Jessica Barros Raish, cartagenera, cursaba primer semestre de administración de negocios cuando sufrió un accidente que la dejó dos años sin estudiar y que luego le generó un daño cerebral que le afectaría la memoria a largo y corto plazo, varios meses sin poder moverse y un parche en un ojo.
Desde hace 14 años y dos meses no toma una sola gota de alcohol o bebidas energizantes, pues a raíz del accidente sufre de crisis epilépticas faciales que la obligan a medicarse.
Durante su adolescencia el modelaje llamó su atención. En algunas ocasiones trabajaba en protocolo durante eventos. "En el colegio me caractericé porque todos los años organizábamos un fashion show y modelábamos para recoger dinero con el que mejorábamos algunas partes del colegio."
El accidente
En el 2001 Cartagena tenía ley zanahoria. Los menores de edad debían estar en sus casas desde la media noche. Esa día Jessica decidió burlar la ley y salir.
Tenía 17 años, eran más de las 12:30, y se entretenía haciendo maromas en una DT 175 por toda la playita desde Castillo Grande, en el Club Naval, hasta el Club Unión. Un carro hizo una U no permitida e impactó la moto en que viajaba Jessica.
La llanta posterior de la moto se atoró entre uno de los guardafangos del carro y Jessica voló más de siete metros.
"A mí me habían dicho muchas veces que dejara de montar motos grandes, pero tú sabes que uno de pelao no hace caso y se cree inmortal", comenta Jessica.
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Desde el momento del accidente Jessica estuvo inconsciente durante dos días. Durante otros diez, le contaron, no hizo más que hablar incoherencias. Su cara mantuvo inflamaciones que no la dejaban ver.
"Tuve fractura de la parte frontal del cráneo y un trauma craneoencefálico severo, un pedazo del cráneo cayó dentro del ojo derecho, el cual ocasionó que tres pares craneales se vieran directamente afectados y aunque mi cuerpo intentó regenerarlo no quedó bien", comenta la modelo.
Su cráneo tuvo que ser armado como un rompecabezas, los cirujanos pusieron placas de titanio puro para atornillar el cráneo, al mes fueron retirados. Dentro de su recuperación tuvo que estar totalmente quieta.
"La primera vez que me vi al espejo fue en el hospital y cuando me vi, me dio rabia porque estaba calva, no me aceptaba a mí misma, el párpado del ojo derecho quedó con una cicatriz que no me permitía abrirlo", dice Jessica.
En el 2003 intentó ingresar de nuevo a la universidad, pero notó que algo había cambiado, le parecía que las clases iban muy rápido y no lograba retener toda la información, esto le traía malas notas.
Se realizó varios exámenes hasta que una neuropsicóloga le indicó que a raíz del accidente había sufrido un daño cerebral que le afectaba la memoria a largo y corto plazo, de tal manera que le iba a ser difícil estudiar.
¿Cómo regresó al modelaje?
"Demostré que no hay impedimento, la belleza no es solo el físico, vale más el interior, a raíz del accidente me di cuenta de eso, antes era más superficial en ese sentido".
Jessica quiso retomar el modelaje dos años después del accidente, pero no la aceptaron porque su ojo no lucía bien en opinión de los agentes.
Decidió estudiar cosmetología, carrera que terminó. Al mismo tiempo, cinco años después del último rechazo, trató de regresar al modelaje, ahora usando un parche. Aún así recibió la misma respuesta, ahora se quejaban del parche, incluso fue rechazada en un centro de estética porque buscaban "niñas lindas", asegura Jessica.
Sin embargo, con el tiempo hizo del parche un símbolo, una identidad. Ingresó al modelaje para fotos en el que ha trabajado con fotógrafos como Andrés Lesmes, Roberto Casa, Andrés Espinosa, entre otros.
"Hablamos para buscar un punto de equilibro con cada fotógrafo, siempre me dicen que sea yo misma y para mí es muy importante mostrar tu esencia, que seas tú la que toma la iniciativa".
En la actualidad Jessica tiene más de 60 parches que combina de acuerdo a la ropa y la ocasión. Por ejemplo, tiene uno que usa con la camiseta de la Selección Colombia, otros para ir a fiestas y los demás para las sesiones de fotos.
Antes de dedicarse por completo al modelaje tuvo un trabajo como mesera en un reconocido bar de Cartagena. De ahí salió una de sus anécdotas memorables: la fiesta estaba perdiendo intensidad. Para recuperar el ambiente Jessica se subió a la barra, bailó y comenzó a dar trago a todos los asistentes. La fiesta se salvó. Y desde ese día los clientes, sobre todo los extranjeros, se acercaban a preguntar por la modelo pirata.
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¿Ha querido operarse el ojo?
Sí, el problema es que si me abren el párpado no voy a poder cerrarlo más por la regeneración aberrante que tienen los pares craneales. Así que si me operan tienen que asegurarme un 70% de éxito.
Catorce años después y ya con 31 años, Jessica agradece por la segunda oportunidad que le fue dada, "uno tiene que sacarle la gracia a la vida. ¿Entonces llorar? No, pa' lante es pa' allá".
¿Y su familia y amigos?
A raíz del accidente me di cuenta quiénes son tus amigos y quiénes no, antes en mis cumpleaños no me cabía gente en la casa, y después del accidente pues no, ahora los mismos de siempre, durante el accidente siempre eran los mismos que me visitaban, y ya me di cuenta de quiénes son mis amigos, quiénes están conmigo en las buenas y en las malas.
¿Cómo fue el "salir a la calle"?
Para mí fue duro, al principio no lo aceptaba porque no me gustaba que la gente mi mirara, o me señalara, incluso ahora después de 14 años me señalan y no falta el imprudente que dice cosas como "¡mamacita!" y yo me volteo y dicen: "ay, no, la tuerta".
Una tragedia le dio su sello personal: "la modelo pirata"
Mié, 15/07/2015 - 13:30
Jessica Barros Raish, cartagenera, cursaba primer semestre de administración de negocios cuando sufrió un accidente que la dejó dos años sin estudiar y que luego le generó un daño cerebral que l