A sus 90 años de vida y siendo silletera desde que tiene uso de razón, Pastorcita Zapata es la más famosa de Antioquia y hasta la gente la denomina “la principal atracción del desfile”. Todos la conocen y corean su nombre sin cesar “pastorcita, pastorcita”. Ella, quien siempre luce una sonrisa grande como su edad, le contó a KienyKe.com lo que nadie sabe, pues detrás de tanta alegría que proyecta, se esconde la tristeza de haber perdido a sus dos hijos por culpa de la guerra.
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El secuestro de su hijo hace 14 años fue el causante de que él y su otra hija partieran de Colombia para nunca más regresar, pues según dice, el miedo y el horror que ese hecho les provocó, separó a la familia.
“Yo enviudé desde que los hijos estaban muy pequeños, el menor tenía 6 años y la hija mayor 9, desde entonces me tocó levantarlos a los dos a mi solita, siendo silletera. A mi hijo lo secuestraron cuando hubo tanta época de violencia en Antioquia y cuando lo liberaron, él decidió irse de Colombia para España y mi hija le siguió los pasos.
Eso fue hace 14 años y desde entonces vivo sola, pero acompañada por Dios y la virgen”, cuenta la mujer con su voz quebrantada por la tristeza que le produce pensar en sus hijos.
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Ahora sueña con ir a visitar a sus hijos, pero no ha recibido ayuda de alguien. "Me quiero ir para España a ver mis hijos porque me hacen mucha falta, cada día siento un gran dolor en mi corazón, ellos son todo lo que tengo y me duele que no los tenga aquí conmigo. Mi hijo ahora está muy enfermo del corazón y mi hija es la que trabaja para poder mantenerse. Yo he averiguado los pasajes para ir a España, pero son muy costosos y por más que ahorre no me han dado las cuentas para viajar”, afirma la silletera, quien minutos antes de empezar el desfile pudo hablar telefónicamente con ellos.
Aunque el día más triste para ella es el día de la madre, por la pena que vive de no estar con sus hijos, también tiene el día más feliz y es el 7 de agosto, fecha en la que cada año desfila su silleta que pesando 30 kilos, Pastocita la define como “muy poquito” para la dicha y la alegría que le hacen sentir.
“Sigo viva por la alegría y el amor que me da el público, estar aquí desfilando me causa mucha felicidad y a la vez me llena de fuerzas para poder venir cada año. Quiero decirle al público que los quiero mucho y que las fuerzas que saco para cargar esta silleta me las da Dios y por eso hay Pastorcita para rato”, cuenta la mujer que ganó en años anteriores varias veces los primeros puestos de la premiación silletera.
Tradición familiar
En la familia fueron ocho hermanos que se convirtieron en silleteros y aunque cuatro ya han muerto, los otros tres al igual que ella todavía desfilan en el tradicional recorrido de flores.
“Los hermanos han ido muriendo por diferentes causas, pero todos siempre hemos llevado las raíces silleteras que nos dejó nuestro padre. Ahora la mitad de la gallada seguimos desfilando y todavía nos vemos, aunque ya cada uno con su vida por aparte”, contó la mujer.
Tranquila en la casa, dice que asiste al grupo de la tercera edad a jugar bingo y a “cotorrear” con sus amigas, que también son silleteras. Todo el sustento de la mujer depende de su actividad, que ella califica como justo para vivir, más no algo con lo que te quede para “mecatear”.
La amabilidad y la alegría de sus 20 minutos de diálogo con KienyKe.com fueron suficientes para que Pastorcita por primera vez desahogara su corazón y dejara ver que aunque estuviera su cuerpo allí presente, su mente viaja hasta España con la ilusión de volver a acariciar a sus hijos. Así perdiéndose en un mar de flores, ella se despide diciendo “ayúdenme por favor, yo los quiero volver a ver”.
“Yo enviudé desde que los hijos estaban muy pequeños, el menor tenía 6 años y la hija mayor 9, desde entonces me tocó levantarlos a los dos a mi solita, siendo silletera. A mi hijo lo secuestraron cuando hubo tanta época de violencia en Antioquia y cuando lo liberaron, él decidió irse de Colombia para España y mi hija le siguió los pasos.
Eso fue hace 14 años y desde entonces vivo sola, pero acompañada por Dios y la virgen”, cuenta la mujer con su voz quebrantada por la tristeza que le produce pensar en sus hijos.
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Ahora sueña con ir a visitar a sus hijos, pero no ha recibido ayuda de alguien. "Me quiero ir para España a ver mis hijos porque me hacen mucha falta, cada día siento un gran dolor en mi corazón, ellos son todo lo que tengo y me duele que no los tenga aquí conmigo. Mi hijo ahora está muy enfermo del corazón y mi hija es la que trabaja para poder mantenerse. Yo he averiguado los pasajes para ir a España, pero son muy costosos y por más que ahorre no me han dado las cuentas para viajar”, afirma la silletera, quien minutos antes de empezar el desfile pudo hablar telefónicamente con ellos.
Aunque el día más triste para ella es el día de la madre, por la pena que vive de no estar con sus hijos, también tiene el día más feliz y es el 7 de agosto, fecha en la que cada año desfila su silleta que pesando 30 kilos, Pastocita la define como “muy poquito” para la dicha y la alegría que le hacen sentir.
“Sigo viva por la alegría y el amor que me da el público, estar aquí desfilando me causa mucha felicidad y a la vez me llena de fuerzas para poder venir cada año. Quiero decirle al público que los quiero mucho y que las fuerzas que saco para cargar esta silleta me las da Dios y por eso hay Pastorcita para rato”, cuenta la mujer que ganó en años anteriores varias veces los primeros puestos de la premiación silletera.
Tradición familiar
En la familia fueron ocho hermanos que se convirtieron en silleteros y aunque cuatro ya han muerto, los otros tres al igual que ella todavía desfilan en el tradicional recorrido de flores.
“Los hermanos han ido muriendo por diferentes causas, pero todos siempre hemos llevado las raíces silleteras que nos dejó nuestro padre. Ahora la mitad de la gallada seguimos desfilando y todavía nos vemos, aunque ya cada uno con su vida por aparte”, contó la mujer.
Tranquila en la casa, dice que asiste al grupo de la tercera edad a jugar bingo y a “cotorrear” con sus amigas, que también son silleteras. Todo el sustento de la mujer depende de su actividad, que ella califica como justo para vivir, más no algo con lo que te quede para “mecatear”.
La amabilidad y la alegría de sus 20 minutos de diálogo con KienyKe.com fueron suficientes para que Pastorcita por primera vez desahogara su corazón y dejara ver que aunque estuviera su cuerpo allí presente, su mente viaja hasta España con la ilusión de volver a acariciar a sus hijos. Así perdiéndose en un mar de flores, ella se despide diciendo “ayúdenme por favor, yo los quiero volver a ver”. 
