“Eso es mentira que uno acá pierde el corazón”

Lun, 19/08/2013 - 15:01
La mañana pasa frente al computador esperando la llamada que indica que deben hacer el recogimiento de un cadáver. Los 3 equipos Coral del CTI (Cuerpo Técnico de Investigación), cuya función es h
La mañana pasa frente al computador esperando la llamada que indica que deben hacer el recogimiento de un cadáver. Los 3 equipos Coral del CTI (Cuerpo Técnico de Investigación), cuya función es hacer la inspección técnica del cadáver y el lugar de los hechos, definen qué fotos le mostrarán al fiscal del caso. Fotos sórdidas y sangrientas. Ojos abiertos, perdidos, vidriosos. Ojos muertos. El siguiente caso es aún más estremecedor que el anterior. Hay evidencia sobre el escritorio empacada en bolsas de plástico con cierre hermético. En la radio ruge Gloria Estefan, que de alguna manera logra combinar con una de las oficinas más sórdidas del Estado. Cada grupo de investigadores, de lo que denominan un acto urgente, está compuesto por criminalísticos e investigadores.  Los criminalísticos son un grupo que cuenta con el jefe de laboratorio que es quien maneja la escena como tal. Un planimetrista, que es el que hace la representación gráfica del sitio de los hechos a través de un dibujo a mano alzada del lugar o un bosquejo. Y un fotógrafo o videógrafo que es quien documenta según las necesidades. Sin embargo todos están capacitados para hacerlo todo. Este trabajo se conoce como acto urgente porque solo cuentan con 36 horas para entregar su informe, y no terminan turno hasta que no entreguen el caso y lo radiquen ante un fiscal. Aquí trabajan psicólogos, abogados, administradores, trabajadores sociales, etc. Cada cual llega con su profesión y la entidad los capacita con un curso de policía judicial que dura cuatro meses. A pesar de que tienen más capacitaciones como luces forenses, manejos de manchas de sangre, exploraciones, fotografía y planimetría, es la experiencia lo que los fortalece. –Si tú me preguntas, como mamá lo que más duro me da son los niños. No puedes alejarte de tu parte humana, uno en esto no deja de ser humano. Al revés, uno se vuelve más fuerte. La desventaja la tiene la gente en la casa de uno. Porque ves tanta cosa en la calle que te vuelves sobreprotectora en tu casa. Tratamos de mantener a nuestra gente alejada de lo que vemos en la calle, –dice una de las tres jefes de laboratorio. CTI, kienyke Los investigadores del CTI deben lidiar con los acordonamientos de la Policía que casi nunca son efectivos y afectan su investigación Es ese sentido profesional y la preparación psicológica que tienen con su compromiso lo que hace que el trabajo no los afecte cuando llegan a la casa. –Sales de tu casa mentalizado de que vas a trabajar. Igualmente en tu casa tienes preparada a tu familia con lo que haces, a lo que te enfrentas y en qué trabajas. Cuando llegas a la casa, como la familia ya sabe, lo apoyan a uno. Además entre los mismos compañeros uno se vuelve más familia y se desahoga con ellos. Lo otro es que por mentalidad, uno no se puede echar todos esos muertos a la conciencia y el corazón. En ese momento uno no se puede mezclar emocionalmente. Nunca. O ya estaría loca. Es un trabajo que no es para todo el mundo, algunos compañeros no pueden con los olores. Manipular un muerto es terrible, no es agradable. Pero es el compromiso y las ganas de hacerlo. Lo primero que uno hace cuando llega a una diligencia es persignarse, algunos compañeros dicen oraciones. La rigidez post mortem es una de las situaciones que manejan. A veces les toca enfrentar cuerpos de hasta 300 kilos completamente tiesos. Cuando el cuerpo es muy pesado y casi imposible de mover, le hablan. –Es que se siente la presencia del alma, –dice uno de ellos. Es cuestión de fe. Uno le dice al cuerpo: “Venga que ya vamos a salir de esto. Venga, ayúdeme, ayúdeme”. Se trata sobre la energía de uno mismo y el respeto al cuerpo. Y es que ellos son igual o más humanos que uno. El cuerpo suelta más rápido si uno lo trata bien. Es así que logran mover estos cuerpos con facilidad. Les hacen masajes en los brazos cuando los encuentran con las manos tiesas, cerradas en puños. Les hablan con paciencia y dulzura hasta que se relajan los músculos. Una vez los llamaron para que recogieran a una pareja de viejitos en Villa Magdala, al norte de la capital. Les dijeron que estaban ambos muertos. Entraron al apartamento que ya habían abierto los bomberos y el olor era terrible. Encontraron el cadáver de la mujer en la cocina, su cuerpo se descompuso muy rápido porque le daban los rayos del sol. Siguieron adentrándose en el apartamento y cerca a la habitación principal oyeron un suspiro. Era el señor que agonizaba hacía cinco días. Estaba sufriendo de hipotermia. Entre dos compañeros lo subieron a la cama y una de ellos lo tapó con muchas cobijas y luego se le acostó encima para darle calor. Le salvaron la vida. CTI, kienyke Es importante para los investigadores del CTI que la prensa no muestre sus caras por seguridad Otra vez les tocó ir a Engativá a hacer el levantamiento de un cadáver de uno de sus compañeros de trabajo. Nadie del equipo quería tomarle la foto, o meterlo en la bolsa. –Pero no importa, es el compromiso con esta vaina que le da a uno fuerzas para hacer el trabajo y uno lo hace, –dice el fotógrafo de uno de los equipos investigativos. –Profesionalmente se trata del orgullo de sacar el trabajo adelante. El orgullo de que pases de cero a meterte en la parte investigativa y seguir adelante. El orgullo de que en las más o menos 36 horas, si se puede, tengas encarrilado el caso para una mejor investigación. El trabajo es compromiso, es pasión. Tú acá estás predispuesto a lo que salga. Uno trabaja porque le nace, porque le gusta. Por prestarle un servicio a la comunidad. Que uno pueda ayudar a esclarecer un delito es lo que lo estimula. Para mí la satisfacción es, al menos, identificar a la persona que lo hizo. Y Dios lo ayuda a uno mucho. –Lo más difícil es cuando uno ha vivido una situación similar a la que está trabajando. Entonces uno tiene que despegarse de esa situación y concentrarse en el trabajo, en lo que está haciendo. Es la fuerza que uno le pone, entonces le pone uno mucho amor. Respeto, dignidad, –agrega otro de los investigadores que perdió a dos de sus hijos mayores, ambos policías. Pasadas las 12 del día entra una llamada que advierte sobre el cuerpo de una menor de 3 meses que murió al ser alimentada de forma no ortodoxa. Alguien menciona un palo de escoba entre dientes y las caras de todos comienzan a alargarse. No hay afán como cuando salen los bomberos, pero se siente cierta ansiedad en el ambiente. Quizá sea ansiedad por esclarecer tal infamia tan pronto como sea posible. Al llegar al Hospital de Suba CAMI Gaitana, la gente sentada en la sala de espera se voltea a mirar al grupo de tres investigadores del CTI, todos vestidos de negro, que entran en silencio, muy serios. Es como si pudieran sentir una energía específica, algo que les llama la atención sin haberlos advertido en primer lugar. La víctima es una bebita que no tiene más de tres meses. Una miniatura muy blanca de pelo negro y nariz minúscula. Está acostada sobre una camilla, tiene los ojos cerrados. Es impresionante que pareciera que estuviera dormida y en cualquier momento se fuera a despertar. –Tan bonita… estaba gordita, –dice la fotógrafa del equipo, madre de familia. CTI, Kienyke Lejos de deshumanizar, el trabajo en el CTI vuelve a la gente más sensible El planimetrista comienza a revisarle el cuerpo tocándola con mucha ternura e infinito respeto. Advierten algo del lado izquierdo de la cabeza, lo que asumen es un golpe que luego el jefe del equipo definirá como una malformación. No hay signos de violencia. La bebita tiene las plantas de manos y pies muy blancos, pálidos, y los brazos completamente rígidos, extendidos a ambos lados de su cuerpo. Siguen estudiándola con mucho cuidado. Es evidente que están trabajando con un objeto de estudio, aunque la forma de hacerlo es con suavidad. Aunque la sola idea de un bebé muerto sea absolutamente incoherente. Es el planimetrista quien confiesa que durante mucho tiempo no fue capaz de cargar cadáveres de bebés y niños, pues es padre soltero de un niñito que hoy tiene cinco años. Acabada la inspección deben meter el cadáver en una bolsa. Para los niños usan bolsas rojas. Deberán hacerle masajes en los brazos para que se relajen los músculos y así logren meterla en la bolsa que envuelven con cinta plástica que es cortada con el golpe de la punta de un esfero. La cabeza queda por fuera, así como envuelven a los recién nacidos en Japón.  El planimetrista acaricia el pelo de la bebita mientras ora por ella en voz baja. Entonces la cubren con otra bolsa y más cinta. Y luego una tercera a la que le ponen un rótulo con el número del caso y el nombre de la víctima. Como la mamá está esperando afuera, cubren las bolsas con una sábana blanca del hospital. La fotógrafa es quien la carga hasta la camioneta del CTI que ha sido parqueada frente a la puerta de la instalación, a pesar de que el planimetrista dice que ya no le da miedo y que hubiera querido cargarla él. CTI, Kienyke Este es un kit de toma de residuos de disparo. El cuerpo es acomodado en una de las tres bandejas de metal diseñadas para cuerpos de adultos que carga la camioneta en la parte de atrás. Para que el cuerpo de la bebita no se mueva deben amarrarlo con cinta pegante. Y con ella a bordo nos dirigimos hacia el lugar donde murió la menor. Se trata de una casa en el barrio la Gaitana donde cuidan niños sin tener permisos para hacerlo. La madre de la niña la dejó allí pasadas las seis de la mañana. Las tres mujeres que cuidan hasta nueve menores que dejan cada día la recibieron dormida y la dejaron en su carrito esperando a que llorara para así saber que se había despertado y darle de comer. Es lo que le han dicho al CTI. Como nunca se despertó fueron a mirarla y la encontraron muerta. Argumentan que bronco aspiró. Cuando los investigadores revisaron la pañalera se encontraron con los teteros como la mamá los empacó. Lo que sí se sabe es que nunca le dieron de comer. Cada vez que la fotógrafa le habla a la madre de la menor le coge el brazo haciendo evidente su empatía. –A mí se me aguaron los ojos cuando la mamá sacó los teteros de la pañalera y estaban tal cual ella los empacó. Nunca le dieron de comer… –agrega la fotógrafa con una cara que no disimula su tristeza. –Uno no puede involucrarse emocionalmente con esa víctima porque ahí sí estaría en problemas. Una cosa es ser profesional y otra es mezclarse con el familiar que está llorando, sin desconocer el dolor que sienten. A uno le da muy duro, sobre todo con los niños. Y el que diga que no, muchas mentiras… –A mí los bebés me dan muy duro, me dan bastante duro. Sobre todo una situación tan complicada donde lo más probable es que sea descuido. Pero debemos ser imparciales y no emitir un veredicto de lo que pasó, aunque es claro que no le dieron tetero desde las 6:15 de la mañana, cuando la dejaron donde la cuidaban, –dice el jefe del equipo. –Yo creo que la gente piensa que uno es duro, que no tiene corazón. Porque uno no los consiente y entre menos información le dé a la familia mejor porque hay algunos casos que son muy violentos. En algunos casos, ¿cómo les voy a dejar ver a su hijo así? Lo más difícil es decirle a la familia lo que ha pasado con la víctima. Lo primordial es que la familia tenga el cuerpo lo más pronto posible. El planimetrista agrega, –Lo más importante es lidiar con la comunidad. La gente es muy curiosa, así somos en este país, pero uno no puede chocar con la gente. Toca ser muy sabio en eso. Esta gente está brava porque también tienen su dolor. Tienden a chocar con uno pero se les explica que está trabajando y les dice que pregunten lo que quieran. Para eso estamos. Esa parte social con los familiares de la víctima, el culpable y la comunidad, eso es muy bonito. También hay que respetar la libertad de la prensa. Pero hay protocolos que hay que seguir. A veces hasta nos han agredido físicamente. En los crímenes violentos la descarga de la sociedad es muy tremenda. Nuestro objetivo es trabajar para la comunidad, para eso nos paga el Estado. Si nosotros, como entidad del Estado no les colaboramos, ¿quién les colabora? Es imposible dejar de preguntarse por qué se volvió tan violenta esta ciudad, y la respuesta que dan los investigadores de la Fiscalía es estremecedora: “Bogotá se ha vuelto tan violenta por la falta de temor a Dios. Cada quien tiene su historia. Infancias reprimidas, no tuvieron unidad familiar, la paz que es necesaria para formar a una persona”.   @Virginia_Mayer
Más KienyKe
El exconcursante del Desafío rompió el silencio y emitió un comunicado oficial, pronunciándose por primera vez ante las graves denuncias públicas realizadas por su expareja.
Conozca los horarios y las opciones para ver la gran final de la Copa Colombia entre Atlético Nacional y América de Cali.
Laura Mora, directora de 'Los Reyes del Mundo' o 'Matar a Jesús', fue una de las directoras que llevaron 'Cien años de soledad' a la pantalla, creando imágenes con la belleza poética del libro.
En una reciente entrevista, Marbelle recordó la dura adolescencia que vivió Rafaella, tanto que tuvo que cambiarla de colegio.