Uno de los asesinos más enigmáticos e intrigantes de la literatura y el cine del siglo XX fue mexicano. La noticia ha sorprendido tanto por el lugar de origen como por el hecho mismo de que sea real quien inspiró a Thomas Harris a escribir su saga sobre Hannibal Lecter. En la retina de muchos está la imagen de ‘El Silencio de los Inocentes’, película protagonizada por Anthony Hopkins y Jodie Foster, un Thriller psicológico que en forma maestra logra poner a la audiencia al borde de los nervios.
El pasado 27 de julio el diario inglés The Times publicó un adelanto de la introducción que Thomas Harris escribió para la reedición de ‘El Silencio de los Inocentes’. ¿Quién fue el asesino? ¿Cómo lo conoció Harris? Son interrogantes que el escritor y periodista intenta responder en su revelador prólogo.
Un fugitivo intrépido y un periodista con muchas preguntas
Thomas Harris tenía 23 años y trabajaba para la revista Argos cuando se le encargó un reportaje sobre el homicida Dykes Askew Simmons, condenado a muerte por matar a tiros a tres miembros de la familia Villagómez (Hilda, de 22 años, sus hermanos Manuel y Marta, de 17 y 20 años, respectivamente), en Monterrey en 1959, y quien se convirtió en el primer estadounidense en recibir la pena de muerte en México. La sentencia posiblemente fue conmutada por la de cadena perpetua.
En 1969 escapó de la prisión de Nuevo León, le contó a Harris que “se disfrazó de mujer y se abrió paso a través de la frontera con Texas”. El diario Evening Independent publicó algunas de sus consignas de fugitivo, “No voy a regresar a México, ¡tendrán que matarme primero!”. Aunque la extradición no existía en aquellos años, Simmons fue detenido en el estado de Texas y llevado a la cárcel de Topo Chico, en Monterrey.
Resuelto a repetir la hazaña de Nuevo León, Simmons planeó fugarse de la prisión en la primavera de 1963 escapando por los conductos de aguas negras. Sin embargo, fue descubierto y herido de gravedad por los guardias de seguridad. En la enfermería de la cárcel fue atendido por un hábil médico que le salvó la vida. Simmons reconoció al hombre de ese día como el ‘Dr. Salazar’, y lo describió como “un hombre de baja estatura con un aire de ermitaño y cierta elegancia en sus ademanes”.
Thomas Harris, escritor y guionista estadounidense, sus novelas de suspenso han sido adaptadas al cine en cinco películas y una serie de televisión.
El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son
Thomas Harris, desde su paso por la universidad de Baylor de Waco, en Texas, se sintió atraído por los temas judiciales y policíacos, de hecho colaboró unos meses para el Waco Tribune Herald. Su primera novela, ‘Domingo Negro’, se inspiró en el ataque terrorista de los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972, cuando once atletas israelíes murieron por un ataque de un grupo terrorista palestino.
Es conocido por sus novelas centradas en el personaje de Hannibal Lecter (‘El Silencio de los Inocentes’ ‘Hannibal’ y ‘El Dragón Rojo’). En 1990 un periodista le insinuó que “si no haría falta ser un psicópata para escribir sobre uno de ellos”. Desde ese día no habla mucho con la prensa, hasta hace un par de semanas, cuando dio varias declaraciones y entrevistas a raíz del prólogo que escribió de su novela ‘The Silence of the Lambs’.
En el prólogo publicado en The Times cuenta Harris que “mantuve una escalofriante conversación con el ‘Dr. Salazar’ […] hablamos de la apariencia desfigurada de Simmons, la forma en que él había cometido sus asesinatos y lo atractivas que habían sido sus víctimas”. Agrega Harris que el ‘Dr. Salazar’ lo interrogó súbitamente en medio de dicha conversación, “¿Usted. Es periodista, Sr. Harris? ¿Cómo va a escribir esto en su periódico? ¿Cuál es el tratamiento del miedo en su periódico?”
Tras la revelación el cotejo no fue difícil: se trataba del pasante de medicina Alfredo Ballí Treviño, quien el 8 de octubre de 1959 asesinó en su consultorio de la colonia a Jesús Castillo Rangel.
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¿Cómo lo mató? Sencillo: le aplicó pectoral sódico al joven, que tenía 20 años: lo desangró, descuartizó y sepultó en la localidad de Guadalupe. Ballí fue descubierto y condenado a muerte, el último en la historia de México. Sin embargo, tal como ocurrió con Simmons, la pena se conmutó por veinte años de prisión.
Inconsciente su víctima, Ballí la desangró cortándole la cabeza con un bisturí. Después de lavar el cuerpo lo llevó a una camilla en la que le seccionó el resto del cuerpo en siete partes, envolvió los trozos en una lona, metió el bulto en la caja de cartón y la puso en la cajuela de su Chevrolet 1958. Después llegó a la colonia Buenos Aires, allí lo esperaba Francisco Carrero, un trabajador ocasional del consultorio, —quien presuntamente no conocía el contenido de la caja—. Se dirigieron al rancho La Noria —hoy el Puente de Chapultepec—, allí los esperaba el tío de Francisco, Guadalupe Villareal, quien ayudó a sepultar “unos restos médicos sin importancia”. Unos días después, un pastor de vacas (Manuel Ovalle) encontró los restos.
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El 'Silencio de los Inocentes' fue uno de los títulos más taquilleros de los años noventa, fue aclamado por la crítica y fue ganadora del Oscar a la mejor película, una de las más atípicas de toda la historia de estos premios.
El diario judicial mexicano El Zócalo explica en su pesquisa que “no tardó la Policía en descubrir lo enterrado y menos averiguar quién era el responsable. Tras fingirse pacientes, el jefe de Homicidios Eusebio Lara y el Comandante Alfonso González detuvieron en su consultorio a Ballí, quien habría ofrecido por su liberación dos autos, su consultorio y una botica aledaña, aunque las propiedades eran de su padre”.
En seguida fue sometido a interrogatorio por el entonces Fiscal Alejandro Garza Delgado. “Ballí confesó con aire de jactancia que jamás tocó algún hueso en sus cortes”, declaró Lara, a lo que Garza Delgado sentenció: “En la historia del crimen en México nadie recuerda un asesinato de esta categoría”.
Por todo esto, se le empezó a llamar “médico asesino”, “el monstruo de la Talleres” y “el vampiro Ballí”.
Entre la ficción y la realidad
Harris explicó que ‘Dr. Salazar’ sirvió durante veinte años como médico en el penal, mientras cumplía su condena. Posteriormente fue liberado en 1979, y siguió ejerciendo la medicina durante varios años.
“Tuvo una legión de pacientes en el mismo consultorio del crimen, en especial ancianos, a quienes no cobraba o lo hacía a cambio de cantidades simbólicas”. Murió a los 77 años de cáncer de próstata en febrero del 2009.
Ficción y realidad se conjugan en esta historia, aunque quedan cabos sueltos: ¿Fue un crimen pasional entre una pareja gay, como argumenta Garza Delgado? ¿Lo mató en defensa propia?
Thomas Harris recuerda que la trama del asesino Hannibal Lecter la inventó él. Tomó aspectos de la realidad, no la copió, o si lo hizo, la aumentó y complejizó al punto de hacerla creíble, y lograr que centenares de espectadores estén a borde de los nervios cuando leen su saga.
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