Es el sitio menos adecuado para terminar la vida. Indecoroso cuando no apestoso y agobiante para quienes la glotonería y los arrepentimientos de última hora por vivir no les sirvió a la hora del final. Esta es una selección de reyes, actores y un dictador que murieron en ese lugar.
Jorge II de Gran Bretaña y Hannover
Famoso por sus conflictos con su padre y su hijo, común en la casa Hannover. Fue el último soberano británico que dirigió personalmente las tropas en batalla (Dettingen en 1743) y en nacer fuera de Gran Bretaña.
Jorge II accedió al trono en el otoño de 1727 y se mantuvo en el trono durante 33 años. Para celebrar dicho acontecimiento encargaron a Händel escribir cuatro himnos nuevos para la coronación; uno de ellos, Zadok el sacerdote, se ha cantado en cada coronación desde entonces. Nunca habló inglés correctamente, hecho que causó recelo en la monarquía inglesa de entonces.
Su final fue triste: a los 77 años, progresivamente agotado y sufriendo estreñimiento pertinaz, lo encontraron muerto en el inodoro, víctima de un ataque cardíaco, el 25 de octubre de 1760. Según Gustavo Restrepo Uribe “los cirujanos que le abrieron el cuerpo para practicar la autopsia descubrieron una ruptura del ventrículo derecho”.
Antes de fallecer había pedido que lo enterrasen en Westminster al lado de su amada esposa, Carolina de Brandenburg-Anspach y que se suprimiera un lado de los ataúdes para que los restos tuviesen fácil contacto.
Catalina II de Rusia
Sophie Friederike Auguste von Anhalt-Zerbst, nació en 1729, ocupó el trono de Rusia desde 1762, al que llegó de un forma poco ortodoxa pero común en la época: asesinatos y envenenamientos a los zares Pedro III, su marido, e Iván VI. A lo largo de su vida tuvo numerosos amantes, entre estos Grigori Potiomkin, Aleksandr Dmítriev-Mamónov y Francisco de Miranda, prócer venezolano.
Durante sus últimos años Catalina engordaba peligrosamente, sus ojos eran más prominentes, sufría de reumatismo y debía usar bastón para apoyarse al caminar. Según Restrepo, “La aparición de úlceras que le supuraban en las piernas llevó a un médico a recomendarle que hiciera baños de pies con agua helada del mar”. A medida que su salud se deterioraba reducía sus apariciones en público al punto de limitarse a asistir a la misa dominical. Según Zoé Oldenbourg “pocas distracciones le quedaban, solo los chistes que le producían los chistes de payaso de León Naryshkin; en una oportunidad, después de reír exageradamente, le aparecieron cólicos abdominales”.
El seis de noviembre de 1796 se levantó a resolver asuntos oficiales con Zubov, después de un rato se retiró al guardarropa. Al tardar mucho en reaparecer fueron a buscarla y la encontraron caída en el suelo, en una posición incómoda junto a su cómoda (chaise percée). “Tenía la cara congestionada, de los labios entreabiertos le brotaba espuma rosada y al respirar emitía ruidosos estertores que salían de lo más profundo de la garganta”. La trasladaron a un colchón tirado en el suelo a la espera que su médico oficial, el inglés John Rogerson, de urgencia viniese en su ayuda.
El médico diagnosticó un ataque de apoplejía, por lo que le practicó una sangría y sinapismos en los pies. Pese a sus esfuerzos, Catalina no dio muestras de recuperación, su rostro cambiaba de color hasta hundirse en un coma profundo.
Jorge Rafael Videla
Considerado el adalid del anticomunismo en América Latina. Jorge Rafael Videla gobernó con mano dura a Argentina desde 1976 hasta 1981. Cinco años en que los campos de concentración, los desaparecidos, los hijos entregados a familias extranjeras y el campeonato mundial de 1978 fueron el legado de un hombre que de joven parecía no iba a llegar lejos.
El informe del Servicio Penitenciario Federal señala que un guarda lo encontró sentado en el inodoro de su celda, al no responder a su llamado, solicitó la presencia del servicio médico. Según el portal eupapress.com “el Dr. Jorge Alberto Domínguez fue quien verificó su muerte. Al ingresar a su celda, observa al mismo sentado en el inodoro de la misma y constata que no presenta signos vitales”.
El informe también confirma que la hora de la muerte se produjo alrededor de las 6:30 de la mañana.
Lupe Vélez
La célebre actriz mejicana de la década de los veinte y treinta tuvo un final trágico y triste. En 1937 conoció a Arturo de Córdova durante la filmación de La Zandunga. La atracción fue inmediata, aunque los temperamentos de ambos siempre amenazaron con llevarse la relación al barranco: ella era explosiva y escabrosa en la vida sentimental, él, impulsivo y nervioso. Para completar el cuadro amoroso, cuando se conocieron ambos estaban casados.
Unos meses después Vélez quedó embarazada, y éste “para enredar más el asunto le propuso un plan descabellado: casarse con otro”. El elegido fue el francés y amigo en común Harold Ramond, quien aceptó sin pensar la solicitud. Según la biografía de Moisés Corona, “un anoche en Los Ángeles Lupe llegó a su apartamento y encontró a su marido y a su amante en la cama”.
El 13 de diciembre de 1944 Vélez organizó una “última cena” a la mexicana y se inmoló como una diosa azteca, “montó en su habitación un santuario con velas, flores y se tragó de un tirón 64 pastillas de seconal”. Los fármacos, en combinación con los “taquitos y los chilaquiles”, reaccionaron al revés y la despabilaron, pero se arrepintió y salió en carrera hacia el baño para regurgitar, con tan mala suerte que se resbaló y cayó de bruces sobre el excusado: murió ahogada en su propio vómito.
Tycho Brahe
El noble y astrónomo danés Tycho Brahe (1546-1601) tenía un enano como bufón al que sentaba bajo la mesa durante la cena. Incluso tenía un alce entrenado como mascota. Tycho también perdió la punta de su nariz en un duelo con otro noble danés y tuvo que usar una nariz falsa hecha de plata y oro.
Se dice que Tycho tuvo que aguantarse las ganas de ir al baño durante un banquete particularmente extenso en 1601 (levantarse en medio de una cena era considerado como algo realmente ofensivo), a tal punto que su vejiga, llevada al límite, desarrolló una infección por la que murió. Análisis posteriores (1999) sugirieron que Tycho murió en realidad por envenenamiento con mercurio, pues Brahe estaba interesado en la alquimia, la medicina y el mercurio era un elemento común en las ciencias alquímicas tratando de recuperarse de sus problemas urinarios.
Lea también
Posando después de muertos
Murieron en el baño
Mar, 16/07/2013 - 09:01
Es el sitio menos adecuado para terminar la vida. Indecoroso cuando no apestoso y agobiante para quienes la glotonería y los arrepentimientos de última hora por vivir no les sirvió a la hora del fi