María Elena, el rostro del drama de los desaparecidos

Mié, 07/06/2017 - 06:32
Junto a las citas amarillas, con los logos de la Fiscalía, que delimitan el espacio en donde se adelantan los procedimientos de exhumación de 12 cuerpos, en el Jardín Cementerio Universal 
Junto a las citas amarillas, con los logos de la Fiscalía, que delimitan el espacio en donde se adelantan los procedimientos de exhumación de 12 cuerpos, en el Jardín Cementerio Universal de Medellín, se ve la figura de una señora entrada en años, de pelo canoso y humilde, que habla con propiedad con un fiscal. Ella es María Elena Toro, una mujer que recorre cada exhumación y que estudió Investigación Judicial y Criminalística para hallar a su hijo desaparecido. Él se llama Franklyn y, como no lo ha enterrado como debe de ser, aún guarda la esperanza de encontrarlo con vida y, si no es así, al menos de hallar sus restos para hacerlo. Por eso este 6 de junio, aunque es el día de su cumpleaños, no está con su otro hijo, Francisco, ni con su padre, de 98 años, partiendo una torta y celebrando. No, está en el cementerio como lo hace desde 1997, tratando de hallar alguna pista del muchacho de 22 años que dejó en el quinto semestre su carrera de Ingeniería Civil en la Universidad Nacional, porque viajó en moto hacia Frontino con su amigo Guillermo, y no se supo más nada de ellos. [single-related post_id="702174"] Tampoco es motivo de fiesta, porque justo hoy, hace dos años, partió su madre, María de las Mercedes. La que al menos pudo saber del paradero de su hija Mercedes, su yerno Juan Carlos y su nieta Claudia, desaparecidos por los paramilitares en 1996 y hallados enterrados en los predios de la finca "La Gavina" de Guillermo Gaviria. Mientras en el camposanto los miembros del CTI adelantan las exhumaciones de los cuerpos de personas que murieron violentamente pero fueron enterradas allí como NN porque nadie los reclamó en Medicina Legal, y hoy ya están identificados, María Elena le contó a kienyke.com su historia, la de muchas otras madres en Colombia, que pese al paso del tiempo y las dificultades no se resignan a simplemente no saber qué pasó con sus hijos ni con sus familiares. Cementerio Universal

Una cita religiosa cada miércoles

Desde hace 18 años, María Elena, junto a otras madres de desaparecidos, hace una vigilia al frente de la iglesia La Candelaria, ubicada a un costado del Parque de Berrío, entre las 12:30 y 1 p.m. En esa media hora no hablan con nadie ni entre ellas, simplemente sostienen los carteles con las imágenes de los seres queridos que ya no están y de los que no saben su paradero. En un principio llegaron a ser 800, ahora son 10 o 15 las que asisten a la cita semanal sin falta. Y junto a la bendición que le da con gusto su padre Francisco, las personas que dejan por un momento el afán y se paran a leer sus pancarlas son lo que la motivan a seguir con esta tradición que recuerda la canción de Rubén Blades, 'Desapariciones' y que pregunta '¿A dónde van los desaparecidos?....¿Cuándo vueve el desaparecido? [single-related post_id="694953"] Antes de asumir este como su propósito de vida, María Elena era una ama de casa dedicada a sus dos hijos, pero la vida la golpeó no solo una vez, cuatro veces o cinco, porque le desaparecieron además de a Franklyn, el menor de su descendencia y a su amigo Guillermo, el 22 de febrero de 1997, a su hermana Mercedes y a su cuñado Juan Carlos, el 22 de agosto de 1996, y a su sobrina Claudia, el 4 de septiembre del mismo año. Su búsqueda no han sido en 'balde', como dice, porque tras escribirle en 2005 una carta a 'Don Berna', iniciando su condena por paramilitarismo en la cárcel de Itagüí, pudo sumarse junto a otras 44 personas a una reunión en la que no solo estuvo él, sino 'Mancuso', 'El Alemán", el 'Cuco Valoy' y 'Ramón Isaza'. Así supo dónde estaban enterrados los primeros tres de sus cinco desaparecidos. El 17 de julio de 2007, en una audiencia, 'Berna' dijo las coordenadas donde estaba su hermana, su hija y su esposo, pero no el porqué de sus muertes. Ella dice que fue por las tierras: Mercedes tenía una ladrillera en Frontino y no se quiso involucrar con ellos. Lo que sí supo fue quién dio la orden. El 29 de febrero de 2012, una fiscal le dijo que alias 'Memín', quien era el comandante del Bloque Noroccidental de las Autodefensas, iba a estar en audiencia. Ella y su sobrina asistieron y lograron hablar con él.
"Nos dijo que recibió la orden de Carlos Castaño, quien le pidió que los matara, los desapareciera y que luego le llevara la camioneta en la que se movilizaban", cuenta.
Su hermana y su familia desapareció en Frontino y fueron encontrados entre Sopetrán y Olaya. De su hijo Franklyn, 'Memín' no sabía nada. "Solo nos dijo que en esa época alias 'El Tuerto' y 'Pablo' ejercían el poder en Frontino, pero los dos estaban muertos", cuenta. Mausoleo víctimas

Víctima de los falsos positivos

Ella está casi segura de que su hijo no está en El Universal, pero estar ahí, en las exhumaciones, hacer presencia, hace parte de su vocación como miembro del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado - Movice - y de la Asociación de Familiares de Detenidos – Desaparecidos - Asfaddes -. "La diferencia que tiene la muerte es que el muerto se entierra, pero la desaparición es una incertidumbre", dice la mujer mientras relata que conserva la esperanza de que su hijo esté con vida, aunque han pasado 20 años sin tener contacto con él.
"En cualquier lugar en dónde haya posibilidad de encontrarlos, estaré. Ya encontré tres y así mi dios me bendiga y encuentre a Franklyn, seguiré acompañando a las demás madres", dice.
Recuerda el último día que lo vio. Fue el 21 de febrero de 1997. Ella tenía que ir a Frontino para encargarse de los asuntos de la propiedad de su hermana. "Me embarcó en la terminal. Lo último que le dije fue que me regalara 30.000 pesos para comprar unos pollitos, porque en la finca íbamos a estar los cuatro hijos del hermano mío, mi hermano y la señora, mi hijastra y yo. Uno saca pollitos y cada tres meses ya tiene qué comer. Y me dijo que me los daba con una condición: qué cuando yo vaya, los encuentre", narra. Ella ya tenía los huevos empollando y afirma que los 30.000 eran para la comida de los animalitos, pero pasaron 15 días y su hijo Francisco le mandó el recado de que se devolviera para Medellín. Se extrañó, pero pensó que se andaba peleando con el hermano.
"Cuando llegué, me contó. Él conocía la situación desde hace días pero no me quiso decir porque no sabía qué reacción iba a tener. Ese día fui a la iglesia para que el padre me hiciera una misa", María Elena Toro.
"El mismo año, el 17 septiembre de 1997, nos dieron 24 horas para salir de la finca de Frontino porque si no le iban a echar candela", comenta. En esos siete meses, entre la desaparición de Franklyn y el desplazamiento de la tierra de su familia, ella se enteró de que probablemente su hijo fue víctima de los llamados falsos positivos. "Supe que fue el Ejército porque los soldados iban a hacer polígono al lado de la ladrillera y uno de ellos me contó. Estábamos hablando de los paramilitares y nos dijo que a principio de año aparecieron unos muchachos en una moto, los cogió un mayor y se los llevó para Manguruma, donde está el batallón, y a las seis de la mañana se los entregó al 'Tuerto'. Cuando le mostramos la foto de mi hijo, el soldado se asustó mucho y nos dijo que no lo fuéramos a perjudicar", cuenta. Lugar exhumaciones

En su corazón no hay odio

Pese al dolor, al sufrimiento, María Elena sonríe y habla con dichos. Aunque sus ojos a veces se ensombrecen y se asoman en ellos las lágrimas. "Entre cielo y tierra no hay nada oculto", dice cuando habla de la posibilidad de encontrar a su hijo, y "no me alegro, pero me corre un fresco", al decir que 'Memín' pagará 20 años por los asesinatos de sus familiares. Como víctima, afirma con sinceridad:  "contra él no sentí rabia, me dio fue pesar". Aunque reconoce que lo más duro es pensar que a su hijo lo desapareció el Estado, porque, expresa: "la Policía y el Ejército están obligados a cuidarnos no a hacernos daño".
"No he perdido el entusiasmo por la vida, porque tengo por qué luchar".
En 2013 terminó el bachillerato gracias al programa de la Alcaldía 'La Escuela busca a la mujer adulta mayor' y en 2015 empezó a estudiar Investigación Judicial y Criminalística en el Politécnico Antioqueño. El 26 de noviembre de 2016 se graduó. "Quise aprender porque es la única manera de consultar y averiguar y meterse en el cuento. Uno sin saber nada, con cualquier cosa lo engañan o cualquier cosa le dicen. Ya yo puedo pelear y alegar", asegura. Para ella, el Plan Integral de Búsqueda de Personas Desaparecidas, por el que se adelantan las exhumaciones en el cementerio, es un gran paso, porque "al menos es un aliciente que el Estado reconozca que hay víctimas. Sí hay desaparecidos".

Una ardua labor

En este campo santo, hay 130 cuerpos que serán recuperados para su plena identificación y entrega a sus familiares. Si se comprueba que sus muertes fueron causadas por el conflicto, sus restos reposarán en el mausoleo de las víctimas "Ausencias que se nombran" que está a pocos metros de la zona donde descansan los N.N. La Fiscalía, además, tiene otros 400 restos hallados en diferentes circunstancias pero de los que no se ha hecho la identificación, porque no coinciden con ninguna de las muestras de ADN que entregan los familiares cuando denuncian una desaparición. Con ellos, informó la entidad, se hará un proceso distinto. Una máquina especializada sacará una imagen aproximada de cómo pudo ser el rostro de la persona en vida y se publicará una revista para hallar a sus seres queridos y entregárselos. La labor es ardua, pero continuará durante los próximos tres años y será permanente una vez la Presidencia de la República cree la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas. El decreto para hacerla realidad está próximo a salir.
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