Hace unos años parecía imposible. Ahora es una realidad innegable: cada vez, más aspectos de la vida humana dependen de lo digital. Todo se está volviendo digital. Sólo en la mente de los escritores de ciencia ficción habría cabido semejante posibilidad. Nos relacionamos de acuerdo a las reglas del Internet; trabajamos de acurdo a las reglas del Internet; nos entretenemos de acuerdo a las reglas del Internet; vivimos, en algunos casos, de acuerdo a las reglas del Internet. Y por supuesto: hacemos transacciones de acuerdo a las reglas del Internet. El bitcóin es una prueba fehaciente de eso.
El bitcóin es una moneda digital. Cumple las funciones de cualquier moneda, es decir comprar cosas. La diferencia con las otras monedas, dólares, pesos, euros por ejemplo, es que el bitcóin no existe físicamente: es digital. Otra característica importante es que no depende de ningún gobierno ni de ningún banco: es descentralizada.
Pensar en transacciones implica pensar en dinero: ‘A’ le pasa plata a ‘B’ por alguna razón, la cuota de un apartamento por ejemplo. Y hay un intermediario: el banco. Una vez se ha llevado a cabo la operación, el banco debita de la cuenta de ‘A’ el monto acordado y lo pone en la cuenta de ‘B’. Por eso cobra una comisión. Todas esas transacciones están vigiladas por el estado.
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Con el Bitcóin las cosas son distintas: una transacción se realiza directamente, sin terceros, ni banco que cobre, ni estado que vigile. Pero no es tan simple. Un bitcóin funciona en red. En esa medida, es la red la que abala la operación. ‘A’ y ‘B’ harán la misma transacción del ejemplo anterior –pago de arriendo–, pero con Bitcóins. Antes de pasar el dinero de ‘A’ a ‘B’, la red deberá aprobar que así sea. En ese sentido, todos los miembros sabrán que ‘A’ tiene bitcóins que pertenecían a ‘B’. Es importante aclarar que el proceso es anónimo: no se conoce el nombre del usuario, sino una clave.
Además, las operaciones como tal no se dan entre personas sino entre computadoras. Eso garantiza la seguridad porque detrás de todo el proceso hay un encriptado sistema de códigos y algoritmos. La tecnología que sustenta el uso del bitcóin se llama ‘Blockchain’.
Ganar e invertir en bitcóins
Hay varias maneras de ganar bitcóins: aceptarlos como manera de pago. La otra es abrir una cuenta en alguna de las plataformas, como Coinbase, en la que se le dará una “billetera” desde la que podrá administrar sus transacciones –ventas y compras.
También podría ganar visitando páginas que pagan montos pequeños por visualización de publicidad. Es decir que por estar un tiempo –siempre mayor a una hora–, viendo vídeos o anuncios podría recibir algo. Pero en realidad es muy poco.
Otra forma es, casi que como en el sistema financiero, es a través de los intereses que generan los préstamos. Es un poco más complicado que las otras formas y es necesario conocer muy bien el sistema, invertir en un bien equipo, y pasar mucho tiempo dedicado ‘al negocio’.
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Otra forma, y que es una de las más populares es la inversión. En internet hay varias páginas que garantizan esa posibilidad. Básicamente funciona como una inversión cualquiera: se paga el equivalente en moneda de uno o más bitcóins que pasaran a una ‘billetera virtual’. Desde allí se podría administrar de acuerdo a los intereses del inversionista. El comportamiento del bitcóin depende del Blockchain. Y ahí radican los riesgos.
¿Y los problemas?
No todo es tan fácil, ni tan rentable. Las condiciones de existencia del bitcóin y los propios riesgos de toda inversión. “Además, todas las monedas deben ser de valor de intercambio y, aunque en teoría, si en todas partes se permitiera el pago con bitcoin aumentaría la demanda por esta criptomoneda y, al no haber suficiente, el ajuste se tendría que hacer en el precio de los activos que se compran con bitcoins, lo que llevaría a una deflación. Incluso si se supera esa barrera, bitcoin tiene otro problema y es que es muy volátil, y como depósito de valor es peligroso, pues así como se puede ganar el ciento por ciento, se puede perder todo” le dijo a la revista Diners Jorge Sicilia, economista del BBVA.
Por otro lado, el poco control que podrían tener los gobiernos sobre el bitcóin, es altamente posible que se use para cometer delitos. El anonimato de las transacciones facilita esa posibilidad.
En Colombia, por la fuerza que ha tomado la moneda, se han ido tomando algunas medidas. Lo más importante, hasta ahora, es que el Bitcóin se considera un activo sin equivalencia en pesos, ni una divisa. Una circular de la Superintendencia financiera dice que “Las “monedas virtuales” no se encuentran respaldadas por activos físicos, por un banco central, ni los activos o reservas de dicha autoridad, por lo que el valor de intercambio de las mismas podría reducirse drásticamente e incluso llegar a cero. Por lo anterior, las personas se exponen a altas volatilidades en el precio del instrumento, dada la amplia especulación que se mantiene”.
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Además, continúa el documento, “las transacciones en las plataformas son anónimas, por lo que el uso de “monedas virtuales” se puede prestar para adelantar actividades ilícitas o fraudulentas, incluso para captaciones no autorizadas de recursos, lavado de dinero y financiación del terrorismo. De acuerdo con información pública divulgada en los medios de comunicación, algunos administradores de plataformas transaccionales y de portales de venta de mercancía que vienen utilizando “monedas virtuales” como medio de pago de operaciones han sido acusados por conductas relacionadas con el uso que se le ha dado a estos instrumentos”.
En todo caso, es innegable que el Bitcóin está tomando fuerza. Representa un paso hacia el futuro; una posibilidad. Sin embargo, y para evitar los problemas predecibles de la moneda, hay que dar los pasos con calma, desconfiar, buscar la mayor cantidad de información posible y regirse siempre por la ley: como con cualquier inversión.
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