Darío López tiene una inmensa oficina en uno de los últimos pisos de un edificio al lado de la Plaza de Toros La Santamaría. A primera vista es solo el dueño de una gran compañía. Tiene una secretaria que lo anuncia y le cuadra su apretada agenda. En la entrada hay varias personas esperando para que les hagan pruebas psicotécnicas para trabajar allí.
Después de esperarlo por unos minutos aceptan el ingreso a su oficina. Allí está tranquilo. Su sello es la serenidad. Tiene música para meditar, varios libros acerca de Dios, inteligencia emocional, escuela Zen y un par de cuadros que lo representan. “Encuentra una pasión y alcánzala”, “enamórate”, “cree en magia”, “aprende más”, “se creativo”, “pasa tiempo con personas que admires” son algunas de las declaraciones que rodean a Darío, quien se define como un empresario del coaching. De las cuatro empresas que lidera (las otras son de Head hunter, Outsourcing y una temporal) Zendero, especializada en couching, es la que más dinero le genera al año.
“Mi garantía para las empresas es que cuando sus empleados salen de este proceso no son los mismos.”, dice sin presunciones y seguro de que va detrás de otro tipo de éxito. El plus ha sido ganar mucho más de cuando era un empresario en sectores como el financiero o las telecomunicaciones.
Con voz gruesa y un marcado acento caleño cuenta que fue hace 14 años, en septiembre del 99, cuando le dio un revolcón a su vida.
Darío López decidió renunciar a un buen trabajo, divorciarse y romper con su círculo social. Actualmente lidera cuatro empresas que le generan una gran rentabilidad. Dice que su misión es ayudar a otros a encontrar el rumbo.
Darío es administrador de empresas con especialización en mercadeo y finanzas. Por esa época estaba casado y tenía un buen puesto. Solo bastó un fin de semana para que se "reseteara". En un curso aprendió acerca de la teoría del Eneagrama (sistema de clasificación de la personalidad) y se dio cuenta que quería divorciarse, renunciar a su trabajo y hasta decirle a su mamá que no controlara más su vida. Comprendió que el hecho de que su papá -un ejecutivo de una multinacional con tres carreras profesionales- los haya dejado después de alcoholizarse, lo había marcado. Darío tenía siete años. “Un día estaba jugando carritos y al otro ya me sentía el papá de mi hermana por la ausencia de nuestro padre. Siempre fui muy inquieto con el mundo. No creía en una religión, pero sí en Dios. Me gustaba cuestionar”. En ese curso le pidieron esperar 30 días para tomar cualquier decisión. Con mucho esfuerzo lo logró porque ya sabía lo que quería. “Cambié los cuatro contextos de mi vida (pareja, familia, social y profesional). Le dije a mi exmujer, ‘mil gracias por todo’ y a mi exjefe: ‘gracias mi brother, usted ha sido mi mentor, pero chao’. Desde ese día le encontré sentido a estar en este planeta y me dedico a eso, a ayudarle a la gente a encontrar el suyo”. Después de que “se la pilló” e hizo conciencia sobre cómo son los seres humanos, dejó su casa, ropa y todo. Se fue a trabajar a un restaurante en Estados Unidos. Comenzó a manejar su vida, se concentró en prepararse y mirar lo qué le hacía falta. “Mi vida antes tenía tantos vacíos que los suplía con una correa o un MontBlanc. Yo era uno más de los que caminan en el planeta. Ese día hice un giro de 180 grados. Como no conocía el mundo espiritual, pero sí tenía la información del material, complementé las dos áreas”. Estando en Estados Unidos sus amigos le pedían constantemente que se tomara un café con ellos para que les diera un consejo. Los cafés fueron llenando todas sus tardes y mañanas. Dijo: 'voy a cobrar'. Le propuso a una amiga suya que andaba “varada” ser su asistente para que se ganara el 10 por ciento de lo que se ganaban con las asesorías. Cobraba a 50 dólares la hora. Cuando llegó a Colombia se inventó un paquete para presentarlo en las empresas. Este prometía cambiar la vida de los empleados y así a la organización. “El producto es para darse cuenta de quién es usted y para qué sirve”. Al poco tiempo varias empresas lo fueron contratando. También se volvió a casar y tuvo tres hijas. Mientras camina por los alrededores de las Torres del Parque, diseñadas por Rogelio Salmona, dice que vive tranquilo, sin estrés, a pesar de manejar varias compañías. Algunos de sus clientes son La Alquería, Genzyme (parte de Sanofi Aventis), Belcorp, ParaLife, Anglo American, Automundial y Seguros Confianza, entre otros. ¿Qué hace un coach? Coach significa entrenador y coaching es un método que consiste en entrenar a una persona o a un grupo con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas. Dentro del coaching se manejan líneas como: personal, ejecutivo y corporativo. “Esta herramienta facilita lograr objetivos y ahora está de moda. Antes era psicoanálisis u otro tema, pero siempre ha habido un coaching. Es como un consultor, psiquiatra o psicólogo. Pienso que el coach es un ser humano que tienen una responsabilidad muy grande porque le muestra a alguien lo que en ese momento no ve para que tome las opciones de ruta que desee”."La mayoría de las compañías están enfocadas en el viejo comportamiento donde las cifras y resultado son lo importante. Yo pienso que es al revés: la gente excelente da las mejores cifras", López.
Para Federico Fischbach, vicepresidente de la International Coach Federation en Colombia, en el país hay muy buenas escuelas de formación para coach. “Ser un buen coach requiere un interés genuino en acompañar a una persona para que realmente exprese y revele sus dones y potenciales. Tiene que tener herramientas básicas porque hay personas que descubren que el coaching está de moda y se aventuran a hacerlo sin una verdadera preparación. “Si se hace bien los resultados se ven. Yo trabajo y vivo de esto, soy docente en la Universidad de la Sabana y apoyo a líderes en diferentes organizaciones. Cuando una empresa accede a un coach para que les haga proceso a sus líderes pueden pasar muchas cosas o ninguna. La clave es que el coach abre una oportunidad para que estos líderes o equipos tomen conciencia de lo que los puede fortalecer y lo que los limita con relación a sus metas. Por eso la función del coaching no es hacer el cambio, sino propiciar el espacio para la transformación.”, dice Fischbach. La estrategia de un coach como Darío tiene varios puntos: al comienzo le plantea a la persona una serie de preguntas y le hace un estudio de neurológico para conocer sus fortalezas. Al final se enfoca en actividades outdoor donde se ven problemas de comunicación, pero también las oportunidades de la gente. Uno de los pasos más importantes es hablar con las personas claves de la empresa. Cada líder entrega alguna información y las pruebas neurocientíficas muestran cómo funcionan los "pilotos" de esa compañía. Los agrupa en categorías como: "perfeccionistas, sociales, yupis, bohemios, leales, científicos, payasos, líderes innatos y conciliadores". Al conocer a cada miembro del equipo ve si la persona está en el puesto indicado.Para el proceso de coaching se hacen pruebas neurocientíficas que identifican la personalidad de los líderes en las compañías. Durante este periodo muchas personas se dan cuenta de que quieren renunciar o que deben cambiar de rol en la empresa.
“En vez de pasar un informe de caso por caso, filmo un grado y cada ejecutivo en 15 minutos muestra su antes y después con pruebas. Me enfoco en las personas que quieren cambiar, porque si están cerradas, no hay mucho que hacer, simplemente no es el momento". En Colombia aún no son muchas las empresas que realizan coaching, pero es una herramienta que va en aumento, ya sea para un proceso grupal o individual. “Una empresa es la sumatoria de los seres humanos que ahí trabajan. No es el edificio que se ve, es el estado emocional de su gente. La mayoría de las compañías están enfocadas en el viejo comportamiento donde las cifras y resultado son lo importante. Yo pienso que es al revés: la gente excelente da las mejores cifras y yo ayudo a los clientes a que tengan a la gente idónea en el cargo indicado. Las empresas que solo piensan en una meta pueden alcanzarla, pero a un costo muy alto para la gente y ahí es cuando vienen las rotaciones, la gente no se queda ahí y hay una desmotivación constante. Cuando tú haces lo que amas logras los objetivos, pero si estás haciendo algo que no te gusta, te tienen que estar remolcando”. Darío afirma que cuando una empresa entra en un proceso de este tipo -que puede durar entre 3 y 6 meses- son muchas las cosas que pueden pasar. Desde ver a líderes o empleados renunciar hasta entrar en lapsus de cuestionamientos. Algunas de las preguntas que utiliza para crear insights son: ¿qué conversaciones pendientes tienes? ¿Mi relación con mi jefe es paternal? ¿Hace cuánto tus temores le están ganando a tus talentos? ¿Hace cuánto decidiste cobrar lo que tú no vales? ¿Eres feliz siendo infeliz? Pearl Turvey, quien ha contratado a Darío para momentos de crisis en empresas, dice que el coaching ontológico es mucho más completo porque ve el ser humano y lo ayuda a realizarse en todas sus áreas, no solo en la profesional. “Lo cuestiona a uno acerca de si eso es lo que quiere y lo hace feliz. Después de analizarte como individuo ayuda al engranaje grupal”, cuenta esta psicóloga especializada en Recursos Humanos. “El proceso mío es desde la conciencia. Si logran creer en sí mismos pueden manejar cualquier situación. Las empresas son las sumatorias de sus egos. Cuando el ser humano vive desde el ego tiene el síndrome del fantasma: está en este mundo y nadie lo ha visto. Se la pasa tratando de validar su necesidad de reconocimiento”.[youtube width="540" height="360"]http://youtu.be/nFx6yKZrzco[/youtube]
Darío cuenta que cobrar lo que la persona se merece es parte de la felicidad laboral. En su caso disfruta cada año al escoger un viaje y curso para realizar. De esta forma ha logrado estudiar física cuántica, programación neurolingüística, neurociencia con Brian Weiss (autor de varios betseller), constelaciones familiares, entre otras áreas de conocimiento. “Yo no me caso con una sola herramienta. Soy como una bandejita paisa. Voy por el mundo buscando ingredientes para ese plato y dependiendo de cada ser humano que tengo al frente la ajusto. Para mí el cuerpo es el hardware y la mente es el software. El alma es la energía que los prende y mi objetivo es mejorar esa fuente”. ¿Siempre es bueno el coaching? El rápido crecimiento del coaching a nivel mundial también ha traído como consecuencia la aparición de personas que ofrecen estos servicios, pero no están preparados. La falta de regulaciones académicas puede ser un problema para saber quién está certificado realmente. “Hay que tener mucho cuidado porque en el tema del coaching hay mucha gente certificada por escuelas de garaje que no lo hacen bien. Eso es lo más peligroso porque generan expectativas y eso causa un gran problema. Tengo que tener mucha madurez para meterme en esa mente y alma y no hacer una embarrada”, afirma Darío.