restaurante podrán encontrar desde calentados y carimañolas hasta salmón curado y frittatas. Además, al llegar al restaurante se toparán con una gran barra de postres hechos con ingredientes de la costa, que le dan la bienvenida a los comensales.
A su talento en la cocina se suma el respeto que Diana García tiene por su trabajo y sus empleados, entendiendo que la gastronomía es un oficio demandante física y mentalmente. Sin embargo, ella espera poder seguir con la fuerza para continuar detrás de los platos. Su gran reto es mantener la calidad, teniendo en cuenta que todos los días sus platos están expuestos a las críticas de sus clientes.
Hoy en día el Restaurante Diana García ocupa cinco locales unidos. Y en su fachada se lee una frase que resume muy bien la vida de esa monteriana que se ha dedicado a resaltar sus raíces y llevarlo a través del mundo: Chef en movimiento, lo que significa innovación y nunca estar en un mismo lugar, ya que para García es importante estar en todos los niveles del restaurante, desde la cocina hasta la parte administrativa.
“Me encanta lo que hago. Para mi lo más importante es tenerle amor a lo que realizo a diario. En el restaurante seguiremos con grandes metas para subir dos escalones de calidad y así poder seguir compartiendo con mi gente la buena preparación y la buena técnica. Quiero llegar a la excelencia”, concluyó la chef.
