En una entrevista, Ilia Calderón, una presentadora colombiana que trabaja en Univisión, fue amenazada por uno de los líderes del Ku Klux Klan. Chris Barker, líder del grupo ‘Leales Caballeros blancos’. “No se me permite compartir contigo o con alguno de ustedes” –dijo el hombre en la charla con la periodista–. “Te voy a correr de aquí. Te voy a quemar. Para mi eres una negra. Eso es todo”.
Odio: eso es lo que demuestran los gestos de Barker; sus ojos, sus palabras. Odio a los latinos, a las personas de color. Odio a los que son diferentes. Para él, ellos –negros y latinos, entre otros–, según lo dijo en La W, fueron hechos para servir a los blancos, como un castigo de Dios, y que por eso son inferiores. Todo está en la Biblia. Y la culpa es de los judíos, que son los dueños de los medios de comunicación. Un loco. “Me enoja haberte visto, y a todos los de tu tipo que veo cada día… Para mí eres mongoloide”.
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“Yo sabía que me iban a tratar mal pero nunca me imaginé el nivel”, –dijo Ilia–. “Odio, rabia, un poco de desconcierto también, no se imaginaba quién era yo, cómo era yo, y lo primero que me dijo fue que era la primera persona negra que pisaba su propiedad. Mi propósito principal era poder vivir esta experiencia y contarla, para que la gente trate de entender qué hay en la cabeza de ellos y sepan a lo que se pueden exponer, exponer allá afuera”.
¿Quién es Ilia Calderón?
Ilia nació en Itsmina, Chocó, el 15 de mayo de 1972. Estudió trabajo social en la Universidad de Antioquia. Empezó su carrera en el periodismo cuando trabajó para el canal regional Teleantioquia. En 1998 pasó a trabajar en CM&. Tres años después, por su belleza y talento, pasó a Telemundo.
La carrera de Ilia es de proyección internacional. Ha pasado por las más prestigiosas cadenas de noticas de origen latino. Además ha presentado programas icónicos como Primer Impacto. Está casada y tiene una hija.
Puede que la entrevista con el supremacista blanco haya sido una de las más difíciles de su vida. “Yo creo que nadie nunca se puede preparar para semejante nivel de insultos y de tratar de denigrar a una persona, inclusive amenazas de muerte”, dijo.
El problema del racismo
El fantasma del racismo en los Estados Unidos ha estado desde siempre andando por la historia del país, a veces en silencio, otras con mucho ruido. Los protagonistas son los ‘Blancos Anglosajones’ de origen, especialmente de las tierras nórdicas en Europa, y los negros que llegaron como esclavos del África.
Howard Zinn, historiador, en su libro ¿Historia de los Estados Unidos’, explicó que “No hay un país en la historia mundial en el que el racismo haya tenido un papel tan importante y durante tanto tiempo como en los Estados Unidos. El problema de la «barrera racial» o
«color line» todavía existe… ¿Cómo empezó? […] En las colonias inglesas la esclavitud pasó a ser rápidamente una institución estable, la relación laboral normal entre negros y blancos. Junto a ellas se desarrolló ese sentimiento racial especial –sea odio, menosprecio, piedad o paternalismo– que acompañaría la posición inferior de los negros en América durante los 350 años siguientes –esa combinación de rango inferior y pensamiento peyorativo que llamamos ‘racismo’”.
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“No estoy, y nunca he estado, a favor de equiparar social y políticamente a las razas blanca y negra… No estoy ni nunca he estado, a favor de dejar votar ni de formar parte de los jurados a los negros, ni de permitirles ocupar puestos en la administración, ni de casarse con blancos… […] Mientras que permanezcan juntos [blancos y negros] debe haber la posición superior e inferior. Y yo, tanto como cualquier otro, deseo que la posición superior la ocupe la raza blanca…”, dijo Abraham Lincoln.
Luego de muchas batallas y de una cruenta guerra civil se logró, de facto, la libertad de los esclavos. Sin embargo, se mantenía, y se mantuvo por mucho tiempo, la idea de que los negros eran inferiores. Hasta bien entrado el siglo XX, la segregación era algo muy común en la sociedad norteamericana. Resultaba normal que hubieran restaurantes para negros, buses para negros: espacios y lugares destinados sólo para ellos, para que no se metieran con los blancos. Esa segregación fue la lucha común y valiente desde la que surgieron las luchas sociales más importantes del siglo pasado. Ese era el sueño de Martin Luther King: la igualdad.
“Allí, el racismo ha sido esencial no sólo para superexplotar a la población discriminada, sino también para mantener en la obediencia al resto de los trabajadores y de las “clases subalternas”, fomentando las divisiones y enfrentamientos con los discriminados. En vez de unirse contra el explotador común, son manipulables para desatar, sobre todo en momentos de crisis, “guerras de pobres contra pobres”, explicó el profesor Zinn.
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En todo esto ha habido, explica un estudio del portal Mas.com “a grandes rasgos, tres etapas: la primera, la de la esclavitud hasta la Guerra de Secesión (1861-65), donde finalmente fue abolida; la segunda, desde allí hasta mediados de los años 60, puede definirse como de “emancipación sin libertad”; la tercera y última, se abre con las extraordinarias movilizaciones de los 60, que obligan a conceder la mencionada “Ley de Derechos Civiles”… pero no llevan al fin de racismo, sino a la cooptación de una pequeña minoría (Obama es su máximo ejemplo). En ella, la gran masa de afroamericanos finalmente ha ido empeorando su situación en todo sentido, desde los ataques y discriminaciones racistas hasta sus ingresos, empleo y nivel de vida en general”.
El Ku klux klan es una expresión de ese fanatismo racial. El grupo nació luego de la guerra de sucesión, en el siglo XIX, y defiende los valores de la superioridad racial blanca, la xenofobia, la homofobia, y el antisemitismo.