Corría la tarde del 16 de octubre de 1978 cuando un hombre de 58 años fue elegido como el máximo jerarca de la iglesia católica. Karol Józef Wojtyła escogió para su papado el nombre de
Corría la tarde del 16 de octubre de 1978 cuando un hombre de 58 años fue elegido como el máximo jerarca de la iglesia católica. Karol Józef Wojtyła escogió para su papado el nombre de Juan Pablo II y se convirtió en el primer Papa polaco de la historia, y en el primero no italiano desde 1523.
Quienes fueron testigos de aquel momento en el que el Santo Padre asumía su nuevo rol en el Vaticano, aseguran hoy, 40 años después, que jamás pensaron que su legado fuese a marcar un antes y un después en la historia de la Iglesia Católica.
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Su elección como Papa generó serios cuestionamientos debido a que muchos lo consideraban muy joven, pero Karol tenía claro su nuevo rol. Desde sus tiempos de sacerdote libró una dura batalla contra el comunismo debido a que Polonia estaba bajo el dominio de la Unión Soviética y él no estaba de acuerdo con las políticas implementadas en su país, a tal punto, que una de sus primeras decisiones al asumir el papado fue reformar la ley canónica en lo relacionado a la no participación de los sacerdotes en política.
"Juan Pablo II no solo fue un personaje muy importante para la historia de Polonia, también lo fue en Europa y el mundo entero. En los años 70' y 80' comenzó un movimiento muy importante en Polonia llamado el Sindicato de la Solidaridad que luchaba por la independencia política y social. Cuando fue elegido como Papa apoyó por 10 o 12 años esta lucha", contó Jacek Such, ministro consejero de la embajada de Polonia a KienyKe.com.
Tres décadas después de ese apoyo, la hazaña del Santo Padre es recordada en el primer Festival Internacional de Historia en Villa de Leyva. La embajada de Polonia en Colombia realizó la donación de una serie de fotografías inéditas en las que se puede observar al Sumo Pontífice en diferentes momentos de su papado realizando encuentros con varios mandatarios de la época como Fidel Castro.
"El apoyo de Juan Pablo II al Sindicato de la Solidaridad, marcó un antes y un después. Los soviéticos entendieron que este movimiento tenía un respaldo muy importante como lo era el Papa, un hombre que tenía claras sus influencias políticas".
Los historiadores aseguran que los gobernantes de turno entendieron el mensaje y sabían que tenían que ceder el poder de forma pacífica. Mijaíl Gorbachov, jefe de Estado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, permitió en 1988 el desarrollo de elecciones que dejaron como gran ganador a Lech Wałęsa, máximo representante del sindicato.