La mayoría de los colombianos recuerdan a Rodrigo Villamizar como uno de los ministros de lo que se llamó el “miti-miti” en la época del gobierno del presidente Samper. Un escándalo que lo llevó a dejar su cargo, salir del país y enfrentar un prolongadísimo juicio del que finalmente salió bien librado. De eso hace ya doce años- Enfrentó además un cáncer y la vida en el exilio. Hoy vive, como dice el mismo, ‘a caballo’ entre la consultoría, la docencia y ahora la escritura.
El escándalo del 'miti - miti' enredó a los entonces ministros Saulo Arboleda y Rodrigo Villamizar en 1997.
P. ¿Por qué su reaparición pública es por una vía tan peculiar como es la de la escritura? ¿Usted escribiendo novelas? RV. Empecemos por aclarar de lo que más se ha hablado. He pasado por cosas más graves que el cáncer y la persecución política. Incluso lo del miti-miti lo recuerdo con mis amigos como una mala broma. Lo que intentaba ser un reparto político normal (como cuando el Congreso distribuye ‘dietas’ y el Presidente partidas presupuestales) resultó siendo un acorazado de batalla de la conspiración. Para mí no fue extraño que se atacara a personas del alto gobierno, eso es parte de la realpolitik, sino mi incapacidad física y anímica para dar la pelea. Recuerdo que la grabación donde Saulo Arboleda, aludiendo a una práctica política normal, pedía mi ayuda para distribuir las emisoras del Valle del Cauca en forma ‘políticamente equitativa’ ocurrió a través de una llamada que me hizo a la unidad de cuidados intensivos del hospital de Houston, donde me recuperaba de una operación mayor en mi lucha contra el cáncer. Entiendo mucho de lo que me ha ocurrido como una persecución que ha tenido graves consecuencias en mi vida. George W. Bush, a quien conocí en mi juventud cuando estudié en Texas, me ofreció ser Under-secretary for Latin American Affairs (el más alto cargo que hubiese ocupado colombiano alguno en el gobierno americano). Pero en ese momento había una persecución política parecida a la que narro en la novela. Así que decliné. A mí se me ha facilitado moverme por países debido a mis tres pasaportes; nunca he tenido que pedir visa para ningún país y el europeo reconoce mi estatus de ex diplomático… P. Pero vamos a la novela. Tuve la oportunidad de leer un primer manuscrito y por más que haya vivido y estudiado el tema de la violencia, es sorprendente lo narrado en ella. ¿Es verdad que en una entrevista que le hicieron hace varios años usted afirmó que el mayor problema de Colombia no era la guerrilla, ni el narcotráfico, ni los paras sino la corrupción en la justicia? Sí, eso es verdad. La novela, que es toda escrita sobre hechos y personajes reales, trata esos temas. Lo de justicia es un tema interminable en Colombia. Un amigo que leyó el manuscrito me comentaba que, a diferencia del tan mencionado “realismo mágico” esta era una historia del “realismo trágico” de nuestro país en el que una gran parte de sus habitantes han sido víctimas de la injusticia de la justicia. Lo que no quiere decir que esté exiliado, o no quiera volver al país refugiándome en la “comodidad” de la academia y la consultoría. Estos dos libros son producto de muchos años de reflexión y trabajo. Y los voy a editar en Colombia. P. ¿Para usted cual es más importante? Es difícil decirlo. Hay que esperar la reacción de los lectores. En 'Transmutación Competitiva' sostengo que la clave del desarrollo está en la capacidad de ‘transmutar’ competitivamente; que fue lo que sucedió al Australopithecus o 'Lucy' para poder llegar hasta el hombre moderno. Pero transmutar significa evolucionar con acelerador; por lo tanto es hacer mutaciones a velocidades de rally... y dirigidas. Eso es lo que deben hacer las empresas y organizaciones para lograr su desarrollo óptimo, pleno. Los países o las organizaciones pueden mejorar competitivamente fiscalizando sus recursos de tres formas: Control del entorno (el quid de la seguridad energética, por ejemplo); aumentando la productividad; y aumentando la tecnología o capacidad de innovación. Alrededor de este tema se harán foros yseminarios en Colombia en el 2012. La novela es otra cosa. Esta debe defenderse sola, como gatos patas arriba. Se habla de una violencia mucho más antigua y cruel que es la de las minas de esmeraldas. Allá se mueven poderes insospechados y gigantescas fortunas aparentemente desconocidas por la mayoría pero que ciertos poderosos las conocen muy bien. También hago una reflexión sobre la justicia, su corrupción los tentáculos e intereses que maneja. Y quiero aclarar algo muy importante. Todo lo que se narra ha sucedido. Todo es verdad. No es una novela complaciente.Villamizar es un experto en temas macroeconómicos y energéticos y dicta conferencias internacionales.