Por homilías, nunca por ideas laicas y quizá por la curiosidad de caminar uno de los destinos turístico inexorables de Antioquia, se llega a Jericó. Allí, como decía el primer vendedor de souven
Por homilías, nunca por ideas laicas y quizá por la curiosidad de caminar uno de los destinos turístico inexorables de Antioquia, se llega a Jericó. Allí, como decía el primer vendedor de souvenires, "hasta el incrédulo cree, amigo".
Los múltiples encantos de la tan afamada cultura paisa son perceptibles en su calles empedradas, los colores que bañan las puertas y los pequeños balcones que hacen de plantas y cuadros objetos espléndidos para fotografiar.
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En Jericó, la actitud de emprendimiento es inherente y no se aflige por estar reposada en la religión, foco actual de la economía del pueblo. Sus proclamas políticas demuestran una crianza conservadora que hoy tiende sus lazos al gobernante de turno, a quien defienden a capa y espada.
La "cuna de la primera santa colombiana" honra a padres y desvirtúa elementos superfluos como el oro, la belleza y las imposiciones de mercado. Tal como pregonan los gozos de la madre Laura Montoya Upegui, en los que suplican que "florezca entre nosotros aquella paz tan anhelada, en la justicia y el progreso que como hermanos nos igualan".
Los jericoanos son resistencia. Su lucha contra las multinacionales que pretendían explorar yacimientos de metal y demás riquezas del subsuelo venció. Fue batalla ganada que los campesinos artesanos del café en un gran porcentaje del municipio lo celebraron como la independencia española.
En la plaza principal se oyen más rezanderos que cantantes y el vino prolifera más que el guaro. El sombrero aguadeño se tiende en la mesa, se conversa y como buenos amigos "Dios me lo bendiga" y hasta pronto.
Poco a poco, aunque su solemnidad reposó en sus montañas combinadas con paisajes soleados y con el cause del Río Cauca, implicados en promover la imaginación y tranquilidad en los artistas natales, la religión fue apoderándose del protagonismo turístico.
Jericó es la catedral, el vecino en la silla, sus 14 iglesias, la amabilidad y las palabras seductoras para promocionar llaveros, camisas, escapularios, manillas y tomar tinto o jugo de gulupa.
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