Yadira Perdomo era la “tonta” del salón. Su rutina diaria en el Gimnasio Campestre los Alpes, un colegio ubicado en el municipio de La Calera (Cundinamarca), se repartía entre las clases y burlas de sus compañeros. Solían hacerle zancadilla, esconderle la cartuchera, voltearle la maleta y refundirle sus inhaladores. También le reprochaban su forma de vestir y los permisos que debía pedirle a su papá para ir a cine. Tenía 16 años y cursaba décimo grado. Pero el 25 de agosto de 2009, sus compañeros llegaron al límite. Yadira, quien fue víctima de bullying, sufrió un accidente que la dejó en silla de ruedas.
"El día del accidente dije no más. No me la voy a dejar montar más. Le voy a esconder la cartuchera a Karen -una amiga con quien tenía algunas diferencias- . La escondí por dos horas y cuando la devolví me dijo: 'se va arrepentir toda su vida'". Luego llegó el almuerzo y una clase de Psicología, que terminó antes de tiempo porque la profesora, cansada de la indisciplina, decidió abandonar el salón.
En medio del desorden y alboroto, un compañero lanzó una cartuchera a una especie de altillo. Yadira se atrevió a recogerla por presión del salón. Logró subir con la ayuda de Karen. Recuerda que cuando comenzó a bajar, alguien cerró una ventana donde estaba apoyada. Perdió el equilibrio y cayó al suelo. "Sentí que me empujaron. Me pegué en la columna con un pupitre y en la cabeza con el suelo", comenta. Un par de minutos después, recuperó el sentido y se levantó muy mareada.
Yadira se ha sometido a cuatro cirugías para volver a ser quien era antes del accidente.
Cuando Yadira fue llevada a la enfermería del colegio, la espalda le ardía como si tuviera una herida abierta. Su pierna derecha comenzó a dormirse y un hormigueo se apoderó de la izquierda. Pese a los síntomas, la enfermera le ordenó que un médico le revisara un tobillo.
Había finalizado la jornada y era hora de volver a la casa. La joven empeoró. Su hermana, desesperada, le decía: "¡te vas a morir!". Yadira le dijo que le pidiera a un profesor un minuto de celular para avisarle a su hermano mayor que estaba enferma. Al llegar a la casa, fue llevada a la Clínica El Bosque en una ambulancia.
Yadira fue diagnosticada con una lesión tipo T10, es decir, que su décima vértebra estaba afectada. Así fue como perdió el movimiento de sus piernas. También se le rompió la caja torácica, tuvo un trauma craneoencefálico y su vejiga perdió su funcionamiento normal. Los médicos le dijeron que no volvería a caminar. Yadira jamás volvió al colegio.
Según la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Externado de Colombia, el Bullying o acoso escolar es un comportamiento encaminado a maltratar a otros mediante el abuso de la fuerza o autoridad. Un estudio reciente realizado a cerca de cien mil estudiantes de Bogotá indicó que el 17 por ciento había sido víctima de matoneo en el último mes. Por su parte, Teprotejo.org, la primera línea virtual de denuncia para la protección de la infancia y adolescencia en Colombia, tiene 132 casos registrados entre abril de 2012 y enero de 2013.
Su mamá, Ángela Altamiranda, ha sido su fiel compañera durante estos cuatro años.
Enrique Chaux, profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes y dedicado a investigar el fenómeno, asegura que el bullying trae problemas de ansiedad, depresión, desordenes alimenticios y desmotivación académica. También dice que las dinámicas varían según el tipo de colegio. En las instituciones privadas, la intimidación se da en su mayoría a través de las redes sociales, mensajes de texto y correos electrónicos; en las públicas, el acoso se da con ataques como golpes e insultos.
En cuando al género, las niñas hacen bullying de manera indirecta con la exclusión, regando un chisme o con un correo electrónico. Por su parte, los niños suelen agredirse de manera directa. Chaux concluye diciendo que el acoso escolar no es una tendencia nueva sino que se ha transformado con el tiempo.
"Fue una maldición entrar a ese colegio", así resume Yadira su tragedia. Durante un año no pudo pararse de la cama, olvidaba las cosas y llamaba a su mamá por otro nombre. También olvidó quién era. Tuvo que aprender de nuevo a escribir con la mano izquierda. “Solo me dedicaba a la rehabilitación”.
Para su recuperación, la familia fue muy importante, en especial su mamá, Ángela Altamiranda, quien no aceptó la condición de su hija y se encargó de impulsarla y obligarla a estar de pie sostenida unos kafos, pese a los diagnósticos médicos. Yadira lloraba de dolor, pero sabía que podía hacerlo porque solía soñar que caminaba.
Yadira espera competir algún día en los Juegos Olímpicos.
Luego de fortalecer el tronco, Yadira comenzó a trabajar el resto de su cuerpo con el deporte. Empezó practicando tiro con arco porque era la manera de fortalecer sus brazos. Poco después, participó en dos torneos distritales. Allí ganó una medalla de oro y otra de plata. Ahora quiere participar en los Juegos Nacionales y Juegos Olímpicos. La música también llegó a su vida para abrir muchos caminos. Con los instrumentos aprendió a ser paciente. Luego de graduarse de bachillerato, comenzó sus estudios de música.
Lo más difícil para Yadira ha sido lidiar con el sistema de salud. Aunque fue operada por el doctor Sholmo Raz, Premio Nobel, quien le implantó un aparato para que pudiera volver a orinar, defecar y sentir sus piernas, Yadia fue víctima de dos errores médicos a manos de colombianos. Sin embargo, contra de los diagnósticos, el 16 de noviembre de 2011 dio sus primeros pasos.
"Ahora no tengo por qué lamentarme. Me han sucedido cosas muy buenas después del accidente. He aprendido a valorar más la vida y a mi familia". Este 17 de enero el país conocerá el desenlace de la historia. Una audiencia en la que Yadira se enfrentarán a los presuntos culpables del accidente. La prueba reina es un audio de lo que sucedió aquel día, donde le preguntan a un compañero llamado Nicolás: "¿Por qué lo hiciste?".
El matoneo de sus compañeros dejó inválida a Yadira
Jue, 17/01/2013 - 09:45
Yadira Perdomo era la “tonta” del salón. Su rutina diaria en el Gimnasio Campestre los Alpes, un colegio ubicado en el municipio de La Calera (Cundinamarca), se repartía entre las clases y burla